- El sureste mexicano cuenta con una disponibilidad cercana al 70 por ciento, expuso Luis Brito Castillo, investigador del CIBNor
- Participó en el Seminario “La Red de Desastres Asociados a Fenómenos Hidrometeorológicos y Climáticos (REDESClim) frente al Covid-19”
Existen acuíferos sobreexplotados situados en la cuenca del río Lerma (Guanajuato y Querétaro), en la región de La Laguna (Coahuila y Durango), en la península de Baja California, Aguascalientes, Chihuahua y Sonora
Para lograr la sustentabilidad hídrica en 2030 se proponen inversiones para cuatro ejes temáticos: cuencas en equilibrio, 306 mil millones de pesos; ríos Limpios, 114 mil millones de pesos, y cobertura universal, 215 mil millones de pesos
Claudia Peralta Vázquez
Xalapa, Ver.- La Agenda del Agua 2030, publicada en 2011, establece que dos terceras partes del país disponen del 31 por ciento de agua, mientras que por la humedad que lo rodea, el sureste mexicano cuenta con un recurso cercano al 70 por ciento, expuso Luis Brito Castillo, investigador del Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (CIBNor).
El miércoles 17 de junio, el especialista participó en el Seminario Nacional “La Red de Desastres Asociados a Fenómenos Hidrometeorológicos y Climáticos (REDESClim) frente al Covid-19”, a través de la plataforma de Zoom.
En el foro impartió la charla “Analogía del olvido, ¿estamos preparados para afrontar una crisis de recursos hídricos?”, donde hizo una analogía entre la pandemia actual de coronavirus que enfrenta la humanidad, y la pérdida de recursos hídricos que buscar revertir la Agenda del Agua 2030.
Resaltó que en la elaboración y diseño de este documento se consideró la problemática del agua en un contexto regional y nacional. Resalta que, en las dos terceras partes donde se dispone del 31 por ciento del agua, habita el 77 por ciento de la población y ahí se produce el 87 por ciento del producto interno bruto (PIB).
También, destacó que existen acuíferos sobreexplotados situados en la cuenca del río Lerma (Guanajuato y Querétaro), en la región de La Laguna (Coahuila y Durango), península de Baja California, Aguascalientes, Chihuahua y Sonora.
Se estima que en todos ellos se ha perdido entre el 20 y 25 por ciento de su reserva original, lo que equivale a unos cinco mil 400 millones de metros cúbicos al año.
En este sentido, para lograr la sustentabilidad hídrica se proponen cuatro ejes temáticos e inversiones al 2030: cuencas en equilibrio, 306 mil millones de pesos; ríos Limpios, 114 mil millones de pesos; cobertura universal, 215 mil millones de pesos.
El cuarto corresponde a asentamientos seguros frente a inundaciones catastróficas con una inversión equivalente a los 107 mil millones al 2030, donde se busca consolidar los servicios hidrológicos regionales y nacionales, y acelerar el programa de modernización del Servicio Meteorológico Nacional (SMN).
Entre las iniciativas de carácter general se plantea propiciar que la comunidad científica y tecnológica contribuya de manera efectiva a la formulación y despliegue de la política de sustentabilidad hídrica.
Los objetivos de la Agenda del Agua 2030 plantean otros puntos como: mejorar la oferta de agua, vigilancia, monitoreo y evaluación ambiental; revertir la injusticia hídrico-ambiental; volver autosuficientes las finanzas del agua; restaurar las cuencas, acuíferos, ríos, lagos y humedales del país; proteger a las comunidades humanas y no humanas frente a los desastres hídricos; y mejorar sus capacidades de mitigación y adaptación a los efectos de cambio climático.
Por otra parte, desarrollar alternativas técnicas, organizacionales y culturales que conduzcan al máximo ahorro posible de agua para la producción y el consumo, reduciendo al mínimo sus huellas hídricas, energéticas y ecosistémicas.
Brito Castillo dio a conocer que la Agenda del Agua 2030, la cual aborda la gestión hídrica de México, cita tres etapas principales. La primera, se cree que inició en 1926 con la creación de la Comisión Nacional de Irrigación, cuya intención fue privilegiar la oferta y la demanda.
Ese periodo destacó por la implementación de una red de presas, acueductos, pozos, redes de suministro de agua. Asimismo, más del 80 por ciento de los hogares alcanzaron el suministro de agua, desarrollo de una extensa superficie agrícola de riego y soporte a la expansión de la planta industrial del país.
Sin embargo, también hubo consecuencias, pues para mediados de la década de los setenta fue evidente la sobreexplotación de acuíferos, contaminación de ríos y lagos y una pobre calidad en servicios de agua potable, así como una mayor vulnerabilidad a inundaciones por uso de suelos.
Entre 1935 y 1966 ya se sabía que la extracción de agua se realizó sin conocer con certeza el potencial que teníamos, y para 1975 que había 32 acuíferos sobreexplotados, mismos que se incrementaron a 104 en 2006.
Cabe destacar que los 104 acuíferos sobreexplotados suministran cerca del 80 por ciento del volumen total de agua que se extrae del subsuelo.
La segunda etapa inicia en 1989 con la creación de la Comisión Nacional del Agua y un cambió de visión, pues en lugar de incrementar la oferta, era hora de controlar la demanda, a través de un régimen de concesión de derechos.
A inicios de este siglo se ingresó a la tercera etapa, debido a lo que se conoce como la hipótesis del calentamiento global.
Por tanto, el objetivo de esta agenda radica en consolidar una política de sustentabilidad hídrica y entregar a la siguiente generación un país con cuencas y acuíferos en equilibrio, ríos limpios, una cobertura universal de agua potable y alcantarillado y asentamientos seguros frente a inundaciones catastróficas.
Con respecto a la pandemia del Covid-19, resaltó lo escépticos que podemos llegar a ser porque simplemente es un virus invisible, lo cual es equivalente a catástrofes como las inundaciones, donde se espera la advertencia de la autoridad para actuar.
Ante el coronavirus lamentamos el número de muertes, y lo mismo ocurre con las sequías, pues se ha documentado que han destruido civilizaciones enteras. Asimismo, se dice que tras la contingencia habrá una crisis económica global como nunca se había visto y, eventualmente, una recuperación.
Por tanto, si de alguna forma se logra la creación de ahorros y técnicas para incrementar el abastecimiento de agua, también se podrá hablar de una recuperación, pero dependerá mucho de las condiciones que se establezcan.
Durante la plática también planteó que todo esto debe afrontarse con responsabilidad, especialmente la preparación de cuadros que garanticen una correcta gestión del recurso y ocupen los puestos de mando.