Reconocida en el “Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales” (DSM V), la autolesión, antes conocida como “Cutting”, es un mal casi invisible que padece entre el 10 y 12 por ciento de los jóvenes urbanos, informó la psicoeducadora Dora Santos Bernard.

En entrevista con Notimex, añadió que el 90 por ciento de quienes la sufren o conocen a alguien con este problema no saben qué hacer, por lo que ha publicado dos libros sobre el tema (“Autolesión. Qué es y cómo ayudar” y “Llévame otra vez”) con el fin de difundirlo y proponer formas de prevenirlo y, en su caso, hacer un correcto diagnóstico.

La autolesión, explicó, es cuando una persona se daña el tejido epitelial del cuerpo, a través de cortarse, quemarse o golpearse, por lo menos cinco veces en un año, para poder equilibrar sus estados aflictivos, como enojo, soledad, miedo, frustración.

Al desbordarse ese estado aflictivo es como estar en una tormenta emocional que no pueden controlar, entonces se autolesionan porque es más fácil liberarlo a través de un medio físico que emocional, y por ello se lastiman.

“Es más fácil sentir un dolor físico, cuidarlo y cubrir una herida física, que nadie la vea, que una herida emocional”, destacó la especialista egresada de la Universidad de las Américas al acotar que tienen resultado en el corto plazo, pero luego del desfogue viene la culpa, la vergüenza.

Una de las características de la autolesión es que se convierte en un ciclo, algo recurrente, porque las emociones se van acumulando (problemas familiares, escolares, de trabajo, de amistad, amorosas) y pueden llevar a esa acción si no se tiene autorregulación emocional.

Es una situación muy parecida a las adicciones, porque les resuelve las cosas a corto plazo, pero no en el largo plazo, cuando finalmente deben enfrentar las situaciones que les crean las tormentas de sentimientos.

Detalló que hay dos tipos de autolesión: la típica y la atípica, en la primera están el 10 o 12 por ciento de los jóvenes que consiguen regular sus emociones de diferentes formas, no las mejores, como el alcohol, las drogas, la violencia o la autolesión.

No es una situación de estado delirante ni tiene relación con la tristeza o depresión, pues cuando la última es controlada con un fármaco la autolesión se sigue presentando. La lesión puede bajar la angustia, pero no existe un medicamento que solucione la autolesión, aclaró.

Por su parte la autolesión psicótica es por un proceso delirante, en la que “escuchan voces” en su interior que les piden lastimarse, mutilarse, y son llevadas al hospital para atender la herida, lo que la diferencia de la primera, pues quienes sufren ésta lo que menos quieren es que se enteren que se están lastimando, acotó.

De los casos típicos, sólo el cinco por ciento llega al hospital y es porque “se les pasó la mano”, pero no por delirio, pues normalmente se hacen heridas superficiales, y si bien no es un intento de suicidio, esas personas son propensas a pensar en ello.

Cuando la autolesión ya no le resuelve la situación emocional, cuando alguien más se dio cuenta o cuando una persona se enteró y lo rechazó, entonces está más dispuesto a suicidarse. Por eso es importante conocer este problema, para tratarlo oportuna y correctamente.

Dora Santos aclaró que no hay señales previas que adviertan un cuadro de autolesión, pero existen manifestaciones a las que los padres deben poner atención para evitar que sus hijos caigan en dicho trastorno, como enojo con cierta violencia y que no puedan expresar lo que siente, lo que les está pasando.

Asimismo, cuando guardan muchos secretos o constantemente se avergüenzan o cambian constante de amigos, pero también cuando no quieren participar de actividades donde tengan que mostrar más su cuerpo, esas son señales a las que deben prestar atención, abundó.

La principal medida preventiva es mantener una comunicación abierta y sana con los hijos, “y eso no significa que puedas platicar con tu hijo de todo, porque tu hijo te va a contestar X.

“Pero si mi hijo sabe que yo no me angustio con su dolor, que no me asusta su enojo, que yo estoy firme y que lo que me interesa de mi hijo es qué le está pasando en sus emociones, eso es lo que mantiene una comunicación abierta”, puntualizó al subrayar que si un joven se autolesiona y el padre reacciona negativamente, no contribuye a la solución, al contrario.

Una segunda recomendación es que se vale rectificar, que si la primera reacción de los padres ante un hijo en esa situación es regañarlo, lo ideal es que cambien de parecer y manifiesten interés, preocupación por lo que está pasando, eso ayuda a que el hijo se sincere con ellos.

“Hay que aprender cómo escuchar para que tu hijo hable y a hablar para que tu hijo escuche, y eso está basado en los sentimientos de uno y de otro”, explicó al anotar que ha elaborado un protocolo para atención de jóvenes que se autolesionan y que se lo da a los hijos pero también a los padres.

Además, comentó, en el Apéndice de su libro “Autolesión. Qué es y cómo ayudar”, vienen 20 puntos en los que los padres deben poner atención para prevenir que sus hijos caigan en la autolesión.

En la solución de la autolesión no hay fármaco que ayude, lo mejor es acudir con un especialista que sepa enseñar autorregulación emocional, y el yoga y otras actividades similares, como el ejercicio físico, ayudan pero no son suficientes, lo mejor es ir a terapia.

Al respecto, refirió que la autorregulación emocional empieza por detectar lo que una persona está sintiendo en un momento dado, como enojo, tristeza, angustia, miedo, coraje, y a no juzgarse por ello y que de manera amable pueda indagar qué está pasando.

Porque tras esa situación mental viene la proliferación mental, que es una serie sucesiva de ideas negativas que profundizan el sentimiento adverso y no dejan ver con claridad la situación real. Hay técnicas para hacerlo, los especialistas las conocen, y entonces tener la capacidad de actuar sobre lo que le llevo a esta situación.

Por último, comentó que desde 2004 se dio a la tarea de investigar y de difundir este tema entre los mismos especialistas, porque hay muy poca literatura al respecto y muy pocos lo conocen; no lo saben diagnosticar y pueden confundirlo con otro trastorno, y tratarlo mal, lo que complica el caso en lugar de solucionarlo.

Por último, comentó que el 50 por ciento de las personas que se autolesionan lo dejan de hacer por sí mismos, y que del total la mitad de quienes la practican empieza por imitación y el resto por ensayo y error, es decir al romper un vidrio se cortan, al golpear algo se lastiman y descubren que eso tranquiliza su estado emocional.