Este día, Ricardo Ahued rendirá formalmente la protesta de ley para, a partir de mañana 1 de enero, asumir legalmente la grave responsabilidad de conducir el destino colectivo de la capital política de Veracruz en su calidad de alcalde para el periodo 2022-2025. Ahued Bardahuil ya tiene camino andado en ese menester pues dirigió los destinos de Xalapa durante el trienio 2004-2007, con otro gobernador, Fidel Herrera; ahora son otros tiempos, otras circunstancias y otro gobernador, Cuitláhuac García, ambos mandatarios con estilos diametralmente opuestos, de uno la historia ha dado ya su veredicto negativo, al otro aún está por saber el color, negro o rojo, con el cual será catalogado. No es ociosa la referencia a los mandatarios pues de su actitud y sinergia con el ayuntamiento de la capital depende en mucho la gestión de su alcalde. Pero en el caso de Ahued confluyen otros factores de características determinantes: su capacidad de gestión para bajar recursos disponibles de la agenda programática del gobierno federal será de vital importancia para el éxito de su administración, otro más de central valoración será el apoyo que pueda obtener del gobierno estatal. Ricardo Ahued es todo un caso político, en 2004 el PRI-gobierno solicitó su participación como candidato a la alcaldía Xalapeña para garantizar el triunfo electoral, fue casi condición sine qua non para conseguirlo y sin duda aportó votos favorables para la elección del candidato a gobernador en aquella elección de reñida competencia electoral. No debe ser muy cómodo el compromiso de Ahued respecto a la ciudadanía Xalapeña, pues siendo el funcionario edilicio que alcanza la alcaldía con el mayor número de votos en la historia de las elecciones municipales de Xalapa, constituye un serio compromiso en virtud las expectativas en él depositadas. Dos atenuantes tiene de inicio Ricardo Ahued en su grave responsabilidad: su antecesor le deja un parámetro cuya vara no sube mucho en la escala de las realizaciones, y visto así no se dificultará mucho superar ese parámetro, sumado a esa circunstancia el municipio de Xalapa “tiene todo por hacer”, según decía el clásico, pues los problemas fundamentales de la urbe siguen inéditos: suministro de agua entubada, movilidad ciudadana, nueva infraestructura y equipamiento urbano, limpieza del medio ambiente, permanecen casi intocables. La ciudadanía Xalapeña confía en Ahued, eso redobla su compromiso para no defraudarla. Pero ningún alcalde de Xalapa podrá iniciar la tarea de las grandes obras con solo las expectativas ciudadanas; requiere del apoyo de todos los habitantes de la conurbación, solo así podrá cumplir Ahued las perspectivas de buen crecimiento urbano. De sus inicios dependerá su capacidad de convocatoria para sacar a Xalapa de la categoría de ser una de las capitales estaduales urbanísticamente más retrasadas del país. Es ahora o nunca.