Por Alejandro Aguirre Guerrero

 

Ambos quisieron y quieren gobernar Veracruz. Uno ya tuvo la oportunidad y perdió en las urnas; el otro, quiere intentarlo y en esencia le tocaría turno. Dicen llevarse muy bien, pero podría ser “bien, a secas”; sonríen ante las cámaras, se abrazan como hermanos, pero cuando los medios se van, las “cosas ya no son como antes”.

 

Lo que fue camaradería total, hoy, es parcial; antes, bromeaban de todo; hoy, aprietan los dientes para sonreír juntos; es normal, ambos quieren lo mismo. El desorden entre ellos lo puso el otro Yunes, el de “la casa de enfrente”, el azul, el que hoy gobierna. El plan era pasarse la estafeta, primero Héctor, después José, no pudieron hacerlo, se interpuso Miguel Ángel.

 

Tanto Héctor Yunes Landa como José Yunes Zorrilla buscan, aunque el segundo quiera verse más recatado por momentos, recuperar Veracruz para el PRI, los dos quieren ser candidatos. Por más que ambos deseen “ser felices”, la tercera en discordia, o sea, la política, los distancia.

 

Tenían una estrategia, uno gobernaría dos años, y el otro, los seis posteriores. No se pudo. Héctor Yunes perdió y con ello el pacto se rompió, no creo que por consenso. De respetarse el acuerdo “firmado de palabra”, José Yunes debería ser el candidato del PRI. Sin embargo, para que un convenio exista, ambas partes deben estar de acuerdo, y una de ellas, evidentemente, ya no lo está.

 

¿Cuál de los dos Yunes rojos significaría mejor competencia frente al PAN-PRD? La respuesta es muy sencilla: aquel que le “garantice” al partido cuando menos un millón de votos antes de arrancar campaña. ¿Los tiene Héctor?, ¿los tiene José?, voy más allá, ¿los tienen los dos juntos?, ¿serían pues, ambos, la mejor opción para intentar vencer al candidato del Gobernador?

 

El CEN del PRI tiene otras prioridades antes de pensar en Veracruz, la más importante, designar su candidato a la Presidencia; sin embargo, saben que el gran problema con los Yunes rojos es que si deciden por uno, el otro podría “llevarse todas sus canicas”. La dichosa unidad que tanto necesita un partido podría quebrarse. ¿Cómo actuar con los Yunes? Uno ya fue, pero se siente con “derecho” a repetir; el otro, no ha sido, y siente que por “derecho”, le corresponde.

 

Lo cierto es que cuando el CEN tricolor decida su abanderado en Veracruz deberá sentar a ambos Senadores, y si no se llega a un acuerdo, o alguno de ellos se pone “pesado” o amenaza con irse, optarán por dejarlos fuera a los dos, pues el “horno no está para bollos” en esta tierra. Hay una prioridad: ganar Veracruz para la Presidencial.

 

Ahora bien, el movimiento maestro del tricolor para Veracruz sería lograr que los dos Yunes, de verdad, (pero en serio, sin patadas por abajo del agua, sin traiciones entre los equipos), se unieran. Ahí, aunque suene muy descabellado, podrían tener condiciones de competencia.

 

Mientras no actúen los que deben actuar en Veracruz, sea por mandato “de arriba” o descuido, para la Vox populi estatal (es decir, los que votan), Héctor Yunes y José Yunes seguirán confrontados, aunque en el fondo (y quizá muy en el fondo), no sea así.

 

 

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