Está comprobado que, en el devenir de todas las civilizaciones y culturas, por diferentes motivos y circunstancias destacan ciertos individuos, de cuya notabilidad el ente colectivo comienza a mostrar el debido interés una vez desaparecidos del horizonte social contemporáneo.

A no pocos científicos, pintores, escultores, pensadores, la espesura de los acontecimientos opacó el protagonismo de su existencia, y en contraste algunos incluso fueron acremente criticados o tildados de dementes, viciosos y hasta quemados en la hoguera. La posteridad los rescató y los ha erigido en paradigmas sociales.

Ese fenómeno fue bien diagnosticado por nuestro vate Díaz Mirón: “El mérito es el náufrago del alma, vivo, se hunde; pero muerto, ¡flota!”. Así, el ciudadano excelso, camina entre sus contemporáneos, a veces inadvertido, otras más, criticado o incomprendido. Copérnico lo sufrió, Diógenes encerrado en su barril “estaba loco”, Aristóteles era “el pensador”, Maquiavelo ignorado, todo porque “así transita la gloria en este mundo”, decían en la Roma clásica.

Estas reflexiones las inspira un personaje xalepeño de nuestra actualidad, hiperactivo social, integrante de “ene” número de organizaciones civiles abocadas al bien social, de excepcional bonhomía, campeón de tiro, de ajedrez, de esgrima, de judo; un coleccionista contumaz.

No es político, mucho menos “grillo”, es “solo” un Ciudadano distinguido, es Pepe Zaiden Domínguez, el cronista emérito de Xalapa.