Por Edgar Hernández*

 

Es cierto que las guerras las escriben los vencedores, pero más cierto aquello de que quien olvida la historia corre el riesgo de vivirla dos veces.

En otro de sus múltiples regaños a la prensa veracruzana el señor gobernador Miguel Ángel Yunes Linares manifiesta enojo por la publicación de una nota en la que se exhibe que en la Secretaría de Gobierno, donde es titular Rogelio Franco Castán, los empleados facturan a cuenta del erario hasta los chicles que compran.

Airado el mandatario reclamó a los medios el que, según él, “nunca” hubieran señalado las comilonas que los funcionarios de anteriores gobiernos cargaban al presupuesto público en restaurantes de lujo.

Reclamo, desde luego injusto y hasta abusivo, ya que si de algo se ocupó por años la prensa veracruzana, la crítica –la que hace opinión- fue el destacar los abusos de poder del gobierno de Javier Duarte.

Tampoco de los días de la vida en rosa del duartismo sobrados de vinos, mujeres y dinero.

Siempre se dio cuenta puntual cuando en la plenitud del “pinche poder” el señor Duarte erogaba por gastos personales hasta 9 millones 870 mil pesos mensuales.

Hoy con amnesia intencionada el gobernador en funciones generaliza y descalifica a la prensa en una franca actitud yoyista, abiertamente narcisista, de ser él todo, ese todo que nos hacía falta–nadie cuenta para él-.

De ser quien llevó a la cárcel a Duarte, del  perseguidor de los rateros, de haber regresado la seguridad a Veracruz, de trabajar 20 horas al día, de ser austero y honesto.

En Veracruz, sin embargo, como en la política misma, hay memoria.

Fue la opinión pública. Fue todo un pueblo el que decidió juzgar y condenar a Duarte. El mismo que voto en su contra ¿equivocándose tal vez al elegir a Yunes Linares?.. ¡Tal vez!, pero siempre con la intención y el mejor deseo de que las cosas cambiaran.

Y en ese escenario jugaron un papel sustantivo los medios de comunicación social hoy despreciados por un régimen que desdeña su importancia y solo ejerce desquite.

Ahí, sin embargo, están los testimoniales que hablan por sí mismos. Ahí están esas crónicas que precipitaron la caída de Duarte.

“¡Si le pones una botellita de las que me gustan llego!”, decía Javier Duarte, un poco en broma un mucho en serio a quien osaba invitarlo a comer o a cenar” (la crónica fue escrita el 20 de septiembre del 2016).

“Y es que Duarte era de los que hablaba en dólares”, rezaba el epígrafe cuya nota reseñaba que tres mil dólares es lo que cuesta una botellita de vino de mesa de las muchas que acostumbró degustar, ya como jefazo, siempre acompañado de las mejores viandas.

Ese ha sido su tren de gastos personales Javier Duarte con cargo a su gobierno en el último lustro. Gastos que alcanzaron los 9 millones 870 mil pesos mensuales por comidas, transportes y esos “pequeños lujos” ¡porque creo que los valgo!

“Terrina de langostinos al punto ibérico, fue algo exquisito, de lo mejor que he comido en mi vida”, le dijo a los suyos cuando cambió ese precario menú de tacos al pastor de Bucareli o los cocteles de ostiones que invitaba el “Negro” Cruz que traía directamente, no de las playas jarochas, sino de una ostionería que tenía en la Calzada de La Viga.

Ya en la plenitud del “pinche” poder sobrevinieron las venganzas, los congelamientos, el agandalle,  los excesos.

Nunca se cansaron de llenarse de todo, cajas de huevo incluidas.

Hasta el hartazgo el champagne “Cristal” y esas fantásticas ocurrencias de la palomilla de aplaudidores de Duarte los fines de semana cuando se “sugería” al patrón ir “al otro lado del charco a una cenita” -de esas de a 10 mil dólares- “¡Tan solo para ver cómo se siente!”, dirían.

 

Así, los destinos preferidos en corto eran Houston, Miami, ir a ver a los Yankees de Nueva York y, por supuesto, las cenas de gala a Barcelona ¿dónde más?

Así, un buen día fue como conocieron el “Cellar del Can Roca”, el mejor del mundo, donde tres chefs se encargan de mostrar las bondades del comelitón.

Es ahí donde el menú de degustación es sumamente original.

La degustación –of course my horse- va acompañada de un Chateau Petrus 2005, ese Merlot que cuesta 3 mil 176 dólares la botella, cualquier baba de perico. O ¿qué tal un Romaneé Conti?.. Este Pinot Noir que, para ahorrar un poco, no rebasa los 4, 600 dólares (87 mil 400 pesos).

Pero eso sí, “¡sin olvidar los orígenes, cabrones!”.

“Mi reino por una torta, pero de La Rielera”, diría Duarte a quien los fines de semana le gustaba echar la güeva tirado en la cama king comiendo pizza con sus hijos luego de enviar a su jet más veloz a Córdoba o el helicóptero Bell Trexton, modelo 430, blanco con las insignias del gobierno de Veracruz, matrícula XC-VER, por tan apetitoso bocado que le recuerda su adolescencia cuando muy de madrugada salía a repartir el pan que horneaba doña Ceci, su mamá.

Esos excesos formaron parte de una dinámica de desgobierno que por estos días se le revierte minuto a minuto.

Según información consignada en el Decreto 319 del Presupuesto de Egresos del gobierno de Veracruz son más de 120 millones de pesos que de manera urgente se tiene que gastar cada año hasta completar los 720 millones en el sexenio.

Así y con esa friolera de dinero es que proporcionalmente gasta por día 329 mil pesos nomás en servicios personales.

Clases de golf por cinco mil pesos para el maestro Ignacio Villanueva de Ocampo. Para el maestro de música Juan Carlos Vázquez Galicia, 8 mil 400 pesos y para el entrenador de perros Orlando Ortega Martínez, 11 mil 250 pesos.

A la peinadora de Karime se le tiene asignado una pensión de 15 mil pesos; por dos maestras de niños 24 mil pesos. A la asistente 12 mil pesos y a una enfermera de niños 15 mil 500 pesos. Para las dos cocineras 23 mil pesos y a Carlos Alberto Lanza Ruiz, por un entrenamiento de baile en “tres pasos” (¿?) 12 mil 500 pesos ¿Será tango?

A varios trabajadores por “diversos mantenimientos” 84 mil pesos. A Arturo García, encargado de obra, 15 mil pesos y a Gustavo Adolfo Méndez, ayudante de chef 5 mil pesos, así como a la maquillista Betzabé Estévez Jácome 15 mil pesos.

Y se encontraron facturas del restaurante de pescados y mariscos “El Caribe” por los que el gobierno veracruzano pagó 57 mil 822 pesos el 4 de febrero de 2013 y 68 mil 817 pesos el 27 de marzo de 2013.

En una nota del 14 de marzo del 2012 se constata que a la Vinatería “El Barril” le pidieron licores y vinos por 225 mil 625 pesos y a la florería Nadine, en Xalapa, el gobierno le invirtió 15 mil 100 pesos en flores naturales para el 28 de diciembre de 2012, día de los inocentes.

Eso y muchísimas cosas más se publicaron en abierto durante el régimen de Duarte.

 

Ahora bien. Si al gobierno actual le pesa que se facturen los chicles, pues fácil, que se ordene no comprarlos más, así de simple.

Tiempo al tiempo.

 

*Premio Nacional de Periodismo