Ciudad de México, 16 de septiembre.- “Esta ciudad es tan grande que es como si incluyera todo lo bueno y lo malo de todos los lugares que hasta ahora he visitado”, así describe Laura Gualdi, procedente de Milán, Italia, a la Ciudad de México.

La joven, quien ha vivido en la capital del país por más de siete meses, gracias a una beca de intercambio y a otra de investigación, además de que aquí conoció el amor, expresa que entre las cuestiones que más le asombran es cuando las mujeres se maquillan en el Metro y usen una cuchara para enchinarse las pestañas.

Además de que la gente coma a todas las horas del día en la calle, gente de todo tipo, incluso a las seis de la mañana que me despierto y para ir al metro paso por un puestecito que fríe cerdo y chicharrón por la mañana”, explica con asombro la estudiante, de 25 años de edad.

Admite que aunque los primeros días no asimilaba ni el olor, ni ver a la gente tan temprano comiendo tacos de carnitas, después se convirtió en parte de su trayecto para ir a la escuela, es decir, se acostumbró a ello.

Laura, quien habla perfectamente el español, imita bastante bien al pregonero de los tamales: “Pida sus ricos y deliciosos tamales oaxaqueños”, dice con su acento italiano y confiesa que con ello le gusta molestar a sus compañeros.

Luis García, de 27 años de edad, originario de Caracas, Venezuela, quien lleva casi tres años viviendo en la capital del país a donde arribó por motivos de trabajo y por su novia en ese entonces, coincide con Laura en que algo de lo más curioso de la ciudad son los pregoneros.

No me acostumbro todavía al camión con la grabación de: Se compra fierro viejo que vendan…en Venezuela juro que nadie ha visto eso, por eso siempre me ha parecido rarísimo”, explica entre risas.

Por el contrario, detalla que al tratarse de países latinoamericanos las culturas son muy similares por lo cual no le afectó tanto el cambio. Entre las coincidencias cita la forma de comer, aunque reconoce que aquí lleva más picante, lo cual le encanta, porque se hizo adicto a los chilaquiles.

Somos personas cordiales y serviciales, aunque los mexicanos son muy educados y en Venezuela somos muy confianzudos, eso sí sería una gran diferencia y es algo que tuve que cambiar, sobre todo la forma de expresarme porque allá lo que es un chiste aquí, lo podrían tomar distinto”, comparte.

A diferencia de Luis, un ciudadano originario de Londres, llamado Krofenden, quien se dedica a dar clases particulares de inglés y vive desde hace más de nueve meses en la Ciudad de México, ve marcadas las diferencias culturales entre los países ubicados en América y Europa.

Una diferencia cultural es que la familia aquí es mucho más cercana y en Inglaterra; por ejemplo, normalmente ‘dejan el nido’ a una edad muy joven, pero aquí no es lo mismo”, comenta.

Admite que algo que le causa conflicto es cuando se queja de que tiene demasiado trabajo y “toda la gente me dice ¡oh qué bueno! Pero para mí, ni para la gente de Inglaterra lo es, quizá soy flojo o perezoso, pero es raro que siempre me digan qué bueno”.

Krofenden considera que los mexicanos son muy amables y que en la capital del país le gusta mucho la comida, como las enchilas de mole, que son sus favoritas. También le agrada el modo de vida y los bares, ya que considera hay muchas cosas en esta cultura diferente a la de él.

Hasta 2010, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) tenía registrados en la Ciudad de México a 71 mil 691 habitantes nacidos en otros países, ubicándose como la cuarta entidad preferida de los extranjeros para radicar, solo por debajo de Baja California, Jalisco y Chihuahua.

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