MANTÍSPIDOS – MOSCAS MANTIS

Daniel Reynoso-Velasco1 y Sandra M. Ospina-Garcés2

1Red de Biodiversidad y Sistemática, Instituto de Ecología, A.C., (INECOL), Carretera Antigua a Coatepec Núm. 351, El Haya, Xalapa, Veracruz 91073, México. (correo electrónico: daniel.reynoso@inecol.mx)

2Centro de Investigaciones Tropicales (CITRO), Universidad Veracruzana, José María Morelos No. 44 y 46, Col. Centro, Xalapa, Veracruz 91000, México. (correo electrónico: ospinagarcess@gmail.com)

 

Figura 1. Similitud del sistema raptor en mantíspidos (Neuroptera) y mántidos (Mantodea). cx = coxa, fe = fémur, pt = protórax, tb = tibia, tr = trocanter, ts = tarso. Imágen: Daniel Reynoso-Velasco.

Resumen:  Los mantíspidos son insectos pertenecientes a la familia Mantispidae del orden Neuroptera.  Son superficialmente parecidos a los insectos mántidos (Mantodea) debido a las características convergentes del primer par de patas raptoras y el protórax alargado y con forma cilíndrica.  Aunque su nombre común es moscas mantis, no están cercanamente relacionados ni con las moscas ni con los mántidos.  Los adultos de estos insectos son depredadores generalistas, algunos de los cuales mimetizan avispas.  Las larvas de una de las subfamilias se alimentan exclusivamente de huevecillos de arañas, para lo cual han desarrollado diferentes estrategias para tener acceso a ellos.  Las especies en esta familia tienen una distribución mundial, con al menos 11 de ellas reportadas para México.

 

Palabras clave: insectos, Mantispidae, Neuroptera, depredadores, mimetismo.

 

Los insectos de la familia Mantispidae, comúnmente llamados mantíspidos o moscas mantis, pertenecen al orden Neuroptera, cuyo nombre proviene de las palabras griegas “neuron” (= nervio) y “pteron” (= ala), en referencia al patrón en forma de red que forman las venas longitudinales y transversales en ambos pares de alas.  Este orden es holometábolo, sus especies tienen un desarrollo que incluye las fases de huevo, larva, pupa y adulto.  Neuroptera está compuesto por cerca de 6,000 especies descritas en 15 familias, las cuales se distribuyen en todos los continentes, excepto en el Antártico.  El orden es muy antiguo; los fósiles documentan la presencia del grupo ya durante el Pérmico tardío, hace unos 250 millones de años.

Los mantíspidos adultos son depredadores generalistas de tamaño pequeño a mediano, sus alas son ovaladas y alargadas, con el par anterior de 5–30 mm de largo y usualmente más largas que el abdomen.  Las patas frontales son raptoras y presentan una morfología característica que incluye una coxa alargada y cilíndrica; el fémur robusto, aplanado lateralmente y con estructuras en forma de espinas; y la tibia arqueada que, junto con el fémur, funcionan a manera de tijera para atrapar y sujetar a su presa mientras se alimentan de ella.  Estos insectos son superficialmente parecidos a los insectos del orden Mantodea, los bien conocidos y comúnmente llamados mántidos, mantis religiosas o campamochas.  Esta semejanza se debe principalmente al parecido del primer par de patas raptoras y el protórax (primer segmento del tórax) alargado y con forma cilíndrica en ambos grupos.  Esta característica representa un claro ejemplo de lo que en biología se conoce como “convergencia evolutiva”, en la cual ciertas estructuras, presentes en al menos dos grupos o linajes no cercanamente emparentados, tienen una apariencia y función similar.  Estas estructuras son denominadas análogas, y a diferencia de las homólogas, no están presentes por haber sido heredadas a partir de un ancestro común; en realidad, su origen se debe a que ambos grupos, mantíspidos (Neuroptera) y mántidos (Mantodea) en nuestro ejemplo, históricamente han ocupado un nicho ecológico similar, adaptándose de forma muy parecida a presiones selectivas que son comunes para ambos grupos.  En este caso en particular, el tipo de presas de las que se alimentan ambos grupos muy probablemente fue la presión selectiva que favoreció la aparición de un sistema raptor similar.  Las patas raptoras se consideran una adaptación para la captura y manipulación de presas, la cual está presente en diferentes grupos de insectos depredadores que no tienen un ancestro común inmediato, no están cercanamente emparentados.

