- La economía circular es una alternativa que fomenta la articulación entre campo y ciudad, crea lazos de solidaridad y apuntala el crecimiento regional
Carlos Hugo Hermida Rosales
10/04/2020, Xalapa, Ver.– Miguel Ángel Escalona Aguilar, titular de la Coordinación Universitaria para la Sustentabilidad (CoSustenta) de la Universidad Veracruzana (UV), afirmó que la contingencia por Covid-19 obliga a la sociedad a replantear sus hábitos de consumo.
“Hoy estamos frente a una coyuntura en la que debemos reflexionar sobre formas distintas de ver el dinero y apoyarnos”, comentó el catedrático y agregó que, además, el planeta sufre las consecuencias del cambio climático, ocasionado por el consumo desmedido, pues “la mayor parte de las personas están acostumbradas a producir residuos y a no hacerse cargo de ellos”.
Escalona Aguilar explicó que la producción de materias primas como cemento, madera, acero y aluminio, sumada a actividades como la agricultura y la ganadería, generan el 20 por ciento de emisiones de gases de efecto invernadero, consumen el 95 por ciento del agua dulce y acaparan el 88 por ciento de uso del suelo.
Explicó que la mayor parte del modelo productivo se basa en la economía lineal, que crea bienes de consumo, genera residuos y no asume su impacto en el entorno.
En contraste, la economía circular busca reducir el impacto ambiental a nivel global, a partir de la reflexión sobre los hábitos de consumo, el destino de los residuos y la articulación entre gobierno, empresas y sociedad para fomentar su reutilización.
Mencionó que muchos de los alimentos son transportados a miles de kilómetros, como el kiwi, que proviene principalmente de Chile y Nueva Zelanda.
Dentro de este proceso de transporte, quienes obtienen mayores ganancias son los intermediarios, ya que los agricultores invierten en los insumos necesarios para producir con la calidad que los supermercados exigen y los consumidores pagan los precios que éstos implementan.
La propuesta de la economía circular es regresar a las tiendas de barrio y comprar a quienes comercializan sus productos en las calles, lo que fomenta la articulación entre campo y ciudad.
“Pensamos que una manzana debe ser perfecta y no debe tener un rasguño, lo que es erróneo. Debemos cambiar nuestros paradigmas de calidad y apreciar productos como los plátanos sembrados en medio de cafetales y las tortillas elaboradas a mano con maíz nativo”, aseveró.
Destacó que en medio de la pandemia de Covid-19, muchos agricultores comercializan sus productos a través de pequeños mercados y cooperativas que cumplen con normas de higiene.
“La economía circular da rostro a los que producen y consumen, crea lazos de solidaridad, apuntala el crecimiento regional y fortalece el vínculo entre la riqueza biológica y cultural de la zona”, concluyó.