De paradojas está pleno el universo político, donde los aliados de hoy se tornan en adversarios mañana, y viceversa.
Es el caso de la actual alianza entre el PAN, el PRI y el PRD, partidos en pugnas entre sí desde su nacimiento y, sin embargo, por efectos de las circunstancias ahora militan en el mismo bando.
Está fresco el recuerdo de cuando, con todo el apoyo de su partido, en 2016 tres senadores panistas, encabezados por el coahuilense, Luis Fernando Salazar Fernández, presentaron denuncia por corrupción y nexos con la delincuencia contra el exgobernador priista de esa entidad Humberto Moreira (2005-2011) y su hermano Rubén, flamante coordinador de la nueva bancada de diputados priistas en la próxima legislatura federal.
No obstante, como en México es verdaderamente difícil encontrar un político sin larga cola sucia, del partido que sea, hay visos de denuncias ante la UIF contra Rubén Moreira y nada extraño sería que hubiera pruebas para sustentarlas, ¿lo apoyará el PAN?
Todo es posible en la estrategia para menguar al adversario y mantenerlo ocupado distrayéndolo de su Comisión o condicionarlo para apoyos en lo oscurito.