• José Santiago Francisco es el primer totonaco egresado de un doctorado en la UV 
  • Desarrolló la tesis El aprendizaje del lenguaje como parte de la historia de desarrollo de la persona entre los totonacos de Filomeno Mata, Veracruz. Kataxtu nkoko’, katanu ntachiwiin
José Santiago Francisco, del Doctorado en Investigación Educativa

José Santiago Francisco, del Doctorado en Investigación Educativa

 

Karina de la Paz Reyes Díaz 

Xalapa, Ver.- José Santiago Francisco, egresado del Doctorado en Investigación Educativa (DIE) que imparte el Instituto de Investigaciones en Educación (IIE) de la Universidad Veracruzana (UV), es el primer totonaco que obtiene dicho grado académico en esta institución, gracias a la investigación “El aprendizaje del lenguaje como parte de la historia de desarrollo de la persona entre los totonacos de Filomeno Mata, Veracruz. Kataxtu nkoko’, katanu ntachiwiin”.

Se trata de un estudio sobre la adquisición tardía de la lengua y su relación con la concepción de la persona; para ello José Santiago examinó el paso del habla infantil a la adulta, como parte de un proceso de desarrollo. 

Quería analizar si el español está desplazando o no al totonaco, a través de la cuestión de la adquisición, porque en ese caso no es enseñado, sino que se aprende en el uso. 

Trabajó en el manejo de los clasificadores numerales del totonaco, a través de pruebas de conocimiento aplicadas a mil 335 niños de primaria, secundaria y telebachillerato de la comunidad de Filomeno Mata, a lo que se suman otras más que aplicó a personas adultas y otros niños. 

Explicó que cuando se cuenta en su lengua se da más información: “No es como en el español que se dice uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete; en totonaco necesitas decir si es plano, alargado, si tiene panza, si es persona o animal, todo eso se categoriza en totonaco. Quería ver cómo se manejaba en los niños y cómo es que emergen esos clasificadores a lo largo de los primeros años de vida”. 

Hay algo que llaman simbolismo sonoro, hay alternancia de sonidos que marcan grados de percepción o de sensación; por ejemplo, la libélula, que en totonaco se llama skatkutu, tiene que ver con que ‘saca poquita agua’, mientras sqat es “acarrear agua”, esa alternancia de sonidos marca grados de intensidad. Eso fue de las primeras cosas que me llamaron la atención. 

Los resultados confirmaron que alrededor de los 11 años, los niños totonacos cobran conciencia de su proficiencia lingüística y tratan de cuidar su lengua, hablan con registros correctos y abandonan actitudes y formas propias del habla infantil, lo que coincide con las teorías sobre el desarrollo de la persona como ser autónomo y social. 

No obstante, la investigación también evidenció cómo este manejo se vafectado por un contexto que promueve el uso del español. Ello es más notorio en la población infantil, en cuyos hogares se les habla de modo ocasional o no se les habla en totonaco. 

Con base en su investigación, el entrevistado destacó que la adquisición de la lengua se debe al uso. Si bien hay teóricos que dicen que primero se aprende lo concreto y después lo abstracto, o que primero se aprenden los nombres y después los verbos, “lo que el trabajo muestra es que tiene que ver, sobre todo, con el uso”. 

En ese contexto, insistió en la importancia de no abandonar las lenguas de las comunidades originarias no creer lo que se ha dicho de ellas; por ejemplo, que no tienen gramática o que si las enseñan a sus hijos entorpecerá el conocimiento del español. 

La defensa de su tesis se desarrolló el 27 de febrero y los integrantes del jurado fueron Rosa Graciela Montes, de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla; Bárbara Blaha Pfeiler, de la Universidad Nacional Autónoma de MéxicoGunther Dietz y Dora Elizabeth Granados, de la UV; Minerva Oropeza, del CIESAS. Así como Irlanda Villegas y Shantal Meseguer en calidad de suplentes. 

El jurado aprobó la tesis por unanimidad y destacó el esfuerzo que supone realizar una tesis multidisciplinar, que pretende generar aportes para diferentes campos como la antropología, la sociología del lenguaje, la psicolingüística, la sociolingüística, el aprendizaje de lenguas, la semántica. 

El ahora posgraduado respondió desde un enfoque intercultural a cuestiones sobre el despertar del habla, el desplazamiento y cambio lingüístico, el papel de la escuela y la familia en la conservación de las lenguas minorizadas, tanto desde el punto de vista de la cultura totonaca como desde los estudios interculturales. 

 

Conservar lo propio

El entrevistado señaló la importancia de comprender el valor de la lengua y la cultura originarias: “Lo que quiero es que la gente entienda que puede ser sin dejar de ser; es decir, yo puedo ser antropólogo lingüista, doctor en Educación, pero eso no quiere decir que tengo que abandonar lo propio”.

“El lenguaje encierra conocimiento y si lo despreciamos es hacerlo a nuestros ancestros, a quienes nos antecedieron. Algunos tienen vergüenza de hablar totonaco o alguna lengua mesoamericana; más bien, que nos dé vergüenza no hablar esas lenguas. Lo otro es que no veamos normal que sólo se hable español”.  

José Santiago es originario de Filomeno Mata, Veracruz, es egresado de la Licenciatura Antropología Lingüística de la UV y de la Maestría en Lingüística Indoamericana adscrita al Centro de Investigación y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), Ciudad de México.