CONSERVAR, INVESTIGAR Y DESCUBRIR ESPECIES

Autor: Fabricio Villalobos

Red de Biología Evolutiva, Instituto de Ecología, A.C.

 

Resumen

Conservar a las especies requiere de conocimiento acerca de estas, incluyendo su propio descubrimiento para saber que existen e información básica como saber en dónde viven. Aunque tenemos muchas lagunas de conocimiento acerca de las especies, es posible usar la poca información que tenemos y usarla para generar mayor conocimiento. Asimismo, es posible identificar regiones del planeta en donde se pueden invertir los pocos recursos disponibles y sacarles mayor provecho. Por ejemplo, se han identificado regiones donde sería posible descubrir nuevas especies, conservar a las especies amenazadas y obtener conocimiento acerca de especies poco conocidas de manera simultánea. Algunas de estas regiones prioritarias se encuentran en México y otros países tropicales como Brasil, Colombia e Indonesia. Ante la crisis de biodiversidad impulsada por las actividades, estos esfuerzos son apenas el primer paso hacia una conservación de la biodiversidad antes de perderla sin haberla conocido.

 

Palabras clave

Biodiversidad, Conservación Biológica, Regiones Prioritarias

 

Artículo

Por increíble que parezca, aún no conocemos a todas las especies de seres vivos con las que compartimos este planeta. Se estima que pueden haber alrededor de unas 10 millones de especies (aunque podrían ser hasta 100 millones!) existentes actualmente. Sin embargo, sólo conocemos alrededor de 2 millones de estas especies. Es decir, apenas el 20% si consideramos la estimación más baja de especies existentes. Y eso de conocer, es un decir. En realidad, no las conocemos como tal, sino que les hemos puesto “nombre y apellido”; las hemos clasificado y asignado un nombre científico siguiendo las reglas de la taxonomía y sistemática biológicas. Por ejemplo, el ave conocida como oropéndola de Moctezuma, muy común en el centro de Veracruz, tiene como nombre científico el de Psarocolius montezuma (Figura 1).

Figura 1. Oropéndula de Moctezuma – Psarocolius Montezuma. De wikimedia commons, bajo la licencia creative commons share alike (CC BY-SA 2.0).

Para conocer a una especie no basta con ponerle nombre. Necesitamos también saber, entre otras muchas cosas, aspectos básicos de su vida como dónde vive (su distribución geográfica), cuántos individuos hay (su demografía), qué climas le gustan (su nicho climático), qué papel juega en el ecosistema (su función ecológica), quiénes son sus parientes (sus relaciones filogenéticas). La gran mayoría de estos aspectos no se conocen para la gran mayoría de las especies a las que les hemos puesto nombre científico. Obviamente, menos aún para aquellas que ni hemos nombrado. Esta falta de información se conoce como lagunas del conocimiento e impiden la conservación efectiva de la diversidad biológica del planeta.

 

Conservar y proteger a las otras especies debería ser una prioridad de nuestra especie, no solamente por los beneficios que obtenemos sino por existir y ser resultado de millones de años de evolución en este planeta. Hacerlo requiere evitar la pérdida de especies y reducir las amenazas a las que están sujetas (por ejemplo, deforestación, cambio de uso de suelo, contaminación, etc.). Pero nada de esto es posible sin conocimiento acerca de las propias especies. Efectivamente, entre más conocimiento tenemos sobre una especie es mayor la probabilidad de que la conservemos de manera efectiva.

 

Conocer diferentes aspectos de las especies también nos permite saber su estado de conservación, algo así como su estado de salud o vulnerabilidad. A nivel global, la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (https://www.iucnredlist.org/) asigna categorías a las especies de acuerdo con su estado de conservación; desde “preocupación menor” y hasta “extinta”, pasando por “vulnerable” y “en peligro”. Estas categorías sólo se asignan si se cuenta con conocimiento suficiente de las especies para hacerlo. Si no existe información acerca de las especies, no es posible asignarles ninguna de las categorías anteriores y se definen simplemente como “no evaluadas” o “deficientes de datos”. Las especies “no evaluadas” pueden ser aquellas a las que sólo se les conoce apenas por nombre y/o el lugar de descubierta. Claramente, todas aquellas especies que  aún no descubrimos tampoco las conocemos. Al contrario, las especies “deficientes de datos” sabemos que existen, les hemos dado un nombre, pero todavía no tenemos información suficiente para establecer su estado de conservación.

Figura 2: Vertebrados terrestres (Tetrapoda). De izquierda a derecho y arriba a abajo: Mercurana myristicapalustris, Dermophis mexicanus, Tachyglossus aculeatus, Equus quagga, Pseudotrapelus sinaitus, Thalasseus maximus. De wikimedia commons, bajo la licencia creative commons share alike (CC BY-SA 2.0).

