- Originario de Praga y xalapeño por adopción, forma parte del cuerpo académico de Jazzuv
- Espera estrenar pronto su Concierto para trombón, banda de jazz y orquesta
Xalapa, Ver.– Jakub Dedina, trombón segundo en la Orquesta Sinfónica de Xalapa (OSX), es originario de la ciudad checa de Praga, donde inició su preparación artística, la cual continuó en el Festival de Aspen, Colorado (Estados Unidos), y en la Universidad de Nuevo México, de la que egresó con Maestría en Música. Después de su graduación y a sugerencia del también trombonista John Stringer, se trasladó a Xalapa para concursar por una ubicación en la OSX, que consiguió en el año 2000.
Con el paso del tiempo, algo que ha llamado poderosamente la atención de los aficionados en la capital veracruzana es la continua presencia de Jakub en audiciones de jazz, en las que se desenvuelve de forma eficiente. Ello obedece a una buena razón: su padre es músico en Praga con especialidad en las formas del dixieland, tiene 78 años de edad y se mantiene activo como ejecutante de tuba.
En entrevista para Universo, el catedrático del Centro de Estudios de Jazz de la Universidad Veracruzana (Jazzuv), comenzó por decirnos que jamás ha tomado una clase de jazz. “Siempre fue mi pasatiempo principal. Es un terreno en que la improvisación tiene sus derechos propios, aunque eso no me impide trabajar sobre la composición. De hecho, ya he terminado mi Concierto para trombón, banda de jazz y orquesta que espero estrenen los integrantes de Orbis Tertius con mis compañeros de la OSX”.
Naciste y creciste en la antigua Checoslovaquia, territorio comunista. ¿Había allá restricción para la música occidental?
No, y eso fue un fenómeno muy curioso. El comunismo consideraba el jazz como una forma de protesta cultural y, además, se toleraba para tratar de demostrar que era una manifestación sin importancia. Algo más notorio en ese sentido se dejaba ver en Polonia, donde había una escena muy extensa que permitió a los músicos trabajar de manera irrestricta y la creación de obras de carácter religioso a compositores como Krzysztof Penderecki, quien pudo difundir su Pasión según San Lucas prácticamente a placer.
Aún ahora circulan en el mundo registros discográficos prensados en la Polonia comunista en que aparecen ejecutantes como nuestro amigo y compañero Andrzej Dechnik, primer contrabajo en la OSX. El jazz en Polonia es, hasta la fecha, una corriente que muestra un enorme poderío, con muchísimas instituciones de gran prestigio que lo cultivan y decenas de festivales importantes.
¿Cómo observas el desempeño del Jazzuv?
Es una escuela muy joven, apenas cumplirá 11 años de creación y eso es un periodo breve para pensar en la formación de todo un sistema educativo. Pero se ha logrado un excelente trabajo, sólido y consistente. No es lo mismo que una institución con historial establecido –diríamos el Berklee College of Music de Boston–, sin embargo nos va muy bien, los alumnos aprenden muchísimo, hay muy buenos maestros y estoy seguro que la consolidación de todo este planteamiento de enseñanza mostrará sus buenos resultados en un plazo razonablemente corto, porque apenas han egresado las primeras generaciones.
¿Desde cuándo eres maestro en Jazzuv?
Desde hace cinco años. Aquí los trombonistas somos minoría porque no es un instrumento típico para la música de jazz como la guitarra, el piano, clarinete, saxofón o bajo. De ellos hay muchísimos, pero en nuestro instrumento de metal con boquilla circular es más complicado el proceso de adaptación. Cuando los estudiantes pianistas ya trabajan sobre las escalas, nosotros apenas vamos sobre las notas largas. Nos rezagamos porque la técnica nos resulta más compleja y difícil. Pero vamos adelante, dos de mis alumnos ya terminaron la carrera y ya tienen trabajo. Eso es una buena señal.
Comentaste en torno de las desventajas, ¿existen también cosas positivas?
Claro que sí. Tomamos en cuenta que el sax es un instrumento hecho para el jazz. Si lo tocas suena a eso, pero esa fuerza también es su limitante porque su empleo en la música de concierto es muy reducido. Casi no hay partituras con pasajes importantes para el saxofón, son muy pocas obras las que lo exigen. Para el trombón hay mucho más que jazz; tenemos a la mano la salsa y la música afroantillana, las big band, ensambles de metales y orquestas clásicas. Es una ventaja que los trombonistas tengamos variedad amplia y ofertas de trabajo diversificadas.
¿Tienes preferencia de un renglón sobre el otro, la sinfónica sobre el jazz?
Me gustan ambos, para mí es un honor formar parte de la OSX, tocar las obras que fueron escritas para gran orquesta es algo que no tiene precio. También reconozco que la participación del trombón es con frecuencia muy reducida y nos la pasamos tocando pocas redondas y blancas. En cambio, el jazz nos aporta una manera más completa de interpretar, es una forma de realizarnos musicalmente; me permite concretar mis ideas, mis composiciones y muchos otros rasgos que siempre son diferentes unos con respecto de los otros.
¿Por qué escribes jazz sobre papel pautado, cuando es básicamente improvisación?
Mi último proyecto en el confinamiento, con disponibilidad de todo el tiempo del mundo, me indicó que debía hacer algo escrito y por eso me dispuse a componer mi concierto. Desde meses atrás tenía la idea, aunque guardaba plena conciencia de que se trataba de un proyecto sumamente complicado, pero me dediqué a trabajar sobre melodía, armonía, ideas y conceptos, y ya lo concluí. Ahora sólo falta estrenarlo. Con ello quiero que los compañeros jazzistas se involucren, que sientan que no existe diferencia entre la música clásica y la popular. El jazz es arte como la música de concierto, y esa es una de las razones elementales que me impulsaron a trabajar sobre mi partitura. Es otro lenguaje sonoro, pero con la misma validez estética.
Volvamos a las audiciones en Tlaqná y la percepción del público…
Los aficionados perciben que, como sección de metales en la OSX, somos un excelente equipo de trabajo. Debo hacer a un lado la modestia y señalar que somos responsables de los clímax que erizan la piel y con intervenciones que subrayan la emotividad sobre los pasajes de enorme conmoción. Formamos una fila de trombones y tuba de gran eficiencia; para mí es un honor participar con esta sección que es una de las mejores del país. Todo ello resulta gratificante, tomo muy en serio mi trabajo y siempre me preparo para tocar de la mejor manera al lado de mis compañeros.
Profesionalmente somos una familia, cuando comenzamos a tocar todo se amalgama y el sonido se combina como la voz de un coro, cada cual con diferente tesitura pero con la misma sana intención. Mi trombón tenor cuenta con la calidez de la voz humana varonil y esa es su característica primordial, su timbre es muy emotivo no sólo para el público sino también para nosotros. Al desempeñar mi trabajo me siento bendecido, porque finalmente hago lo que me gusta.
Por último, cabe mencionar que durante el presente mes se ha dado el primer “toquín” de jazz para Jakub, después de medio año de ayuno musical. Ello fue al lado de Andrezj Dechnik al contrabajo, Rodrigo Álvarez en la batería, Tim Mayer en el sax y Roberto Sánchez Picasso en la guitarra. Toda una bocanada de aire fresco y con artistas de comprobada solvencia. Al mismo tiempo, el entrevistado invitó a los conciertos de la OSX en Tlaqná, Centro Cultural: “Acompáñenos, porque es una experiencia inolvidable para ustedes y para nosotros. Podemos en casa emplear audífonos y escuchar cualquier orquesta en grabación, pero vivir la recreación de la música en directo es algo que no se repite”.