En realidad, no sabemos el porcentaje de mexicanos a quienes convenza el discurso presidencial sobre la solución de los problemas nacionales en base a “la fórmula milagrosa consistente en combatir la corrupción”, partiendo de la idea, o creencia, que tal estrategia está dando efectivos resultados, suponiendo como realidad una gestión teóricamente exitosa del gobierno de Veracruz.

No obstante, si nos atenemos al contraste entre ese discurso y la situación económica, sanitaria, de inseguridad, desempleo que campean en el escenario nacional, no se advierten en el horizonte estatal ni nacional genuinos cambios en ese contexto, por lo cual se dificulta coincidir con el dicho presidencial.

Asegura el presidente que las decisiones tomadas en materia sanitaria son “las adecuadas”, aunque el balance hasta ahora no es favorable pues México figura en el cuarto lugar mundial de muertos por Covid-19, y destaca en defunciones del personal médico de primera línea. También habla de recuperación económica, cuando no alcanzamos siquiera los niveles previos al 2019. En materia de inseguridad perdemos la batalla porque la estrategia de “rescatar” a los jóvenes apoyándolos con sus programas sociales no resiste los suculentos sueldos ofrecidos por la delincuencia organizada.

Pese a todo eso, alienta que el presidente abandonó aquello de “la pandemia nos cayó como anillo al dedo”, porque ahora reconoce que “nos ha llovido sobre mojado” porque nos pegó muy fuerte la pandemia…”. Pero se mantiene la fe y la esperanza, dice, ¿hasta cuándo?