10 PRINCIPIOS PARA GUIAR LA SIEMBRA DE ÁRBOLES

Por: Fabiola López Barrera y Víctor Manuel Vásquez Reyes

Red de Ecología Funcional, Instituto de Ecología A.C. 

 

Resumen

La moda de sembrar árboles de forma masiva puede llevarnos a prácticas costosas, ineficientes e incluso nocivas para los ecosistemas. Presentaremos 10 principios para guiar eficientemente la siembra de árboles.

 

Palabras clave

Reforestación, restauración, revegetación

 

Diversas campañas globales e iniciativas nacionales se encuentran en una carrera por sembrar árboles, incluso buscando romper récords del mayor número de árboles sembrados en el menor tiempo posible. Se ha señalado que sembrar billones de árboles sería la solución al cambio climático. Diversos expertos en el mundo han demostrado que la moda de sembrar árboles puede llevarnos a prácticas costosas, ineficientes e incluso nocivas para los ecosistemas nativos y que además no son la única solución al cambio climático. Si se plantan los árboles equivocados en un lugar inadecuado, las especies exóticas pueden desplazar a las especies autóctonas y consumir mucha más agua que las plantas del lugar, afectando los servicios ambientales. En algunos casos, las prácticas de reforestación pueden ser ineficientes cuando se considera su alto costo y la baja sobrevivencia de los árboles. Otro riesgo para la conservación de los bosques ocurre cuando existe un mayor estímulo económico para sembrar árboles que por conservar los árboles existentes. Es en estos casos que muchos propietarios podrían talar zonas boscosas y selváticas para luego sembrar árboles y obtener ingresos.

Aquí listamos diez recomendaciones generales que considerar antes de iniciar con campañas de reforestación (modificados de Brancalion y Holl 2020 y Di Sacco y col. 2021).

Figura 1. Se muestra la complejidad de un bosque conservado que al ser destruido tardará décadas en recuperarse parcialmente pues mucha biodiversidad aun incluso es desconocida. Fotografía de V. Vásquez-Reyes

  1. Proteger primero los bosques existentes y detener o mitigar las fuentes de perturbación. Debemos priorizar la reducción de la tala ilegal y degradación por un manejo no sustentable de los bosques. Un árbol tropical puede llegar a vivir en promedio 180 años y tardar décadas en reproducirse (Fig.1). No sabemos si los árboles que sembremos ahora lograrán a adaptarse a las condiciones del cambio climático en el futuro, por ello la importancia de conservar lo que ya existe.
  2. Crear la infraestructura, la formación de capacidades locales y el suministro de semillas. Lograr la reforestación a gran escala requiere primero invertir en viveros de biodiversidad nativa y promover la formación de capacidades locales. Deben ubicarse y conservarse los árboles semilleros, no solo dentro de los bosques sino también en los remanentes en paisajes agrícolas y establecer mecanismos para protegerlos.
  3. Utilizar material vegetal con variación genética y de procedencia adecuada. Debe invertirse en asegurar protocolos de colecta de semillas de diferentes árboles y de las localidades adecuadas para no afectar la viabilidad de las plantaciones y de las poblaciones de árboles aún existentes en las áreas a reforestar.
  4. Utilizar la opción de la regeneración natural siempre que sea posible. Dejar que los bosques se regeneren de forma natural en algunos casos es mucho más barato y eficaz que plantar árboles (Fig.2). Es importante pensar en el bosque en su conjunto, no sólo en árboles. Por ejemplo, sembrar arbustos, instalar refugios para la fauna, etc.

    Figura 2. Una vez que se recupera la topografía y la dinámica de inundación en los proyectos de restauración de hábitat, los árboles de mangles pueden recolonizar las áreas sin necesidad de invertir en un costoso programa de reforestación que además genera muchos residuos plásticos. Fotografía de V. Vásquez-Reyes

     

  5. Seleccionar las zonas adecuadas para la siembra. Se deben empatar los sitios para reforestar con las especies que pueden crecer con esas condiciones. No deben reforestarse áreas en donde los ecosistemas nativos nunca han tenido árboles como componente principal (Figs. 3 y 4). Hay que considerar que se pueden enriquecer los bosques degradados o ampliar los que ya existen.

    Figura 3. Se muestra en primer plano un ecosistema (vegetación natural de montaña) que no tiene árboles como componente principal. La variedad de especies que ahí viven se han adaptado a sus condiciones particulares de suelo y clima y sembrar árboles exóticos podría llevar a la extinción local de varias poblaciones de plantas y animales. Fotografía de V. Vásquez-Reyes

     

    Figura 4. Muestra de un ecosistema que no tiene árboles como componente principal. Las dunas costeras son ecosistemas formados por montículos de granos de arena, son altamente dinámicos y cuando tienen vegetación esta es de tipo herbáceo y arbustivo. Sembrar árboles para fijar las dunas es una práctica común pero que altera la dinámica de estos ecosistemas. Fotografía de V. Vásquez-Reyes

     

  6. Integrar la toma de decisiones en todas las fases del proceso. Deben equilibrarse los objetivos ecológicos y las aspiraciones sociales con la participación de los propietarios, poblaciones, organizaciones y gobiernos a todas las escalas.
  7. Tratar de sembrar la máxima biodiversidad nativa del ecosistema. Esto permitirá cumplir múltiples objetivos (regulación de ciclos hídricos, control de erosión, recuperación de polinizadores, captura de carbono, etc.). Al plantar, utilizar una mezcla de especies de árboles y arbustos, dando prioridad a las especies autóctonas que favorecen las interacciones con la fauna y la biodiversidad de todo el ecosistema, así como minimizar o excluir el uso de las especies exóticas.
  8. Planificar y conciliar los diferentes usos de la tierra. Debe considerarse el paisaje alrededor de las plantaciones para evitar un futuro cambio de uso de suelo o afectaciones por actividades productivas o urbanas de los sitios adyacentes. Los sitios dedicados a la reforestación no deben provocar deforestación en áreas aledañas para compensar el potencial uso agrícola.
  9. Aprender con la práctica. Gestionar de forma adaptativa, es decir, ajustándose a los resultados, evaluando el éxito en un plazo suficientemente largo, mínimamente en los primeros 5 años. Las iniciativas de reforestación deben basarse tanto en las mejores pruebas científicas como en los conocimientos de la población local.
  10. Buscar garantizar la sostenibilidad económica. Las iniciativas de reforestación tienen muchas más probabilidades de éxito a largo plazo si los beneficios e ingresos del proyecto superan a los que podrían generarse con el uso de la tierra para otros fines, como la agricultura. Los ingresos deberán repartirse equitativamente entre todas las partes interesadas a fin de evitar conflictos y desigualdad social.

 

Bibliografía:

  1. Brancalion, P. H., & Holl, K. D. (2020). Guidance for successful tree planting initiatives. Journal of Applied Ecology57(12), 2349-2361.
  2. Di Sacco, A., y colaboradores (2021). Ten golden rules for reforestation to optimize carbon sequestration, biodiversity recovery and livelihood benefits. Global Change Biology, 27(7), 1328-1348.

 

Créditos de figuras:

Foto 1 a la 4: V. Vásquez-Reyes

Foto slider Inecol y El Portal: Fabiola López Barrera