Dos discursos, dos visiones de país, dos proyectos de nación, dos actitudes diametralmente opuestas son las adoptadas en sus respectivos momentos por los presidentes mexicanos Vicente Fox (2000-2006) y Andrés Manuel López Obrador; el panista privilegió la presencia del presidente de los Estados Unidos, George Walker Bush (2001-2009), sobre la visita del Primer Ministro cubano, Fidel Castro Ruz (1959-2008), a la reunión de la Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo, celebrada en la ciudad de Monterrey, en marzo de 2002.

Fidel aceptó la “recomendación” de Fox de retirarse una vez concluida la comida para Jefes de Estado invitados, pero, a cambio hizo pública su nada cordial conversación telefónica con Fox, conocida como el “comes y te vas”. Fox fue exhibido por su obsecuencia hacia el presidente Bush al evitar que los personajes de antagónicos coincidieran en la Reunión. Ahora, sucedió todo lo contrario en la actitud del presidente López Obrador con su especial deferencia al presidente cubano, Miguel Díaz-Canel en el desfile conmemorativo del 16 de septiembre y agendarle espacio para su discurso.

Son momentos diferentes, en contextos muy diferentes, en el entramado de nuestras relaciones con el mundo exterior, nada que alarme, porque también en la década de los años 70 del siglo pasado el presidente Luis Echeverría se erigió en el “defensor” de los pueblos del Tercer Mundo, abrigando la esperanza del Premio Nobel de la Paz, pero finalmente ni uno ni lo otro se hicieron realidad. Nada nuevo bajo el sol.