Hasta hace poco la familia Mantispidae incluía un total de aproximadamente 400 especies descritas a nivel mundial, mismas que estaban clasificadas en cuatro subfamilias: Calomantispinae, Drepanicinae, Mantispinae y Symphrasinae.  En un estudio reciente esta última subfamilia fue encontrada más cercanamente emparentada con miembros de la familia Rhachiberothidae (Neuroptera), por lo que los autores propusieron transferir a Symphrasinae, con cerca de 30 especies del nuevo mundo (12 especies de México), a Rhachiberothidae.  Las especies de Calomantispinae se distribuyen en Australia, Norte- y Centroamérica, Drepanicinae tiene representantes solo en Australia y Suramérica y Mantispinae es de amplia distribución (cosmopolita).  En México se ha registrado la presencia de al menos 11 especies de mantíspidos, los cuales son representantes de las subfamilias Calomantispinae (1 especies) y Mantispinae (10 especies).

Figura 2. Ejemplar de Climaciella brunnea (Say). Se ha propuesto que esta especie mimetiza avispas de la subfamilia Polistinae. Ejemplar fotografiado en el sureste de San Luis Potosí, México. Fotografía: Daniel Reynoso-Velasco.

El conocimiento sobre aspectos de la biología y ecología de Drepanicinae y Calomantispinae es escaso, siendo Mantispinae el grupo mejor conocido.  Las larvas de las especies de esta subfamilia son depredadoras exclusivas de sacos de huevos de arañas (ej., arañas lobo de la familia Lycosidae).  Para tener acceso a estos sacos las larvas utilizan dos estrategias: una de ellas consiste en penetrar directamente en sacos previamente construidos, es decir, abrirse camino entre los hilos de seda que forman el saco, mientras que la otra estrategia implica abordar una araña para posteriormente introducirse en el saco mientras esta lo construye.  En esta segunda estrategia la larva puede pasar algunos días sobre la araña antes de que esta comience la elaboración del saco, el cual contendrá y protegerá sus huevecillos.  Durante este tiempo es común que la larva se situé sobre el pedicelo, una estructura estrecha que conecta, a manera de puente, el cefalotórax (cabeza + tórax) y abdomen de la araña.  En este lugar la larva está segura, pues las patas de la araña no la alcanzan fácilmente para removerla y al ser una estructura con tejido delgado, la larva puede insertar su aparato bucal en forma de estilete para alimentarse de los fluidos corporales de la araña.  Esta estrategia es muy antigua, ha sido documentada en una pieza de ámbar Báltico, un fósil de entre 38 y 48 millones de años de antigüedad, en el que claramente se observa una larva de mantíspido de gran tamaño sobre una araña de la superfamilia Clubionoidea.  Una vez que la larva accede al interior del saco comienza a alimentarse de los huevecillos, perforándolos y drenando su contenido.  Es dentro del saco que la larva continua su desarrollo, siendo casi la final de este cuando el adulto farado (adulto aún cubierto por la cutícula de la pupa) utiliza las mandíbulas para cortar las capas de seda, de su propio capullo y del saco de huevos de la araña, para escapar y terminar su desarrollo al deshacerse de la cutícula pupal y extender sus alas.  El adulto libre y capaz de volar ocupará su tiempo en alimentarse y buscar pareja para reproducirse.

Otro aspecto muy interesante de estos organismos es la presencia de mimetismo en algunas especies.  El mimetismo es la similitud en forma o color, entre otros, de dos o más organismos que comparten el mismo hábitat, por el cual al menos uno de ellos obtiene un beneficio.  Hay estudios que proponen que miembros del género Climaciella Enderlein (Mantispinae), en particular la especie C. brunnea (Say), mimetizan avispas de la subfamilia Polistinae (Vespidae).  La similitud de esta especie con las avispas está dada por su coloración, forma del cuerpo, postura y comportamiento.  Pero, ¿qué beneficio podría obtener el mantíspido al mimetizar a la avispa?  Al parecer, esta similitud podría persuadir a los depredadores para no molestar a los mantíspido, pues las avispas mimetizadas son agresivas.  Otro posible beneficio considera que estas avispas visitan flores para alimentarse, lo mismo que otros insectos como abejas, moscas, mariposas, escarabajos, entre otros.  El mantíspido podría tomar ventaja de su similitud con la avispa para no ser percibido como un depredador y así poder atrapar y alimentarse de los otros insectos que visitan las flores.

Figura 3. Ejemplar de Dicromantispa interrupta (Say). Ejemplar fotografiado en el sureste de San Luis Potosí, México. Fotografía: Daniel Reynoso-Velasco.

Referencias

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Reynoso-Velasco, D. (2007) Mantispidae (Neuroptera) de México. Tesis Licenciatura, Facultad de Ciencias, Universidad Nacional Autónoma de México.

Reynoso-Velasco, D. y Contreras-Ramos, A. (2008) Mantispidae (Neuroptera) of Mexico: distribution and key to genera. Annals of the Entomological Society of America, 101, 703–712.

 

 

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