- José Manuel Castrejón Vacio, especialista en atención integral del consumo de drogas, participó en el IX Foro Académico Investigación-Acción en la Prevención del Consumo de Drogas
- Invitó a reflexionar sobre las adicciones y replantearse si en realidad se trata de una enfermedad crónica
Claudia Peralta Vázquez
Xalapa, Ver.- José Manuel Castrejón Vacio, especialista en atención integral del consumo de drogas, destacó que el problema de las adicciones va más allá de un cerebro disfuncional, pues situaciones traumáticas vividas durante la infancia determinarían la vulnerabilidad y comportamientos compulsivos futuros, tales como el consumo de drogas.
En el marco del IX Foro Académico Investigación-Acción en la Prevención del Consumo de Drogas, realizado los días 5 y 6 de noviembre y organizado por el Instituto de Ciencias de la Salud (ICS) de la Universidad Veracruzana (UV), a través de la Maestría en Prevención Integral del Consumo de Drogas, y la Red Veracruzana de Investigación en Adicciones, Castrejón Vacio impartió la ponencia “Emociones, cogniciones y adicciones”.
En su participación por Zoom, dijo que la historia natural de las adicciones corresponde a un problema que pasa por distintas etapas y en cada una requiere de ciertas intervenciones.
La adicción, dijo, se define como una enfermedad crónica cerebral con recaídas, caracterizada por la búsqueda del uso compulsivo de drogas a pesar de las consecuencias.
“Es un cerebro adicto que tiene una falla en las conexiones intersinápticas y en las huellas de los nervios receptores, lo cual va modificando la estructura, el funcionamiento y, por lo tanto, la compulsión de las personas para consumir sustancias.”
Con relación a este enfoque, afirmó que es uno de los de mayor aceptación dentro del campo científico en la actualidad, pues es avalado por experimentos en ratas.
Sin embargo, el fenómeno de las adicciones, más allá de la interacción muy reduccionista de droga–sujeto, tiene muchas más variables.
Lo que es un hecho, es que al igual de quien consume sustancias psicoactivas o tiene una dependencia a los videojuegos, también experimenta falta de control, deterioro social y consumo riesgoso a pesar de las manifestaciones.
A decir del especialista egresado de la Maestría en Atención Integral del Consumo de Drogas de la UV y Licenciado en Psicología Clínica por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el problema de las adicciones va más allá de un cerebro disfuncional, por lo que el esquema reduccionista no permite entender todos los aspectos sociológicos y familiares que intervienen en este fenómeno.
En esta lógica, señaló, podría plantearse que el ser humano es más complejo y que los modelos multifactoriales podrían ayudar a entender mejor el fenómeno de las dependencias, sin descartar los aspectos biológicos.
Por tanto, invitó a reflexionar si realmente el consumo de drogas es una enfermedad crónica, “sabemos que el 95 por ciento de las personas que han dejado de fumar lo han hecho porque un día lo decidieron, lo mismo en algunos casos con el consumo excesivo del alcohol, o de algún tipo de droga”.
Consideró que, si bien es una enfermedad crónica y un trastorno resultado de factores genéticos o ambientales, el enfoque sociológico plantea que las adicciones son formas de adaptación a una sociedad desadaptada, una forma de adaptarse a la cultura del hiperconsumo, la manifestación de un problema más profundo o el rostro visible de problemas de fondo.
En este sentido, se habla no sólo de la parte de química cerebral, sino de sistemas de creencias, de personalidades, familias, necesidades emocionales insatisfechas, de faltas de respaldo y, en general, de una incapacidad de enfrentar la vida y de una personalidad que ha tenido limitaciones para crecer y evolucionar.
El experto manifestó que el trauma es una exposición a acontecimientos estresantes que de alguna manera han sobrepasado los mecanismos de afrontamiento de la persona y no puede ser digerida.
Por lo anterior, dichas situaciones traumáticas llegan a definir la forma en que las personas habrán de vivir en etapas subsecuentes, incluso hay explicaciones neurofisiológicas que dicen que individuos expuestos a esto no llegan a desarrollarse adecuadamente, “sobre todo para favorecer esta conexión que pudiera haber entre el cerebro emocional con la parte de la corteza prefrontal”.
José Manuel Castrejón añadió que esta limitación determinará la manera en cómo las personas vivirán sus emociones, entenderán y reaccionarán dejando huellas que invariablemente se repetirán a lo largo de su vida.
“Experiencias en la niñez determinan una limitación en el desarrollo emocional, social, cognitivo y, por tanto, la adaptación de comportamientos que ponen en riesgo la salud, principalmente en etapas posteriores como la adolescencia, cuando desencadenan enfermedades, discapacidad y hasta muerte temprana.”
El resultado es que, a los 13 años, cuando por primera vez consumen alcohol, mariguana y sustancias como el cristal, van a experimentar una profunda sensación de placeres y tranquilidad que nunca habían sentido, expresó.
“Esta experiencia se convertirá en algo trascendente que dejará huella y se convertirá en una dinámica compulsiva.”