UN BANCO VIVO DE SEMILLAS

Por: Sofía Lail Lugo Castilla y Simoneta Negrete Yankelevich

Red de Ecología Funcional, Instituto de Ecología A.C. 

 

Palabras clave

semillas, maíz, red de intercambio

 

Resumen

La red de intercambio de semillas de maíz es indispensable para la producción de las milpas y para la conservación de los maíces nativos de México. Que este proceso cultural y ecológico siga su curso beneficia al mundo entero y a las generaciones futuras. En este artículo te contamos por qué.

 

 

En la región del Cofre de Perote, como en muchas otras zonas del país, las familias campesinas cultivan la milpa para su propio consumo año con año. En la milpa siembran principalmente maíz, frijol, calabaza y chilacayote (una calabaza de alta montaña) (imagen 1), junto con muchos otros cultivos que cambian de familia en familia, de pueblo en pueblo y de región en región. En la milpa también crecen quelites, que son plantas silvestres comestibles y que se usan en diversos platillos. Para los campesinos del Cofre de Perote, como para todos los mexicanos, el maíz es la base de la alimentación, y para tener suficiente alimento durante todo el año, los campesinos necesitan asegurarse de tener semillas de calidad cada ciclo agrícola. En cada cosecha se seleccionan las mazorcas más bonitas para sembrarlas el próximo temporal. Una mazorca bonita es grande, tiene los granos grandes, el olote delgadito y no tiene ninguna plaga. Además de esta selección, otra forma en que los hogares obtienen semillas es intercambiando con familiares, amigos y conocidos. Este intercambio forja una red constituida por todas las familias que dan y reciben semillas de maíz en las comunidades de la región (imagen 2).

 

Imagen 1 (Maíz, frijol y calabaza). Cosecha de maíz, frijol y calabaza, las tres plantas base de la milpa (Foto Sofía Lugo Castilla).

 

Pero, ¿por qué dar y recibir semillas si se puede guardar la propia? Las razones son muchas y una de ellas es mantener el abasto. Por ejemplo, hay familias que tienen terrenos pequeños y el maíz que obtienen no es suficiente para el consumo del año, por lo que no les es posible guardar mazorcas para semilla. Algunos años, aunque se siembre en un área de terreno considerable, la cosecha no es tan buena por alguna razón, como la llegada de huracanes que tumban las plantas. En estas ocasiones, se pierde la semilla de esa familia. Entonces otra familia de la comunidad o de comunidades aledañas le regala o le intercambia semillas de siembra por maíz para comer. Hay situaciones en las que las familias tienen terrenos en distintos lugares o rentan terrenos, ya sea en la misma comunidad o en comunidades cercanas, y trabajan una parcela diferente cada año. Como las semillas están adaptadas a condiciones ambientales muy específicas, si los terrenos tienen características distintas, de altitud o tipo de suelo, y siembran las mismas semillas que sembraron en el otro terreno, el maíz no se da bien. Por esto, necesitan pedir semillas a las personas que siembran cerca del nuevo terreno para asegurar la cosecha.

 

Imagen 2 (Red de intercambio de semillas). En la red de intercambio de semillas del Cofre de Perote, son comunes los intercambios entre los hogares de la misma comunidad, sin embargo, también es frecuente que las familias intercambien con hogares de otras comunidades aledañas y que compren semillas híbridas en las tiendas agrícolas de las zonas urbanas (Elaborado por Sofía Lugo Castilla).

