AISLADOS, PERO NO SOLOS
Por: Simoneta Negrete Yankelevich y Luis G. Quijano Cuervo
Red de Ecología Funcional, Instituto de Ecología A.C.
Palabras clave
Potreros, conservación, árboles aislados
Resumen
Los árboles aislados resultan ser oasis de vida para muchos organismos y tienen un papel fundamental en la conservación de la biodiversidad en los paisajes. Aquí te contamos porqué.
Artículo
La llegada de los españoles a América inició enormes cambios en la tenencia de la tierra y trajo nuevas formas de manejo, incluyendo la introducción de plantas y animales para agricultura y ganadería provenientes de otros continentes. Ello constituyó un importante cambio en la agrodiversidad mexicana. Desde la Colonia hasta el siglo XIX predominaron en el país haciendas con grandes superficies, muchas de ellas dedicadas a la ganadería; estas conservaban la vegetación nativa intercalada con potreros en los que se dejaban árboles aislados para sombra del ganado. Desde entonces, el número de árboles que se quedan aislados en medio de paisajes agrícolas y ganaderos ha ido en incremento, al tiempo que los macizos de bosques disminuyen y se fragmentan rápidamente. Es tentador pensar que estos árboles aislados no son más que tristes testimonios de la devastación de bosques y que difícilmente pueden cumplir algún papel en la conservación de los ecosistemas. Para sorpresa de los ecólogos, sus investigaciones han mostrado lo contrario. Estos árboles resultan ser oasis de vida para muchos organismos y tienen un papel fundamental en la conservación de la biodiversidad en los paisajes. Aquí te contamos porqué
Los jardines colgantes del trópico
Una de las características que en muchas zonas montañosas tienen los árboles aislados es que, sobre sus ramas viven una gran cantidad de plantas epífitas, como tenchos, orquídeas y algunos helechos, que usan las ramas para soporte, pero no dañan en ningún modo al árbol. Estas plantas generan unos verdaderos jardines colgantes con una alta diversidad vegetal. La belleza de sus flores y el hecho de que ahí se preserven plantas nativas muy diversas no son las únicas bondades de estos jardines colgantes. Además, son el hogar de vertebrados e invertebrados de muchos tipos. Se asemejan a pequeñas selvas aéreas que tienen desde ranas, arañas y hormigas, y, por supuesto, aves y diversos mamíferos. Y es que la presencia de la vegetación aérea genera una estructura muy diversa de pequeños espacios y niveles donde hay escondites tanto para las presas como para los depredadores, hay alimentos vegetales y animales, y pequeñas pozas de agua donde pueden vivir ranas, renacuajos y larvas de insectos. También hay flores con néctar para alimentar insectos y aves. Es difícil de creer, pero ahí arriba, en la copa de los árboles aislados, en medio de un mar de pasto, se forman incluso pequeños parches de tierra, con musgo y líquenes, donde viven numerosos grupos de organismos típicos del suelo, como ciempiés y algunas lombrices.
Un paradero para el viajero
Los árboles aislados cumplen una función muy importante como paradero de descanso para aves y mamíferos. Gracias a ellos, muchos animales se aventuran a cruzar los potreros para moverse entre manchones de vegetación. Saben que en medio del camino encontrarán un refugio para descansar, comer y esconderse, antes de continuar su viaje. La función de los árboles aislados (y de otros elementos de paisajes perturbados como las cercas vivas) es invaluable. Los ecólogos dicen que incrementan la conectividad de los paisajes. El que los organismos puedan viajar entre manchones de vegetación les da acceso a mayores recursos alimenticios, más territorio, más oportunidad de encontrar pareja y muy importantemente, disminuye el riesgo de que sus poblaciones se deterioren genéticamente por estarse reproduciendo entre un grupo pequeño de individuos.
Un reservorio para la recuperación
Por si fuera poco, una de las maravillas que los ecólogos han descubierto sobre los árboles aislados, es que son un tipo de reservorio de especies para cuando vengan tiempos mejores (cuando los humanos demos un respiro). Las aves y mamíferos que visitan los árboles aislados traen consigo semillas. Ya sea transportándolas en la boca o en su tracto digestivo, para luego dejarlas ahí bien abonadas. Debajo de la copa de estos árboles quedan guardadas semillas de especies de árboles y otras plantas de los bosques, que en cuanto los humanos dejan crecer la vegetación, empiezan a formar pequeños parches donde detona la recuperación de bosques y selvas. Además, al encontrarse en los árboles aislados una diversa colección de especies de muchos grupos de plantas y animales que viven en su copa, la naturaleza cuenta con material para regenerarse a sí misma.
Únicos, como toda isla
Estudios diversos han mostrado que las comunidades de animales y plantas que viven en los árboles aislados están formadas por un conjunto particular de especies. Conviven ahí algunas típicas de los bosques y las selvas cercanos, pero también están especies que proliferan en zonas perturbadas por el hombre como los cultivos. Esta interesante mezcla hace que, a veces, los árboles aislados tengan una riqueza mayor de especies para algunos grupos (como las arañas) que la que encontramos, por ejemplo, en un cafetal, donde las copas de los árboles de sombra se conectan unas con otras, pero que el manejo con agroquímicos disminuye su diversidad de especies. Lo que los ecólogos están comenzando a comprender es que los árboles aislados en algunos sentidos se parecen a los ecosistemas insulares. Por ejemplo, el grupo de especies que encontramos en ellos son aquellas que, por un lado, logran sobrevivir a condiciones de insolación, temperatura y viento más cambiantes que las que se encuentran en árboles más resguardados, y por otro, son frecuentes las especies que son más móviles y logran llegar ahí, atravesando la barrera que representa el mar de pasto que separa al árbol aislado de los manchones de árboles más cercanos. Es posible también que encontremos en un árbol aislado especies que, por azar, quedaron ahí atrapadas cuando los humanos tiraron los árboles de alrededor y las dejaron ahí, por decirlo de alguna forma, incomunicadas.
Aislados, pero no solos
Esperamos que la próxima vez que veas a un árbol solo en un potrero, en el jardín de tu casa, formando parte de un camellón o en una cerca viva, recuerdes que en realidad no está sólo, sino que es un bastión de la naturaleza, donde se preserva en resguardo parte de la biodiversidad que el humano se ha empeñado en mermar. Nosotros preferimos pensar en los árboles aislados, no como un triste testimonio de la devastación, sino como una isla de esperanza y un monumento a la fuerza y belleza de la naturaleza que necesitamos preservar.