- El impacto económico del Covid-19 será similar al registrado en 2008 y espera una recuperación en 2021
Del Covid-19 hemos aprendido que la mitad de los trabajos se pueden hacer desde casa, que ningún sistema económico está preparado para combatir una pandemia, que sí es posible detener el cambio climático, que no podemos continuar con el estilo de vida que llevábamos y que necesitamos más al Estado
Paola Cortés Pérez
Xalapa, Ver.- Pese a la pandemia del Covid-19 los países deben seguir apostando a ser competitivos internacionalmente y orientarse hacia los sectores de las ideas o de los intangibles, declaró Renata Zulli Montero, estudiante de posgrado en la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados “Paul H. Nitze” de la Universidad “Johns Hopkins”, Estados Unidos, al dictar conferencia virtual organizada por el Programa de Estudios sobre América del Norte (PEAN) de la Universidad Veracruzana (UV).
La plática “Escenarios de la globalización en la contingencia Covid-19”, realizada la tarde del 18 de mayo a través de la plataforma digital Zoom, fue moderada por Daniel Romero León, coordinador de Movilidad Estudiantil y Académico de la UV.
Renata Zilli dijo que la pandemia ha acelerado muchas de las tendencias preexistentes, al tiempo que ha sido un lente magnificador de vulnerabilidades y fortalezas de los sistemas (económicos, políticos, de salida, etcétera), de tal manera que afectará con mayor proporción a quienes están menos preparados.
Comentó que el impacto económico del Covid-19 será similar al registrado en 2008, cuando se presentó la mayor caída y crisis durante esta era moderna. “La epidemia nos ha enseñado lo complicado que será regresar al punto de partida, si es que hay tal”.
También lo mencionó la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Gueorguieva, quien prevé como mínimo una recesión tan aguda como durante la crisis financiera mundial, o peor, y la recuperación vendrá en 2021.
El secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), Ángel Gurría, mencionó que por cada mes de confinamiento habrá una pérdida de dos puntos porcentuales en el crecimiento anual del Producto Interno Bruto (PIB), así como 1.8 billones de dólares, dos mil 500 millones de dólares cada hora.
En tanto, la secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Alicia Bárcena Ibarra, advirtió que la crisis que sufre la región será la peor en toda su historia.
En términos de globalización, dijo que se pasó del Just-in-time al Just-in-case, y se da paso abierto al home office. También significa que volverán a traerse las cadenas de valor hacia las regiones, ya que por el momento no estarán abiertas las fronteras.
Ante este panorama, Renata Zilli dijo que éste dependerá de la vacuna y los servicios de salud que lleguen a los países, por lo que en algún momento se abrirán nuevamente las fronteras, así que las naciones tienen que seguir apostándole a las instituciones internacionales, a ser más competitivas y orientarse hacia el sector del conocimiento, de las ideas o de lo intangible.
“Así como los países, corporativos, pequeñas y medianas empresas, organizaciones no gubernamentales, están replanteando su modelo de negocio, a nivel individual también debemos saber leer las tendencias para reorientar nuestras vidas y nuestras profesiones.”
Consideró que entre más se prolongue el confinamiento, las consecuencias económicas serán mayores, más profundas y permanentes. De tal manera que los modelos eficientes que se desarrollen deberán considerar al confinamiento como parte de su estrategia, pero no como la única.
“Tenemos que encontrar formas más eficientes para organizarnos en la sociedad, hasta que se descubra una vacuna y llegue a todos los países.”
Por último, dijo que del Covid-19 hemos aprendido que nos tocamos la cara cerca de 20 veces por hora, que la mitad de los trabajos se pueden hacer desde casa, que ningún sistema económico está preparado para combatir una pandemia, que es posible detener el cambio climático, que no podemos continuar con el estilo de vida que llevábamos y que necesitamos más al Estado.