SUSTRATO ORGÁNICO PARA EL CRECIMIENTO VEGETAL
Por: Mario Domínguez-Gutiérrez, Rigoberto Gaitán-Hernández, Isabelle Barois-Boullard, Itzel Moctezuma-Pérez, Guadalupe Torres Martínez
Red Manejo Biotecnológico de Recursos y Red de Ecología Funcional, Instituto de Ecología A.C.
Con que frecuencia nos preguntamos ¿De dónde vienen nuestros alimentos? y, sobre todo, ¿Cómo cultivan estos alimentos que consumimos a diario?
Afortunadamente cada vez es mayor la inquietud al respecto, pero es consecuencia de desafortunadas prácticas extractivistas en el campo, a los monocultivos y al uso de fertilizantes sintéticos y pesticidas que han llevado no solo al desgaste del suelo, con una importante reducción de sus nutrientes y de microorganismos benéficos para el reciclaje de la materia orgánica en el mismo, sino a la acumulación de toxinas en los alimentos agrícolas que se producen y consumimos habitualmente.
Sin embargo, también existen maneras cada vez más eficientes, en términos de sustentabilidad, para producir alimentos, sin comprometer a la naturaleza y a la salud pública. Uno de estos casos es la producción de hongos comestibles, en donde se aprovechan los residuos orgánicos de la agroindustria local, tales como, los rastrojos y bagazos que resultan durante la cosecha de los cultivos. Estos residuos son de gran utilidad para el crecimiento de hongos comestibles como las setas y champiñones; no obstante, esta forma de cultivo no está exenta de generar su propia cuota de residuos, pero, aunque resulte paradójico, una visión holística entre el cultivo de alimentos, la generación de sus residuos y su reciclaje es posible y viable. Como bien lo dijo Lavoisier “La materia ni se crea ni se destruye, sólo se transforma…”. Sin embargo, antes tenemos que resolver el problema conceptual y profundamente prejuiciado que se ha generado hacia lo que representa el residuo para nuestra sociedad (lo que resta de algo sin utilidad aparente), y para romper este paradigma solo basta detenernos a observar como en la naturaleza no existe tal cosa como “los residuos”. Siempre existe un organismo o grupo de organismos, sin importar lo pequeños que sean, que están en algún eslabón de la cadena trófica, reciclando e incorporando energía al ambiente en forma de aire, suelo y agua limpia, estamos hablando de un sistema íntegramente eficiente.
Lo que tenemos que hacer entonces, es intentar acercarnos a esa eficiencia en nuestras prácticas de producción y consumo. Y es que, así como los hongos cultivados aprovechan los residuos para su crecimiento, los residuos generados a su vez por esta práctica también pueden volver a utilizarse a través del lombricompostaje, para reducir, en primera instancia, el volumen de residuos acumulados, hasta en un 60% (Figura 1). Más allá de la reducción volumétrica de los residuos, el humus obtenido, como consecuencia de la fuerte interacción de las lombrices con los microorganismos, es un sustrato altamente enriquecido de nutrientes, microrganismos benéficos y materia orgánica recién formada, los mismos que se están agotando en el suelo por su sobreexplotación y causas antes mencionadas de un extractivismo desmedido. Nuestra investigación continua gracias al apoyo del proyecto CONACyT-FORDECyT 273647.
El humus generado del cultivo de hongos comestibles no solo puede contribuir enormemente a una agricultura menos dependiente de fertilizantes sintéticos, es además una potencial alternativa para el manejo de nuestros residuos orgánicos domésticos, municipales e industriales. Que incluso por la propia naturaleza del humus, que es preponderantemente materia orgánica “literalmente viva”, puede enmendar los suelos erosionados y degradados por la actividad antropocéntrica de nuestra Era. ¡Ahora nuestras ciudades deben regresarle al campo lo que le hemos extraído!
Alternativas para una buena alimentación, para el manejo de residuos y, sobre todo, para una responsabilidad con los recursos naturales hay muchas, pero es necesario adoptarlas y asumirlas desde lo individual con el replanteamiento ideológico de lo que debe significar el residuo, en nuestros hogares, para su generación y manejo, y en lo colectivo, ser crítico y enérgico en las demandas en materia alimentaria y agropecuaria. Ahora, no olvidemos que lo que determinemos en esta Era del Antropoceno será el parteaguas para alcanzar una genuina sostenibilidad de la vida como la conocemos hasta ahora.
Pies de figuras:
- Figura 1. Los residuos del cultivo de champiñón pueden ser reducidos a través del tiempo por lombricompostaje y obtener un sustrato estabilizado y enriquecido útil para el crecimiento vegetal. Autor: Mario Domínguez-Gutiérrez
- Figura 2. El reciclaje de los residuos a través del lombricompostaje, donde la base de la pirámide representa metafóricamente el volumen total de los residuos orgánicos y las consecuencias de manejos menos sostenibles, que conllevan a la acumulación de contaminantes y sobre toda perdida de materia orgánica, conforme ascendemos a la pirámide, el volumen de residuo es reducido, así también los patógenos, metales pesados y contaminantes. Obtenemos un sustrato estabilizado que incluye ácidos húmicos y hormonas promotoras de crecimiento vegetal (H₂S: Ácido sulfhídrico, HCl: Ácido clorhídrico, NO3-: Nitratos, SO₄²-: Sulfatos, Cl-: Cloruros). Autor: Mario Domínguez-Gutiérrez
- Figura 3. “La materia ni se crea ni se destruye, sólo se transforma”. Antoine-Lauren Lavoisier (1743-1794). Autor: Tomado de https://es.wikiquote.org/wiki/Antoine-Laurent_de_Lavoisier