- Investigadores del Instituto de Neuroetología y de la universidad sueca han realizado estudios referentes a nivel mundial
- Han demostrado la capacidad olfativa y gustativa de esta especie catalogada en peligro de extinción
- Destaca el trabajo de Laura Teresa Hernández Salazar y Matthias Laska, especialistas de ambas instituciones
Claudia Peralta Vázquez
31/03/2020, Xalapa, Ver.- Investigadores del Instituto de Neuroetología de la Universidad Veracruzana (UV) y de la Universidad de Linköping, Suecia, han demostrado de manera experimental la capacidad olfativa y gustativa del mono araña (Ateles geoffroyi), catalogado dentro de las 25 especies de primates en peligro de extinción.
Dicho estudio, desarrollado en la región de Catemaco, Veracruz, es resultado de la estrecha colaboración que desde 1996 la UV mantiene con Matthias Laska, investigador de esa universidad y especialista en fisiología sensorial y biología de la conducta.
Al lado de Laura Teresa Hernández Salazar, del Instituto de Neuroetología, desarrollaron esta investigación sobre la química sensorial de primates mexicanos, que actualmente es referente a nivel mundial.
Por lo tanto, sus hallazgos han permitido conocer más acerca de la biología química de esta especie, pues el mono araña posee una sensibilidad olfativa muy fina que le sirve para desplazarse en su entorno y le permite la elección precisa de frutos maduros.
Sobre este descubrimiento, Matthias Laska expresó: “El mono araña es mucho más sensible de lo que se creía, o de lo que se había descrito”.
Con ello, se rompe el esquema de que los animales con olfatos más poderosos son los perros, gatos o roedores, y que la respuesta fisiológica va más allá del tamaño de las estructuras o del número de genes presentes, dijo.
Laska comentó que, desde la década de los noventa, su gusto por la investigación y las oportunidades lo llevaron a iniciar una colaboración con la UV, después de que una de sus colegas asistió a un congreso donde conoció a un investigador del Instituto de Neuroetología, experto en primates.
Tras contactarlo, recuerda de forma grata cómo Ernesto Rodríguez Luna, entonces director del Instituto de Neuroetología, lo invitó a visitar las instalaciones que albergan a los primates. Ese momento marcó el inicio de una larga colaboración y experiencia en México.
Desde entonces inició largos recorridos de su lugar de trabajo (primero Alemania y actualmente Suecia) a la ciudad de Catemaco, Veracruz, donde una o dos veces por año invierte semanas en la prueba y diseño de diferentes métodos para trabajar con monos araña.
Entre 1997 y 1998 surgieron las primeras estudiantes mexicanas formadas por Matthias Laska: Edith Carrera Sánchez y Laura Teresa Hernández Salazar. Con esta última ha tenido una colaboración ininterrumpida desde hace más de 23 años.
A partir de ese momento, periódicamente han llegado otros estudiantes, principalmente de la Universidad de Múnich y de la Universidad de Linköping, quienes han realizado su trabajo de campo en las reservas Isla Agaltepec y Unidad de Manejo Ambiental (UMA) “Hilda Ávila O’Farril”, a cargo del Instituto de Neuroetología.
A la fecha, son más de 20 estudiantes los que se han formado en esta línea de investigación bajo la supervisión del especialista, quien cuenta con más de 130 publicaciones en revistas de alto impacto, la mayoría de ellas realizadas en conjunto con los alumnos.
Es importante mencionar que sus trabajos, principalmente experimentales, se han centrado en determinar la capacidad sensorial de diferentes especies de mamíferos ante estímulos con relevancia biológica.
Para ello emplea metodologías no invasivas y ha mostrado que, a través del entrenamiento, es posible medir la respuesta y sensibilidad sensorial de los individuos ante diferentes estímulos.
Hace 30 años realizó estudios iniciales en la investigación sensorial con murciélagos frugívoros y se basaron en la sensibilidad y capacidad de discriminación de estos mamíferos hacia olores de frutos.
Los resultados mostraron que estos animales poseían una respuesta muy sensible hacia olores frutales, entonces surgieron preguntas acerca de la capacidad que otros mamíferos podrían tener y si esto se asociaba con su dieta. Por lo tanto, dio continuidad al desarrollo de trabajos con humanos, cerdos de Guinea y monos ardilla.