- Un total de 138 países cerraron las escuelas, con esto se enfatizó la desigualdad educativa y social
- Varias medidas han sido aplicadas como si todos los integrantes de la sociedad tuvieran las mismas condiciones de vida
Muchos países de la Unión Europea, y hasta Estados Unidos, han sido rebasados en cuanto a justicia social, pues la pandemia ha dejado a millones de personas sin acceso a servicios públicos, entre ellos la educación
Paola Cortéz Pérez
Xalapa, Ver.- Como consecuencia del virus SARS-Cov-2, que provoca la enfermedad Covid-19, 138 países cerraron sus planteles educativos profundizando así la desigualdad educativa y poniendo en juego el derecho a la educación y al acceso a Internet, coincidieron los ponentes del Webinar Internacional “Educación y equidad en tiempos de Covid-19”.
El pasado 30 de abril, a través de una plataforma digital, se llevó a cabo la Sesión 2 “Desigualdad social y su impacto en los procesos educativos durante la pandemia”, en la que participaron: Imelda Torres Sandoval, de la Universidad Autónoma de Chapingo y de la Universidad Veracruzana Intercultural (UVI) región Huasteca; Ana Laura Carmona Guadarrama, de la Universidad Veracruzana (UV); Edgar Suárez Sánchez, de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM); María Guadalupe Huerta Morales, de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), y Wagner Roberto do Amaral, de la Universidad Estatal de Londrina, Brasil.
Imelda Torres dijo que esta pandemia enfrenta al sistema educativo mexicano a las condiciones materiales deplorables con las que cuenta para incentivar los procesos de enseñanza-aprendizaje.
Explicó que el concepto de desigualdad social se refiere a todos aquellos desequilibrios entre lo que estipula la ley y las condiciones materiales –lo que sucede en la realidad–, que coexisten en un sistema social y obstaculizan el goce de una vida digna.
Esos desequilibrios son llamados brechas sociales y deben ser evaluadas por los investigadores sociales desde perspectivas de derechos humanos, de interculturalidad, de género y de sociabilidad, para ser corregidas.
Resaltó que el Covid-19 no solo puso en juego el derecho a la educación y el derecho al acceso a Internet, también sucedió con otros derechos humanos interdependientes como la seguridad alimentaria, el agua y saneamiento, el libre tránsito y la vivienda, que son afectados por las medidas de contención y prevención de la enfermedad.
En tanto, Édgar Suárez reiteró que la pandemia manifestó que muchos países de la Unión Europea (UE) y hasta Estados Unidos, han sido rebasados en cuanto a justicia social se refiere, en el sentido que ha dejado a millones de personas sin acceso a servicios públicos de primer orden, entre ellos la educación.
Con respecto a México, mencionó que se afirma que el problema de la desigualdad se genera y perpetua en el sistema educativo; esto es, se gesta desde la educación básica siendo la deserción uno de los indicadores que lo refleja.
Indicó que anualmente tenemos 1.4 millones de mexicanos que desertan del sistema educativo; de cada 100 mexicanos que inician su ciclo de educación básica, sólo dos concluyen el nivel profesional y entre las causas están: los bajos recursos económicos que les impiden el sostenimiento de los estudios o porque los estudiantes deben trabajar/estudiar, y por cuestiones laborales se van rezagando.
“Esta crisis sanitaria, que se combina con una crisis económica, nos plantea desafíos: generar una serie de arreglos formales e informales, como una reorganización de las interacciones del proceso enseñanza-aprendizaje.”
Al igual que sus antecesores, María Guadalupe Huerta afirmó que el Covid-19 acentúa las desigualdades educativas ya existentes; por ejemplo, entre un 14 y 15 por ciento de las escuelas del país no tienen electricidad, alrededor del 30 por ciento de los planteles del nivel medio superior y el 45 por ciento del nivel básico no cuentan con computadoras.
De ese porcentaje, el 62.3 del nivel básico y el 50 del nivel medio superior no tienen servicio de Internet. “Estamos dando continuidad a condiciones de desigualdad que están presentes en el sistema educativo del país desde antes de la llegada de la pandemia, y que son parte de un proceso de crisis más amplio”.
Destacó que la necesidad de fortalecer las clases por medio del Internet ha ocasionado que se olviden otras conexiones como las sociales y las familiares, las cuales se han dejado de lado sin pensar que son una manera de dar continuidad a las relaciones emocionales que nos sostienen en momentos de crisis y que permiten otro tipo de aprendizaje.
Tiempo de reflexionar
Ana Laura Carmona mencionó que, a consecuencia de la pandemia, 138 países cerraron sus planteles educativos, lo que ha enfatizado y profundizado la desigualdad educativa, no sólo en México.
Mencionó que la desigualdad social tiende a reproducirse en el contexto educativo; por lo tanto, se tiene una desigualdad educativa que reside en las diferencias en el nivel socioeconómico de los estudiantes.
Las estadísticas demuestran que sólo cuatro de cada 10 mexicanos cuentan con una computadora, y de ellos sólo tres tienen acceso a Internet. Con datos proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) se puede saber que aproximadamente el 60 por ciento de los hogares mexicanos no tienen computadora y acceso a Internet.
Las consecuencias, advirtió, serán una creciente tasa de abandono escolar; muchos jóvenes que estudiarán y trabajarán; los estudiantes presentarán efectos en su aprendizaje; al estar la formación en manos de los padres, impactará en la desigualdad educativa, y la violencia intrafamiliar también afectará la trayectoria académica y escolar de niños y jóvenes.
“El programa ‘Aprende en casa’ y la entrega de material educativo a decenas de niños no ha sido la mejor manera de enfrentar la pandemia ya que tiene fallas, es deficiente, a veces los links no abren, la navegación en Internet es lenta, no todo el país tiene acceso a los canales que lo transmiten, no todos los alumnos tienen acceso a Internet, y las actividades no están relacionadas con el plan de estudios.”
Carmona Guadarrama lanzó la interrogante ¿qué viene ahora? Respondió que es tiempo de reflexionar sobre la práctica docente y la educación, así como de repensar el papel de la escuela.
“Los docentes e investigadores educativos tenemos mucho por hacer, para ver cómo se puede afrontar la situación ahora y al término de la pandemia.”
Caso Brasil
Wagner Roberto do Amaral mencionó que Brasil tiene profundas desigualdades sociales históricas, así que la pandemia profundiza y amplifica estas situaciones en un país donde el 27 por ciento de la agenda nacional está en manos de apenas el uno por ciento de la población.
Ante la crisis educativa, mencionó que los gestores públicos de la educación (municipales, estatales y federal) coordinan acciones como si todos los alumnos fuesen un bloque homogéneo, por ello los estados y municipios han tomado la coordinación de la educación.
“Piensan que hay un bloque homogéneo de alumnos, como si todos fuesen urbanos, de clase media, todos tuviesen acceso a Internet, no hubiese desigualdades sociales; como si no tuviésemos miserables y familias que ni siquiera tienen acceso a la alimentación.
”Hay una comprensión masiva de que todos somos iguales, que vivimos en la ciudad, que no hay campesinos, que no hay gente pobre, que no hay indígenas, cuando existen personas que ni siquiera tienen acceso a la universidad o agua potable.”
En resumen, dijo que hay una comprensión masiva –en Brasil, México y América Latina– de la diversidad territorial, de género, como si toda la gente fuese igual.