Ya en plena metamorfosis, desde su militancia priista, en Movimiento Ciudadano y ahora en Morena, donde funge o finge ser el directivo nacional, Mario Delgado arremete nuevamente contra el Instituto Nacional Electoral, al cual tiene amenazado con desaparecerlo.

Ya plenamente adaptado en su carácter de Camaleón político asume el discurso de su nuevo gurú y embiste al INE acusando a sus consejeros de obstaculizar la consulta popular del 1 de agosto próximo, ese show organizado al amparo de la simulación para “juzgar” a actores políticos del pasado, que en la simulación no son otros que los expresidentes del periodo “neoliberal” mexicano.

La actitud de Delgado se explica por el desinterés social en esa “consulta” montada solo para   hacer ruido mediático y entretener a la opinión pública con tema intrascendente, en un escenario donde la pandemia sanitaria y la delincuencia multiplican sus víctimas sin respuesta eficiente de las autoridades para evitarlo.

Es explicable la preocupación del dirigente de MORENA, porque para hacer vinculatorio el Sí de esa consulta se requiere la votación del 40% de los 93 millones 528 mil 473 empadronados, sea, que 37 millones 411 mil 389 de mexicanos, empresa ciertamente difícil porque el 1 de agosto está a la vuelta de casi un mes.

Pero ¿Qué culpa tiene el INE?