Mapas, Herramienta contra desastres naturales
Rafael Villegas Patraca y Cesar Gallo Gómez
Inecol/Uspae
Seguramente, en alguna ocasión has escuchado en distintos medios de comunicación, que los “fenómenos naturales” son cada vez más frecuentes, intensos e impredecibles. Por principio de cuentas, un fenómeno natural es definido como un movimiento o transformación que tiene lugar en el planeta sin intervención humana, a su vez pueden ser de tipo atmosférico (p. ej. la lluvia, huracanes), geológico (p. ej. los deslizamientos de tierra, sismos o las erupciones volcánicas) o de otro tipo como incendios forestales (Figura 1).
Sin embargo, en ciertos casos tanto por su magnitud como por la presencia de condiciones de riesgo, dichos fenómenos afectan a la población humana ya sea de forma indirecta limitando o modificando sus actividades, causando daños en la infraestructura o recursos naturales como cultivos, o incluso de forma directa provocando lesiones, enfermedades o pérdiad de vidas humanas, convirtiéndose así en lo que se denomina “desastres naturales2 (Figura 2).
El ser humano habita prácticamente en todo el planeta, pero dependiendo de las condiciones físicas y bióticas de cada región, existe mayor propensión a padecer ciertos tipos de desastres naturales. Por ejemplo, la región capital del estado de Veracruz que incluye Xalapa y municipios aledaños es una zona donde existen una gran cantidad de cuerpos de agua como ríos y arroyos, en donde periódicamente se presentan lluvias torrenciales, con muchas zonas donde el terreno es accidentado (con pendientes pronunciadas) y la vegetación es escasa o no existe (debido a diversas actividades humanas). A estas condiciones solo hay que adicionar la presencia de construcciones o centros de población, lo que da como resultado que estos sitios sean muy propensos a presentar afectaciones directas o indirectas para la población por inundación o deslizamientos de tierra.
Identificar los fenómenos naturales que pueden convertirse en un desastre natural en una región determinada, es un difícil e importante reto para la ciencia, que se puede resolver gracias a la aplicación de avances tecnológicos y metodológicos como los Sistemas de Información Geográfica (SIG o GIS por sus siglas en inglés). Los SIG son herramientas computacionales diseñadas para trabajar con información geográfica, como tipo de suelo, cobertura vegetal, pendiente del terreno, corrientes/cuerpos de agua, cantidad de precipitación pluvial e incluso la ubicación de centros de población y en donde además se pueden simular condiciones ambientales. Al combinar y analizar dichos datos es posible predecir desastres naturales que podrían ocurrir en determinado sitio, qué áreas pueden presentar un mayor nivel de riesgo o estimar las pérdidas y afectaciones que puede ocasionar. Adicionalmente con base en esta información es posible categorizar eventos potenciales, su magnitud y sobre todo, ubicarlos en el terreno, y representarlos gráficamente en mapas de riesgo (Figura 3).
La información generada en los mapas de riesgo puede ser de gran utilidad para tomadores de decisiones y dependencias gubernamentales, pues al conocer los sitios más propensos a sufrir afectaciones por fenómenos naturales, podemos: 1) clasificarlos de acuerdo al nivel de riesgo, 2) restringir o supervisar actividades de construcción de viviendas e infraestructura, 3) considerar acciones que disminuyan el factor de riesgo, 4) generar planes de evacuación de la población y de esta manera minimizar principalmente las afectaciones que esta pudiera padecer. Adicionalmente pueden ser útiles en la planeación del adecuado crecimiento de las ciudades considerando las condiciones que impone la naturaleza (Figura 4).