LA SELVA CONFÍA A SUS ÁRBOLES
LA CUSTODIA DEL PAISAJE TROPICAL
Por: Sergio Guevara S., Javier Laborde Dovalí y Graciela Sánchez-Ríos
Red de Ecología Funcional, Instituto de Ecología, A.C.
… es el futuro el que nos conduce al pasado
H. Arendt
Resumen
La clave para conservar, restaurar y manejar la selva húmeda está en asegurar que las plantas y los animales se puedan trasladar libremente a través del paisaje. Los árboles solitarios de la selva, dejados en pie, en campos de cultivo y potreros han custodiado ese movimiento, desde que los indígenas mesoamericanos los asociaran al manejo de la selva. Hoy, la relación entre el paisaje de la selva y esos árboles, abre un nuevo capítulo para la selva mexicana.
Palabras clave
Manejo forestal, agrosilvicultura, interacción planta-animal
La selva húmeda es una de las más bellas imágenes que hay de la naturaleza tropical mexicana. Es un delirio de árboles, exuberancia de troncos y de follaje, entrelazados, que al perseguir la luz, dejan en el suelo la penumbra de un interminable atardecer. (Foto 1)
La selva está formada por más especies de plantas y animales de las que pueda uno imaginar. Algunas, son las que reconocemos como la selva: árboles, lianas, palmas, etc. Pero hay otras, que no consideramos de la selva y son también parte de ella. Se trata de las plantas que están donde la selva ha sido cortada, por ejemplo, en los campos de cultivo y acahuales. Esto significa, que la selva siempre está presente en el paisaje, aunque muchas veces esté enmascarada.
Todas las especies del paisaje son de la selva; árboles, arbustos hierbas y animales, se agrupan entre sí, de distintas formas y todas en conjunto forman el paisaje de la selva. El paisaje es un extraordinario mosaico de pastizales, cultivos, acahuales, cursos de agua y fragmentos de selva. Parecería ser un calidoscopio que gira lento, movido por el ir y venir de las plantas y los animales, cuya presencia y desaparición hacen que un pastizal abandonado se vuelva acahual o que un fragmento de selva sea un cultivo, pues vagan a través del paisaje, siempre relacionándose con las otras especies, para formar nuevas asociaciones, impulsadas por las pequeñas o grandes alteraciones del ambiente, o del orden natural, causadas por las actividades humanas. (Foto 2)
Un buen ejemplo de esa transformación ocurre en los pastizales. Los potreros para la cría del ganado son grandes extensiones cubiertas de hierbas y pastos y salpicadas de arbustos, algo muy diferente a lo que es la selva. Aunque, en esos campos abiertos, también hay, árboles solitarios de la selva, dejados en pie, como para confirmar que todo el paisaje gira en torno a la selva. (Foto 3).
Esos testigos de la selva, en los potreros son admirables, por su singularidad y atractivo, por su gran talla y altura, por su estructura y forma únicas y por el imponente despliegue de sus flores y frutos, que traen a la memoria el esplendor y la belleza de la selva que los dejó atrás. Su presencia marca el principio y el fin de los campos, sombrea los cursos de agua y da reposo y seguridad a las plantas y animales de la selva que se atreven a cruzar el espacio abierto, buscando los límites del paisaje.
Los árboles solitarios, custodian a los animales que corren y vuelan, acarreando en patas y picos los frutos y las semillas de la selva, que aunque esté ausente en el suelo, flota siempre en el aire, manteniendo su poder, para aparecer, permanecer y desaparecer a través del paisaje. Esos árboles, aseguran que las semillas, frutos y animales, ronden en el espacio y en el tiempo, en sincronía con los cambios ambientales. Bajo sus copas la sombra que proyectan y la hojarasca que se acumula, crea un oasis en medio de los pastizales, que favorece el establecimiento, crecimiento y supervivencia de plántulas y juveniles de plantas de la selva, que no son capaces de crecer entre los pastos. No cabe duda, que esos árboles solitarios, guardan la esencia de la selva.
La movilización del paisaje. Durante años hemos estudiado a los árboles solitarios, convencidos que son la mejor manera de entender la dinámica del paisaje de la selva. Enumeramos más de 100 especies arbóreas por fuera de la selva, que forman un inmenso abanico de condiciones y características atractivas para las aves y los murciélagos que se alimentan de frutos y semillas (frugívoros). (Esquema 1)
Los árboles solitarios, son idóneos para describir y valorar el movimiento de la selva en el paisaje. Pues podemos considerar que cada árbol actúa como un control aduanal de contenedores y mercancías. Registramos las especies de aves y murciélagos que los visitan, y contamos los frutos y semillas que dejaron caer bajo el árbol, y así medimos los intercambios entre los fragmentos de la selva y los campos, tanto en uso como abandonados (acahuales). También estudiamos las especies de plantas que crecían bajo su sombra, para imaginar el potencial que tienen, para restablecer la selva en el potrero, en cuanto éste se abandone. (Cuadro 1)
Aves que visitaron los árboles solitarios 73 especies |
Murciélagos que visitaron los árboles solitarios 20 especies
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Semillas de plantas que caen bajo los árboles 152 especies
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Número de plantas que crecen bajo los árboles 150 especies
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Cuadro 1. Número de visitantes registrados en los árboles solitarios, cantidad de especies de semillas que cayeron bajo la sombra de los árboles y número de especies de plantas que crecen bajo los árboles solitarios. Datos correspondientes a 247 horas de observación bajo cuatro árboles solitarios de Ficus sp.
Durante dos años, en solo unos cuantos árboles de la selva en potreros, con todo y vacas, contamos alrededor de un tercio de todas las aves dispersoras de semillas de Los Tuxtlas, y poco más de la mitad de especies de murciélagos que ha sido reportada. También, capturamos bajo estos árboles las semillas de 152 especies de plantas (de las cuales un poco más de una tercera parte fueron especies arbóreas o arbustivas de la selva). Bajo la sombra de los árboles reconocimos las plántulas de 150 especies de plantas leñosas. Comprobamos que cuando se detienen los chapeos con machete y se impide la presencia de las vacas bajo su sombra durante tres años, se establece una vigorosa y diversa vegetación leñosa (acahual secundario) que alcanzó 6 m de altura, formada por 96 especies de árboles y arbustos.
Su origen. También es fascinante preguntarse ¿porqué y desde cuando se dejan los árboles en pie? Acaso, los primeros agricultores americanos notaron que los árboles favorecían la regeneración de la vegetación, en los claros que se abrían en la selva, cuando caía un árbol. Vislumbraron entonces la posibilidad de aprovechar, sus capacidades para hacer más eficiente la recuperación del suelo durante el barbecho. ¿Habrá surgido así la tradición de dejarlos en los campos? Es muy probable, como lo demuestran la gran abundancia y riqueza de especies de árboles solitarios que hay en el paisaje.
La selva desde afuera de la selva. Logramos evaluar el movimiento de la selva y descubrimos uno de sus secretos más valiosos y mejor guardados, la extraordinaria movilidad de sus especies en el paisaje, que la hace aparecer siempre diferente, y en distintos sitios, y nos convencimos que su manejo, depende de que nunca se detenga ese movimiento. Esto nos hace concluir que, la conservación, la restauración y el manejo de la selva, puede empezar en cualquiera parte del paisaje y en cualquier momento.