- Carlos Chávez y Benjamin Britten abordaron las tragedias ocasionadas por infecciones masivas
Jorge Vázquez Pacheco
05/04/2020, Xalapa, Ver.– Aunque son numerosos los ejemplos de creaciones pictóricas y literarias que ilustran las consecuencias de pestes y epidemias, en la escena operística los ejemplos no son abundantes, pese a que este tipo de desgracias han sido parte esencial en la historia de la humanidad.
Por ejemplo, la “peste negra” a mediados del siglo XIV liquidó a millones de personas. Se calcula que la mitad de la población en Europa desapareció víctima de ese mal, con sensible impacto también en Asia y África. En el continente americano, el aniquilamiento de las etnias precolombinas y las culturas respectivas se debió, en gran parte, a las enfermedades que arribaron con los conquistadores y no sólo al poderío destructor de su armamento.
En estos casos, los virajes sociales y económicos fueron sustanciales y dieron paso a la sensible transformación que no sólo consistió en la recuperación de los niveles poblacionales. En Europa, aquella mortandad ocasionó una crisis de mano de obra disponible para la producción de alimentos, con el consecuente debilitamiento del sistema feudal y el acumulamiento de riquezas entre la burguesía. En el México inmediato a la Conquista, la desaparición de ocho de cada 10 indígenas dio lugar al tráfico de esclavos africanos y el establecimiento inicial de lo que actualmente identificamos como nuestra “tercera raíz”.
Nos interesa ahora la consideración hacia dos dramas musicales que nos conducen hacia aquella clase de adversidades. La primera es The visitors, del compositor mexicano Carlos Chávez (1899-1978) sobre un texto del poeta norteamericano Chester Kallman (1921-1975) y estrenada en Nueva York en 1957 con el título Panfilo and Lauretta. Después de diversas modificaciones, la versión definitiva fue presentada en México con motivo de las Olimpiadas.
La acción se centra en las experiencias de cuatro personajes –Lauretta, Elisa, Pánfilo y Dioneo– sobrevivientes de una destructiva epidemia y que se recluyen en una pequeña villa con la intención de pasar el tiempo de la mejor manera posible, a la espera de que se disipe el peligro y se aleje la mortandad. En una reiteración del procedimiento escénico conocido como “teatro dentro del teatro”, representan una serie de fábulas e historias dramatizadas hasta que el inevitable arribo de extraños termina por contaminar la estancia y a los protagonistas.