Xalapa, Ver.- Carlos Yascín Noriega Cortés, psicólogo clínico del Centro para el Desarrollo Humano e Integral de los Universitarios (Cendhiu) de la Universidad Veracruzana (UV), opinó que se ha subestimado el cambio global y de temperatura que afecta no únicamente en la salud, sino también en lo psicológico y mental.

Dedicado a la intervención psicoterapéutica y evaluación psicológica, Noriega Cortés refirió que estudios han demostrado que las altas temperaturas pueden influir en la disminución de la eficiencia cognitiva, dificultando la realización de tareas mentales complejas.

Otro de los efectos de las sensaciones térmicas como las que se registran actualmente, es el estrés térmico crónico que impacta en la salud, seguridad y bienestar de las personas, desencadenando actitudes de irritabilidad, ansiedad, e incluso depresión.

Como seres biopsicosociales, la parte biológica tiene un peso importante en la relación con los demás, y en la forma en cómo se gestiona la salud mental biológicamente; es mejor visualizar al ser humano como una interrelación de tres factores: biológico, psicológico y social, que se ven impactados por las altas temperaturas.

 

El psicólogo especialista detalló que cuando el cuerpo humano se expone a altas sensaciones térmicas empieza a padecer estrés significativo, pero no tanto por el calor, sino por la activación de respuesta a ese estado que se manifiesta principalmente con el incremento de hormonas como cortisol y adrenalina; éstas ocasionan la aparición de malestares físicos y respuestas fisiológicas como aumento de la frecuencia cardiaca y respiratoria, vasodilatación, deshidratación por sudoración.

La suma de todo esto propicia la entrada de una serie de malestares que tocan la parte de la salud física y mental. Por desconocimiento, las personas se preocupan en una primera instancia por las afectaciones físicas, dejando de lado las psicológicas y mentales.

“De raíz tenemos ya un individuo con alteraciones o presencia de reacciones fisiológicas que antes no registraba o no estaba acostumbrado, se incrementa el nivel de ansiedad y estrés, que le hace susceptible a estímulos externos”.

 

Precisó que las sensaciones displicentes físicas y de ansiedad se presentan en actividades importantes para el bienestar, como lo es el sueño; “empezamos a sudar, hay mayor preocupación, sensación de tristeza y desesperanza por no poder quitar el bochorno, no se puede conciliar el sueño repercutiendo en su calidad”.

Hay personas que aun durmiendo ocho horas pareciera que no lograron descansar, se despiertan irritables, ansiosos, con menor cantidad de energía y una baja en su nivel de cognición, esto las hace vulnerables y susceptibles a reaccionar de manera adaptativa, indicó.

Como estrategias para el autocuidado, Noriega Cortés recomendó hidratarse bien para ayudar a disminuir la temperatura corporal a pesar de que el calor sea intenso; tomar suficiente agua aun cuando no se tenga sed; no ingerir bebidas que contribuyen a la deshidratación (alcohol, café, entre otras); disminuir la ingesta de bebidas azucaradas; utilizar ropa fresca y en tonos claros; consumir alimentos ligeros, principalmente verduras y frutas, y no estar expuestos al sol.

Con información de Universo