A primera vista parecería burdo el argumento esgrimido por López Obrador en su planteamiento a los directivos priistas: “…seguir con el Salinismo como política o retomar el camino del presidente Cárdenas, el presidente Adolfo López Mateos…”, como si en realidad fuera esa su disyuntiva para adoptar el camino a seguir, entre rechazar la reforma propuesta por el presidente o votar en sinergia con Morena. Pero la intención conlleva doble filo: presionar para que en el PRI definan su posición respecto a la dicha reforma y, a la vez, generar la discordia entre los aliancistas, es decir, un solo tiro para dos jugadas. Es la vieja pero utilísima y con frecuencia exitosa estrategia del divide y vencerás empleada por Julio César, el divide et impera (“divide y domina”) o divide et vinces (domina y vencerás). O bien, aplicando la sabia reflexión de Maquiavelo: “desde hace un tiempo a esta parte, yo no digo nunca lo que creo, ni creo nunca lo que digo, y si se me escapa alguna verdad de vez en cuando, la escondo entre tantas mentiras, que es difícil reconocerla”. Por lo pronto ya se avispó la discusión al interior de Va por México y, obviamente, entre los priistas inconformes por la titubeante y sospechosa indefinición de su Directiva. De cualquier manera, no todos los diputados priistas votarían a favor de la reforma y la actitud de los senadores frente a esta pedrada a su línea de flotación, parece ser de oportuno rechazo.