En la mañanera del viernes pasado el presidente López Obrador aludió a los puntos tratados en su reunión con empresarios integrantes del Consejo Mexicano de Negocios, una de las cúpulas empresariales más importantes del país. El mandatario deslizó la posibilidad de introducir cambios en su iniciativa de reformas al sector eléctrico, aunque descartó los relativos al litio, cuya explotación debe estar a cargo del Estado mexicano. Este impasse da margen para suponer reconsideraciones acerca de asunto tan importante, y no se duda de la preocupación del presidente por la recrudecida reducción de inversiones en el país y la cada vez mayor aceleración de la fuga de capitales, lo cual da al traste con una pretendida recuperación económica ante el serio panorama de una inflación galopante de gran escala. Sin lugar a dudas, en este tema de los dineros públicos y privados, el discurso pudiera proseguir en la retórica actual, no así la estrategia para distender la pugnaz relación con la clase empresarial, un asunto de vital importancia. Si esta percepción es correcta, y en caso de no haber reversa, lo estaremos comprobando a través del discurso de los líderes camerales y empresariales en los próximos días y, ahora sí, el anuncio de inversiones en infraestructura se convierta den realidad. De otra manera, si la desconfianza e incertidumbre permea con mayor fuerza en el ámbito empresarial, proseguirá el retraimiento de la inversión privada, nacional y foránea, con el consiguiente perjuicio a los ingresos del gobierno.