 

Hay otras razones para intercambiar semillas que no tienen que ver directamente con el abasto. Es frecuente que cuando las familias notan que otros productores tienen alguna variedad de maíz distinta o que están produciendo mazorcas más grandes o más bonitas, les piden que les compartan. Los productores buscan maíces con características agronómicas favorables, por ejemplo, que la caña engruese menos, maíces que no han sido sometidos a fertilizantes químicos y que están adaptados al manejo con abonos orgánicos, maíces que son más resistentes a las plagas, o que se dan más rápido en el ciclo agrícola. Todas estas razones que impulsan a los productores a intercambiar semillas, mantienen vivas las redes de semillas que, a su vez, hacen que los maíces nativos de nuestro país continúen su proceso de domesticación, al tiempo que refrescan su material genético para que la especie, con sus razas y variedades, no se deteriore o caiga en endogamia (es decir, que se pierda la diversidad genética en el nivel local). El que un cultivo tan fundamental para la alimentación en el mundo como el maíz mantenga su diversidad genética y proceso de domesticación en un centro de origen es vital para la humanidad y su futuro. México es centro de origen del maíz y los centros de origen funcionan como reservorios vivos de los cultivos, como especies de bancos donde se resguarda la diversidad genética, que luego sirve como materia prima para desarrollar variedades nuevas que se adapten a distintas situaciones climáticas y de suelos, o que sean capaces de enfrentar brotes de plagas. En este momento, que todos los cultivos del mundo están enfrentando cambios climáticos sin precedente, es más importante que nunca conservar vivos los procesos y tradiciones de conservación de semillas en los centros de origen (imagen 3).

En la región del Cofre de Perote, como en muchas otras de México, las semillas son un bien común y la red de intercambio funge como un banco vivo de semillas. Las familias dan semillas con gusto, pues dicen que “la semilla no se le niega a nadie” y que “la semilla no se vende”. Al dar semillas, las personas tienen la seguridad de que, si en algún momento a ellos les faltara, podrían acudir con la familia a la que se las dieron y adquirir semillas fácilmente. De esta forma, siempre tienen asegurado el acceso a una semilla de buena calidad adaptada a las condiciones locales y que cumple con sus gustos y necesidades culinarias (imagen 4).

 

Imagen 3 (maíces). (milpa). Gracias al trabajo de las familias campesinas, el maíz y la milpa siguen adaptándose a las condiciones ambientales actuales (Sofía Lugo Castilla).

 

Una de las amenazas latentes para la continuidad de la red de semillas es la proliferación de las semillas híbridas, que provocan que la red se fragmente. Las semillas híbridas, producidas por compañías agroindustriales, están seleccionadas para dar maíces que no pueden reutilizarse fácilmente como semilla y tienen que comprarse año con año en tiendas agrícolas de los centros urbanos más cercanos a las comunidades. Además, se trata de plantas que necesitan crecer con insumos de fertilizantes agroindustriales, lo que eleva los costos de producción. Las familias empiezan a depender del mercado para el suministro de semillas, provocando que cada vez menos personas den y reciban semillas nativas. Esto hace difícil que siga el proceso evolutivo de domesticación en las parcelas, que se redistribuyan semillas diversas en caso de pérdida y que el acceso a las semillas para las familias menos favorecidas sea cada vez más difícil, provocando finalmente migración hacia las urbes y debilitando cada vez más las redes de semillas. Con las condiciones actuales y futuras del cambio climático, será necesario que las familias campesinas en el mundo entero puedan acceder a las variedades de maíz que mejor se adapten a los cambios, y la red de intercambio de semillas en los centros de origen como México, jugará un papel importante para mantener la fuente de diversidad necesaria. Es por esto que las semillas nativas y su red de intercambio son tan importantes tanto para las familias campesinas como para todas las personas que dependemos del consumo del maíz como base de nuestra alimentación. Aquí te sugerimos que, cuando compres tus tortillas, preguntes con qué maíz fueron hechas. Elije siempre aquellas producidas con maíz nativo de tu región, con esto apoyarás a que las redes de semillas continúen existiendo y la diversidad de maíces nativos de México siga viva, para los mexicanos y para el mundo.

 

Imagen 4 (semillas de Xico Viejo). Gracias a la selección, resguardo e intercambio que han hecho las familias desde tiempos ancestrales, tenemos el maíz que comemos ahora (Foto Sofía Lugo Castilla).