Hallazgos científicos en los nidos de las aves
Enrique César Crivelli, Víctor M. Bandala y Leticia Montoya
Red de biodiversidad y sistemática
Instituto de Ecología, A.C.
Las cigüeñas son aves que por su corpulencia y largo pico son fácilmente observables, comunes en algunas ciudades europeas donde año con año migran para anidar en los tejados de las casas, torrecillas o chimeneas, llevando en su pico diversos materiales vegetales como ramas y paja o hasta restos de ropa u otros desechos con los que construyen sus nidos. El comportamiento que estas aves muestran en la preparación y mantenimiento de los nidos, por el cuidado y cría de sus polluelos aunado a su migración, fue inspiración para relacionarlas con la maternidad y el nacimiento, y también como emblemáticos personajes de historias relacionadas con el transporte de los bebés recién nacidos que llegaban vía aérea por las chimeneas y los techos de las casas. Los materiales que las cigüeñas van encontrando a lo largo de su trayecto son variados y los nidos construidos pueden llegar a ser muy grandes, de hecho llegan a ser espectaculares, donde lejos del ajetreo, allá en la altura de una torre, sus polluelos pueden crecer sanos y fuertes antes de emprender su primer vuelo.
Como parte de la biología reproductiva de una gran mayoría de aves, está el instinto por construir un espacio donde, según la época del año, pondrán y empollarán los huevos para posteriormente alimentar y cuidar a sus crías. Otras especies de aves usan durante la fabricación de sus nidos una selección de materiales naturales extensa y variada, como ramillas, plumas, musgo, pajas, tela de araña, barro, líquenes e incluso adhesivos como la propia saliva que el ave produce. Los nidos pueden ser flexibles o rígidos y con formas variadas, que van desde planos hasta complejas bóvedas, de distintos tamaños y colocados en diferentes sitios.
Figura 1. Santuario del Bosque de Niebla. Sitio donde habita la especie de hongo descubierta.
Algunos nidos de aves pequeñas no siempre son de fácil observación por su ubicación y es posible pasarlos por alto. En los bosques que rodean a nuestra ciudad, podemos encontrar hallazgos biológicos interesantes en los nidos, y sobre los cuales les contaremos el siguiente descubrimiento. Nos dedicamos a describir científicamente y estudiar la biodiversidad y la ecología de los hongos silvestres que se encuentran en diversos ecosistemas del país. En los pequeños fragmentos de bosque de niebla que aún persisten en las afueras de Xalapa (en tiempos pasados fueron extensos, espesos y majestuosos bosques), nos sorprende el gran número de especies que todavía allí habitan muchas de ellas incluso no conocidas para la ciencia. En una de nuestras incursiones buscando especies de hongos en el “Santuario del Bosque de Niebla”, que es un bosque aledaño a la ciudad de Xalapa y área natural protegida por el Instituto de Ecología, en la carretera antigua a Coatepec, que alberga una increíble diversidad de flora y fauna. Al explorar e internarnos en este bosque, observamos que, sobre algunos de los árboles más altos, colgaban nidos construidos por aves, de forma ovoide, más o menos alargados, y con los binoculares alcanzábamos a distinguir un entretejido de material que recordaba a los pelos de cola de caballo. En estos nidos, pequeños pájaros verde amarillentos, comedores de insectos anidaban a sus polluelos. Nos contactamos con algunos ornitólogos, que son los científicos expertos en aves, para contarles lo anterior y como estudiosos de las aves de la región sabían que se trata de una especie de ave de la familia Tyrannidae, que construye su nido cada año, abandonándolo una vez que sus crías pueden valerse por sí solas. Desconocían el material con el cual lo construyen por lo que esperamos hasta que el nido quedara abandonado para escalar el árbol, observarlo y obtener pequeñas muestras del material con el que estaba hecho para analizarlas. Los nidos mostraban un entrelazamiento minucioso de finos restos vegetales con filamentos gruesos, los cuales recordaban los pelos de cola caballo. Y más sorprendente aún fue que en nuestro camino entre las veredas, empezamos a observar que había una enorme cantidad de estos filamentos gruesos, los aparentes “pelos de cola de caballo”, entretejidos entre los arbustos y las ramas de los árboles, y que eran tantos en algunas zonas, que muchas de las hojas de los árboles que caían, quedaban atrapadas en esas redes, funcionando como trampas de hojas entre las ramas. Recolectamos algunas más de estas redes y ya en nuestro laboratorio, registramos información sobre las muestras, y demás datos, y al analizarlas a través del microscopio, descubrimos diminutos hongos que salían de esos filamentos de color negro, siendo de pocos milímetros de tamaño, nos sorprendió que ahí se desarrollaran. Así empezamos una interesante investigación, buscando entre registros antiguos y contemporáneos, con datos de diferentes partes del mundo y encontramos información que nos indicaba que esos filamentos negros presentes en los nidos y en los árboles, que parecen pelos de animales, son estructuras formadas por hongos llamadas “rizomorfos”. La función de los “rizomorfos” es explorar diferentes espacios donde encuentran materia orgánica como hojas o pequeñas ramitas de árboles de las cuales se pueden alimentar. Crecen y colonizan nuevas zonas del bosque, y cuando las condiciones son favorables, las fructificaciones de los hongos emergen liberando millones de esporas en las alturas de los árboles, para que el viento y la lluvia las lleven a otros sitios favorables para su desarrollo. Además, se ha descubierto que los rizomorfos, tienen funciones ecológicas muy especiales e importantes, pues no solo proveen de material a las aves que observamos en nuestro recorrido para que fabriquen sus nidos, sino que también, al atrapar hojarasca, crean ambientes especiales en las alturas del bosque donde muchas otras especies como escarabajos y otros organismos se desarrollan, cooperando así en mantener el equilibrio ecológico del bosque.
Nuestra investigación continua, pero este capítulo concluyó con la publicación científica de una especie de hongo nunca antes conocida, que pertenece al género Gymnopus, la cual forma fructificaciones pequeñas de entre 1 y 12 mm de altura, con sombrerillos de color café canela y estípites o pies de color negro brillante y que hasta ahora solo se conoce de los bosques de Xalapa. La presencia de esta especie tiene una gran importancia para las aves y otros seres vivos, por ejemplo, como parte del nido, quizá proveyéndole impermeabilización, creando un ambiente aséptico o aun termo-aislante, demostrando una vez más lo sorprendente de las interacciones entre la biodiversidad en los bosques y ecosistemas naturales.