 

¿Cómo reducimos las lagunas de conocimiento para una conservación efectiva de las especies? No hay escapatoria que conocer más, incluyendo obtener más información de las especies “deficientes de datos” y saber cuántas y dónde están las especies aún por ser descubiertas. Para ambos tipos de especies, podemos usar la poca información disponible para identificar lugares en el planeta en donde podemos invertir nuestros esfuerzos. Dados los escasos recursos (económicos y humanos) asignados a la conservación de especies, es clara la necesidad de priorizar dónde se llevará a cabo y mejor aún si esa priorización incluye generar más conocimiento. Por lo tanto, sería importante definir regiones prioritarias para conservar, investigar y descubrir especies; todo al mismo tiempo!

Figura 3: Mapa mostrando la ubicación de regiones prioritarias para el descubrimiento de especies de vertebrados terrestres (Imagen de Mario R. Moura).

 

Actualmente, algunos estudios han identificado regiones en dónde valdría la pena invertir para descubrir nuevas especies y regiones prioritarias para conservar y obtener conocimiento de las especies ya descubiertas. Además, estas regiones son bastante congruentes espacialmente. Algunos de estos lugares son Brasil, Colombia, Indonesia y México, entre otros. Por un lado, recientemente se identificó que en Brasil, Indonesia, Madagascar y Colombia podrían descubrirse un cuarto de todas las especies de vertebrados terrestres – anfibios, aves, mamíferos y reptiles (Figura 2) – proyectadas a ser descubiertas en el futuro cercano (ver Moura y Jetz 2021). De hecho, se proyecta que el 60% de los futuros descubrimientos de esas especies se dará en regiones tropicales o subtropicales como el Amazonas en América del Sur y las selvas húmedas de Asia. Solamente para el Neotrópico, región tropical que va desde México hasta Argentina en el continente americano, se proyecta el 40% de todos los descubrimientos (Figura 3). Por otro lado, en menos del 4% de la superficie del planeta se encuentran zonas que son simultáneamente prioritarias para la conservación (por ejemplo por la presencia de muchas especies amenazadas) y para la investigación (por la presencia de especies “deficientes de datos”) de los vertebrados terrestres (Figura 4). En esta pequeña parte de la superficie terrestre del planeta sería posible proteger casi la mitad de las especies amenazadas y obtener información para el 42% de especies “deficientes de datos” (ver Nori, Loyola y Villalobos 2020).

Figura 4: Mapa mostrando las regiones prioritarias para conservar y obtener conocimiento de los vertebrados terrestres (Imagen de Javier Nori).

 

Estudios de este tipo, usando la poca información disponible con el objetivo de generar más conocimiento, demuestran que hay regiones en el planeta que pueden traer beneficios simultáneos para la conservación y adquisición de conocimiento acerca de las especies, así como el descubrimiento de nuevas especies. Ante la inminente presión que las actividades humanas imponen sobre la biodiversidad, no hay duda de la urgente necesidad de conocer y conservar a las especies con las que compartimos el planeta. Por lo menos, identificar dónde podemos intentar hacerlo es un primer paso adelante antes de que sigamos perdiendo más y más especies. Conocer, investigar y descubrir especies es posible y cada vez más necesario.

 

Lecturas adicionales:

Moura, M.R., Jetz, W. (2021). Shortfalls and opportunities in terrestrial vertebrate species discovery. Nature Ecology & Evolution 5, 631–639 (2021). https://doi.org/10.1038/s41559-021-01411-5

Nori, J., Loyola, R., Villalobos, F. (2020) Priority areas for conservation of and research focused on terrestrial vertebrates. Conservation Biology, 34(5), 1281-1291. https://doi.org/10.1111/cobi.13476

 

Pies de figuras:

Figura 1: Oropéndula de MoctezumaPsarocolius Montezuma. De wikimedia commons, bajo la licencia creative commons share alike (CC BY-SA 2.0).

Figura 2: Vertebrados terrestres (Tetrapoda). De izquierda a derecho y arriba a abajo: Mercurana myristicapalustris, Dermophis mexicanus, Tachyglossus aculeatus, Equus quagga, Pseudotrapelus sinaitus, Thalasseus maximus. De wikimedia commons, bajo la licencia creative commons share alike (CC BY-SA 2.0).

Figura 3: Mapa mostrando la ubicación de regiones prioritarias para el descubrimiento de especies de vertebrados terrestres (Imagen de Mario R. Moura).

Figura 4: Mapa mostrando las regiones prioritarias para conservar y obtener conocimiento de los vertebrados terrestres (Imagen de Javier Nori).