Fue durante la década de los años noventa del pasado siglo cuando el PRI y el PAN unificaron esfuerzos para sacar adelante las reformas electorales de gran trascendencia para el país pues dieron rumbo diferente a los procesos electorales.
Por su parte, primero el Frente Democrático Nacional y el PRD después adoptaron la estrategia de la “intransigencia democrática” porque su concepción consistía en la tesis de que no habría democracia mientras el PRI figurara en el escenario nacional, así, el PRD se abstuvo de participar en la formulación de las reformas electorales de 1989-90, 1993 y 1994.
En aquellos tiempos el PAN rechazó la propuesta del PRD para formar una alianza contra el gobierno y prefirió el gradualismo concertando con el gobierno de Salinas y sumando a su cuenta gobiernos estatales de Baja California, Chihuahua y Guanajuato.
Para las reformas de 1996 el PRD se incorporó a las pláticas y acordaron sacar al gobierno del IFE, se creó el TEPJF, se acordaron las fórmulas de integración de las Cámaras Federales, que el gobierno y los delegados del D. F. fueran electos y establecieron condiciones de equidad para la competencia electoral.
La cuota de resultados electorales fue el fruto de los consensos de esos partidos: el PRD ganó el DDF, el PAN agregó Nuevo León y Jalisco a su extensión política territorial, ya tenía Querétaro, Guanajuato, Chihuahua y Baja California. El PRD sumaba a Michoacán. De allí hacia el 2000, la primera hecatombe priista.