Ciudad de México, 17 de agosto.- El quetzal era un ave sagrada para algunas culturas antiguas del centro y sur de México. De hecho, los aztecas la asociaban con la deidad de Quetzalcóatl representada por una serpiente emplumada, y los mayas con Kukulkán, que era muy parecido, explicó Mauricio Ruíz Velasco, del Instituto de Investigaciones Filológicas.

De acuerdo con esta cosmovisión, se trataba de una epifanía con gran simbolismo, relacionada con el cielo y el sol, debido a las plumas tornasol de su larga cola, añadió el entrevistado.

Seguramente a estas culturas les llamaba la atención por su vuelo helicoidal o circular, un poco como el viento, que asemejaba a esas deidades, de ahí que siempre se asocia con la libertad.

Y efectivamente, los quetzales no pueden vivir en cautiverio, cuando los atrapan dejan de comer hasta que mueren, además no se reproducen fácilmente, necesitan estar en su hábitat natural para lograrlo.

En la cultura maya, sólo los grandes gobernantes podían usar y lucir este plumaje en sus vestimentas, eran un símbolo de prestigio y riqueza, además, representaban la vida, enfatizó.

Algunos investigadores han llegado a la conclusión que los antiguos mayas no mataban a estas aves para conseguir sus plumas, porque respetaban la vida y la naturaleza, sino que las obtenían cuando el quetzal mudaba su cubierta. Así, los quetzales eran tan preciados y sagrados que si alguien osaba matarlos se ganaba la pena de muerte, resaltó.

En la actualidad, se encuentran en peligro de extinción porque son aves asediadas por el tráfico ilegal y además su hábitat se encuentra en riesgo.

Regularmente, viven en bosques nubosos o mesófilos de montaña, que van desde mil a tres mil metros de altura. Los podemos encontrar desde México en la reserva del Triunfo en la Sierra Madre de Chiapas, algunas regiones de Guatemala, Honduras, e incluso en Costa Rica y hasta Panamá.

Así, no es fácil su conservación, pues se trata de una especie migratoria que requiere protección no sólo en los bosques donde anida, sino también a donde emigra. Además, la tala y conversión de los bosques donde habita, a cultivos de maíz y café, así como en pastizales para ganado, disminuye sus posibilidades de supervivencia.

Está considerada en peligro de extinción por la NOM-059-Semarnat-2010 donde se establece que debe ser protegida. Además, los países donde habita –incluido México— firmaron el acuerdo CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres), donde se regula el tráfico de especies amenazadas y se prohíbe capturar ejemplares vivos o muertos, e incluso, poseer sus productos o subproductos. Igualmente, se han establecido zonas protegidas para que su anidación sea protegida.

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