HERBARIOS, BÓVEDAS DE INFORMACIÓN BIOLÓGICA.

Por: Enrique César Crivelli1, Carlos Duran Espinosa1, Israel Acosta Rosado.1

1 Herbario XAL, Instituto de Ecología A.C., Xalapa, Veracruz, 91073, México.

 

 

Palabras clave: Herbario, Planta, Hongo

 

Resumen

Los herbarios como colecciones biológicas albergan una importante cantidad de datos e información que pueden ser utilizadas en diversas ciencias y para diversos fines, desde identificación de especímenes y conservación de áreas naturales, hasta medicina y antropología.

 

Fig. 1. Hura polyandra. Especie mexicana de hasta 20 metros de altura, que produce semillas que pueden causar la muerte si son ingeridas por su alta toxicidad. Crédito: Enrique César Crivelli

 

Un ambiente seco, fresco y silencioso, con un aroma herbal formado por miles de sustancias volátiles de diferentes plantas. Ejemplos de muchas formas de vida preservados en un solo lugar. Todos quienes en alguna ocasión realizaron un viaje escolar o una visita a un herbario, recordaran lo peculiar de un lugar así cuando se entra por primera vez. Incluso para alguien sin un interés particular por las plantas, un herbario tiene un encanto que sorprende. Tanta diversidad e información palpable reunida en un solo sitio tienen un componente especial.

Un herbario es una colección de plantas  u hongos secos, preservados para que puedan ser consultados y revisados por científicos. El término proviene originalmente de la palabra latina herbarium, esta fue introducida por el botánico francés Joseph Pitton de Tournefort. Posteriormente en el siglo XVIII, Carlos Linneo la utilizaría para describir estas colecciones. Estas compilaciones de plantas y hongos conservados permiten comparar especies recolectadas en viajes de estudio para identificar o comprobar los nombres de especies encontradas o incluso reconocer especies nuevas, que no han sido previamente descritas.

Los herbarios tienen una larga historia. Podría decirse que desde tiempos medievales, existían ya colecciones de plantas recopiladas por estudiosos y eruditos que las consultaban como a los actuales herbarios, en este sentido los herbarios y los Jardines Botánicos tienen mucha relación, con la marcada diferencia de que en un Jardín Botánico los ejemplares se encuentran vivos y en desarrollo mientras que en los herbarios están preservados secos. Los herbarios como los conocemos hoy en día tienen a su primer referente en Italia. Ahí, en la ciudad de Pisa en 1551 el médico y profesor de botánica, Luca Ghini, pegó plantas secas sobre papel para enviarlas por correo. Algunos años después en 1567, su alumno Ulises Aldrovandi fundó el primer herbario más o menos moderno que fue donado a la Universidad de Bolonia.

En los siglos posteriores, la época de los naturalistas comenzó. Los naturalistas eran revolucionarios científicos que a diferencia de los científicos actuales, tenían una visión holística desprendida de estudiar todo ser vivo que se les pusiera enfrente. Varias sociedades científicas se comenzaron a formar y esto permitió una rápida expansión del concepto de colección científica en casi todos los países de Europa occidental, surgiendo así de forma continua más colecciones de plantas y otras formas de vida financiadas de diversas formas. A partir de 1750 comenzaron a fundarse cada vez más herbarios. Esta etapa también coincidió con la expansión de las rutas comerciales por los territorios coloniales de ultramar de los imperios europeos en turno. Al unirse a algunas de esas expediciones, los naturalistas lograron recolectar plantas y hongos de diversas partes del mundo, que en aquel entonces eran sumamente lejanas y exóticas.

