Creo que nadie en Veracruz puede, con justicia, regatearle al gobernador Cuitláhuac García Jiménez su condición de hombre de bien. Quienes le buscan y le buscan por dónde pegarle siempre terminan ridiculizados en su intento.

Se trata de un hombre que ni mandado a hacer para encarnar a la Cuarta Transformación en Veracruz: un vecino de vida modesta en la colonia Progreso, que desde su entorno familiar, en la niñez, aprendió con el ejemplo de sus padres el valor de la austeridad digna, la dedicación a los estudios, la vocación de la docencia, la capacidad de indignarse ante las injusticias sociales y la tranquilidad de caminar por la calle con la conciencia tranquila.

En resumen, tenemos un Gobernador como hacía muchísimos años que no se veía en nuestro Estado, muy alejado de la clase de sátrapas que hasta hace poco habitaron el Palacio de Gobierno y la Casa Veracruz.

Un solo dato nos lo pone en perspectiva: es el primer Gobernador en 20 años que en lugar de aumentar la deuda, la redujo. Para ser precisos, le bajó 5 mil millones de pesos a los pasivos heredados. No le va a dar tiempo de pagarla toda, porque es una monstruosidad de deuda, pero sí podrá dejarle, a quien lo suceda, mejores condiciones para gobernar.

Como militante que soy del movimiento transformador de México y de Veracruz, el que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador, no puedo menos que expresar mi apoyo absoluto al jefe político de Morena en Veracruz: nuestro Gobernador.

Apoyarlo es un acto de mínima coherencia. Si él representa todo por lo que hemos luchado, es lógico que cuente con mi respaldo indudable, sin reservas, ni reticencias.

Basta ver la calaña de quienes lo atacan para saber que, al lado de Cuitláhuac, estamos del lado correcto de la lucha democrática.

Afortunadamente, la gente sabe la verdad. La gente nota la diferencia entre los de antes y el de ahora. En el fondo, ese es el ardor de los detractores.

Diputado Local. Presidente de la Junta de Coordinación Política