Xalapa, Ver., 20 de agosto.- Disfruta este domingo de nuestra sección Di-Versos Con-Sentidos, donde encontrarás poemas de Hijo del Vulgo, Tetrástrofo Monorrimo Alejandrino, Moisés Valdivieso; la reseña cultural sobre Marina Tsvetàieva en su tiempo y el arte visual de Romulaizer Pardo. Esperamos que sea de tu agrado.
≈POESÍA≈



≈reseña≈

Marina Tsvetàieva en su tiempo
Por: Ana Adylene Sánchez
¡Yo sé la verdad! ¡Fuera las verdades antiguas! ¡Gente contra gente no pelee más en la tierra! Mirad: ¡ya es tarde! Mirad: ¡ya viene la noche! ¿Qué estáis disputando, poetas, amantes, guerreros?
Hay que pensar en Marina Tsvetàieva en su tiempo. No como una poeta que escribió de su época para los demás, sino como la poeta que tuvo un contacto íntimo con el momento que le tocó vivir. Marina escribe y la tragedia emerge con sus versos. Incluso podríamos prescindir de su biografía, porque pienso que cualquier lector sensible es capaz de percibir que su vida fue adversa. La musicalidad de sus poemas disuade la angustia con las que muchas veces escribió, pero fue precisa con lo que deseaba trasmitir. Las emociones se vuelven un sentimiento compartido cuando hemos entrado en la profundidad de sus frases. Si Marina se niega a ser parte de lo que es, comprendemos qué está rechazando. Cuando se incluye, sabemos por qué lo hace. Al advertir, al exigir o reclamar, adivinamos que lo hizo para el hombre de su tiempo, pero su voz persiste, porque todas las épocas vienen con el hombre y su tragedia. El sufrimiento de Marina Tsvetàieva es personal, pero colectivo a la vez. Los paisajes rusos de las guerras sucesivas quedaron en la memoria escrita de la poeta. Su voz se sitúa cerca y luego se aleja. Tsvetàieva escribe como lo haría una mente crítica de la sociedad que la bordea, pero lo hace a partir del lenguaje poético; incluso pareciera que escribió para sí misma, sin embargo existe un sujeto. Nació en el crepúsculo del siglo XIX (1892), cuando el romanticismo se aparecía como fantasma en los círculos intelectuales rusos. Fue parte de las mutaciones culturales, políticas y sociales posteriores a la Rusia zarista. A sus 18 años y con su primera publicación en 1910, no obstante, la Guerra Civil la había traspasado (1905-1907); luego vinieron la Primera y la Segunda Guerra Mundial, la Revoluciòn Rusa, y finalmente el terror estalinista. Durante ese oscuro episodio Marina Tsvetàieva experimentó el abandono, con sus dos hijas; una de ellas muerta de hambruna en 1920. Posteriormente transitaría por las fronteras de Berlín, Checoslovaquia y Francia en el exilio. Le tocó observar la destrucción de su país mientras la Revoluciòn se alzaba. Y en el Moscú de los Soviets, padeció hambruna y todo tipo de privaciones, mientras su marido participaba en la guerra civil del lado del ejército blanco contrarrevolucionario. A causa de esto, algunos exiliados rusos consideraron “ambigua” la actitud de Marina hacia la Unión Soviética. Precisamente, Rusia se figura para Tsvetàieva la Patria, pero es la patria que la expulsa. Los rusos o cualquier otro son hombres que parecen no escucharle ni acompañarle.
Nostalgia de la patria: ¡qué fastidio! Después de largo tiempo delatado. Ya me es indiferente dónde sentirme sola. Caminar sobre piedras, A casa con la cesta. La casa que no es mía: Hospital o caserna. Me da igual quien me mire como a un león cautivo. Cuál es el clan humano que me ha expulsado- siempre- Muy dentro de mí misma, Osa polar si hielo. Dónde no poder convivir (¡ni lo intento!). Dónde me humillarán-da lo mismo-. No, mi lengua natal ya no me engaña, ni materna, me engaña su llamada. Ya me es indiferente en qué lenguaje no seré comprendida por el hombre. (Lector, devorador de toneladas de periódicos, adicto al cotilleo…) Él es del siglo veinte; Yo: ¡fuera de los siglos! Enhiesta como un tronco, resto de la alameda. Todo y todos son iguales, igual indiferencia. Lo natal, lo pasado, rasgos todos y marcas: toda fecha borrada- donde ha nacido el alma. Mi tierra me ha perdido, Y el que investigue, astuto, El ámbito de mi alma-¡mi alma toda! no estará en la traza. Las casas son ajenas y los templos vacíos. Me da lo mismo todo. Mas si aparece un árbol en el camino, un serbal…
En este poema Marina está sola, en el exilio. La mujer que habla es la mujer aislada con un pasado y un presente trágico, expulsada de su tierra a la que culpa pero admite. Un tanto resignada pero convencida de que ha trascendido. Marina quiere escaparse de su siglo, pero el siglo la envuelve. Es su tiempo, son las guerras, son los rusos, los alemanes, los franceses a quien y de quien escribe. ¿Quién como Marina no se sintió expulsado de su tierra, recriminó a su Patria, rechazó la voz maternal que ya no engañaba? ¿Quién como Marina no sintió la indiferencia, la incomprensión del “clan humano”? Por esta razón las palabras de Marina Tsvetàieva, aunque plasman un dolor íntimo son extrapersonales. Fluyen de su percepción de la realidad, con los elementos de su época y el hombre de entreguerras. Un ejemplo es “Versos a Chequia”:
Lágrimas en los ojos: ¡de cólera y amor! Està Chequia llorando y España ensangrentada. ¡Una montaña negra Recubre todo el mundo! Ha llegado la hora: ¡despide al creador! Me niego a formar parte del Bedlham inhumano. Me niego a convivir Con los lobos, en la plaza. Me niego a aullar con bestias de los valles, Y me niego a nadar río abajo, de espalda. Prescindo de orificios para oír, de ojos para ver. A tu mundo sin juicio mi respuesta: renuncio.
Una vez más Tsvetàieva no quiere ser parte de su tiempo, tampoco condescender con la brutalidad que observa. En su creación poética existe un elemento ético, y podemos agregar que ella asumió sus palabras. El rechazo hacia el mundo, la no aceptación condensada en una situación histórica concreta, en realidad sitúan a nuestra poeta en un plano donde tendríamos que pensarlo metafísico.
≈ARTE VISUAL≈


Arte visual de Williams Paul