 

Fig. 2. Swietenia macrophylla. También conocida como caoba, es una especie maderable con un alto valor económico por la calidad de su madera. Crédito: Enrique César Crivelli

 

Para el caso particular de México, el conocimiento de las plantas y las colecciones botánicas se remonta hasta la época prehispánica. Se sabe que en el imperio azteca existían varios jardines botánicos bien constituidos con la finalidad de estudiar y utilizar plantas con propiedades medicinales y con fines ornamentales. Según las crónicas, existieron Jardines Botánicos en Tezcutzingo, Iztapalapa y Oaxtepec. También son notorias las obras documentales sobre plantas realizadas por los sabios indígenas mexicanos conocidos como tlacuilos, Martin de la Cruz y Juan Badiano, como el Codice Berberini y el Manuscrito Badianus, donde se incluyen ilustraciones y datos de un importante número de plantas. Sin embargo la primera colección de plantas conservadas como las que se pueden hallar en los herbarios actuales se ubicó en Temascaltepec, la cual fue recopilada por el botánico novohispano José Mariano Mociño con ejemplares recolectados entre 1787 y 1801. Las expediciones donde se colectaron los ejemplares con los que se formó dicha colección fueron llevadas a cabo en varios estados de la entonces Nueva España, en una época en la que no existían ningún camino o vía de comunicación que enlazara todo el territorio. Finalmente todos esos ejemplares de herbario fueron enviados y depositados definitivamente en la colección del Jardín Botánico de Madrid.

Ya para los tiempos modernos y los estándares científicos actuales, se considera como el primer herbario de nuestro país al herbario del Museo Nacional fundado en 1881. A éste, siguieron varias instituciones que comenzaron a desarrollar colecciones para documentar la biodiversidad biológica de México y a la fecha existen 78 herbarios oficialmente registrados en el territorio nacional. A nivel mundial hay 3246 herbarios y 182 países con al menos un herbario. Estados Unidos es el país con más herbarios teniendo registradas 700 colecciones, seguido por China con 370. En la ciudad de Xalapa, capital del estado de Veracruz, se encuentra el Herbario XAL, considerado como el tercero en importancia a nivel nacional, a cargo del Instituto de Ecología A.C. En el herbario XAL se albergan aproximadamente 310,000 especímenes de plantas vasculares, 58,000 de hongos y líquenes y 4,700 de briofitas, principalmente del estado de Veracruz y regiones adyacentes, con la finalidad de resguardar información de mucha utilidad para beneficio de la sociedad.

 

Fig. 3. Tricholoma aff. magnivelare. Reconocido como el “matsutake americano”, es un hongo comestible que se distingue por su delicado sabor y aroma. En Japón es muy apreciado, llegándose a pagar sumas de dinero muy altas por estos hongos. Crédito: Enrique César Crivelli

 

Actualmente la digitalización de imágenes y las tecnologías para transferencia de datos permiten compartir imágenes de gran calidad con otros herbarios y científicos de lugares muy apartados geográficamente. Esto ha llegado a sugerir la idea de que los herbarios desaparecerán o perderán importancia. Sin embargo la necesidad de revisar un ejemplar físicamente sigue siendo patente en diferentes investigaciones, por lo que la importancia de los herbarios permanece. Y más aún, se podría decir que esta importancia aumentará, ya que en la apremiante carrera actual para desarrollar tecnologías y alternativas sustentables a diversos productos y procesos industriales que han causado problemas y desequilibrios naturales, las plantas y los hongos están jugando un papel cada vez más importante. La diversidad de sustancias útiles que se encuentran y tienen aplicación para la medicina y diversas industrias aumenta exponencialmente. Esta búsqueda de sustancias y productos útiles, tiene su punto de partida ineludiblemente en el reconocimiento de la taxonomía de las especies. Al vislumbrarse cada vez con más claridad, la vasta biodiversidad que aún existe, es más importante aún conocer a las especies de manera precisa tanto para su conservación como para su aprovechamiento y en esto, los herbarios siguen siendo una bóveda de información inigualable.

 

Fig. 4. Datura inoxia. Conocida comúnmente como toloache, esta planta ha sido reconocida y utilizada desde tiempos prehispánicos por sus usos medicinales y enteógenos. Estos efectos se deben a que contiene varios alcaloides. Crédito: Enrique César Crivelli

 

Figuras: 

Crédito de las figuras: Enrique César Crivelli