En México ya es lugar común ubicar una elección popular intermedia en la categoría equivalente a un plebiscito, es decir una medida de aprobación o desaprobación hacia el gobierno en turno.

Pero, al margen de si pudiera haber alguna correspondencia entre el resultado electoral y el desempeño de una gestión pública en funciones, al menos en Xalapa esa correlación no parece existir, si tomamos en cuenta el grado de insatisfacción del ciudadano xalapeño respecto a su ayuntamiento.

Porque, en efecto, en su desempeño de casi cuatro años Hipólito no abordó la solución de los problemas estructurales de la capital veracruzana.

Sin embargo, siguiendo la lógica del premio o castigo, habiendo emergido el actual alcalde de las filas morenistas, la inédita y abrumadoramente abultada votación a favor de Ricardo Ahued, le estaría confiriendo al alcalde Hipólito Rodríguez una calificación de excelencia y por extensión al gobierno del estado por el arrollador triunfo de Morena.

Frente a esta perspectiva cualquier científico social estaría obligado a revisar el teorema de inicio referido, porque simplemente no encaja.