LOS VAMPIROS NO SON COMO LOS PINTAN

Sergio Albino Miranda

Red de Biología y Conservación de Vertebrados, Instituto de Ecología, A.C.

Por mucho tiempo, los murciélagos han sido asociados a diversos mitos, que se han ido transmitiendo de una generación a otra. Uno de ellos tomó fuerza con la novela “Drácula”, escrita por Bram Stoker en 1897. A partir de su publicación, la mayoría de la gente cree que todos los murciélagos se alimentan de sangre, y particularmente de humanos.

Sin embargo, la realidad es muy distinta: en el planeta existen aproximadamente 1,400 especies de murciélagos, y solo tres de ellas consumen sangre de vertebrados. Dos de estas especies, cuyas poblaciones son pequeñas a lo largo de su zona de distribución, tienen preferencia por consumir sangre de aves y ocasionalmente de mamíferos (Diaemus youngi y Diphylla ecaudata). En cambio, el vampiro común (Desmodus rotundus) prefiere la sangre de mamíferos, incluidos los animales de corral, y es el principal causante de la mala fama que tienen los murciélagos.

• Figura 1. Se observa el momento en que tres murciélagos vampiro (Desmodus rotundus) se alimentan sobre una vaca, dentro de una UMA del estado de Veracruz. Foto: proyecto: proyecto “Evaluación de la Unidad de Manejo para la conservación de la vida silvestre (UMA) como política de conservación nacional”, PN-2016/4106.

Desde el punto de vista biológico, los vampiros son especies interesantes, al ser los únicos mamíferos que son capaces de nutrirse exclusivamente de sangre. Este hábito requiere ciertas adaptaciones anatómicas y fisiológicas para poder cumplir con su demanda metabólica. Por noche, cada individuo consume entre 15 y 20 ml de sangre; para conseguirla los vampiros aterrizan a unos metros de su presa y, con ayuda de sus pulgares bien desarrollados, se impulsan hasta ella. Utilizan sensores de calor para ubicar el lugar donde la sangre fluye más cerca de la piel. En contradicción con Drácula, los vampiros presentan colmillos de tamaño reducido, y un par de incisivos planos muy afilados, similares a una navaja de afeitar, que les permiten rasgar la piel de sus presas. Con su labio inferior en forma V canalizan el flujo de sangre, y su lengua, modificada en forma de surcos, permite que la sangre fluya por capilaridad hacia el interior de la cavidad bucal.

• Figura 2. Una cámara de foto trampeo capta a un vampiro (Desmodus rotundus) alimentándose de un venado cola blanca (Odocoileus virginianus) dentro de una UMA del estado de Veracruz. Foto: proyecto “Evaluación de la Unidad de Manejo para la conservación de la vida silvestre (UMA) como política de conservación nacional”, PN-2016/4106.

Por años se han analizado los componentes de su saliva, con fines farmacéuticos. Este fluido contiene un activador plasminógeno que disuelve los trombos sanguíneos del animal, permitiéndole seguir alimentándose. Este componente de la saliva fue nombrado “desmoteplasa” y se utiliza para tratar a personas con trombosis cerebral.

A diferencia de la novela, que se desarrolla en la región de Transilvania (Rumania), las tres especies de vampiros son exclusivas del continente americano, habitando desde el norte de México hasta América Central y del Sur. Utilizan gran variedad de refugios naturales o artificiales, y de manera frecuente los comparten con otras especies de murciélagos. Sin embargo, los espacios están bien definidos y no se mezclan entre colonias. Son considerados gregarios, formando grupos de 15 a 30 individuos; no obstante, de encontrar recursos suficientes, pueden formar grupos hasta de 200 individuos. Los vampiros no pueden pasar más de dos días sin alimentarse, ya que sin su dosis de sangre morirían. Para contrarrestar esto, han desarrollado adaptaciones sociales como el altruismo: son, capaces de compartir su alimento, regurgitando sangre para los congéneres que no pudieron alimentarse durante la noche.

• Figura 3. El rostro del vampiro común (Desmodus rotundus), donde se observan sus incisivos aplanados y su labio inferior en forma de V. Foto: Carlos Alberto Montalbán Huidobro

Su rol ecológico dentro de los ecosistemas es la regulación poblacional. De manera natural, el vampiro común consume sangre de distintos mamíferos silvestres de talla mediana y grande, principalmente de aquellos cuya actividad es nula o reducida durante la noche, como conejos, grandes roedores, pecaríes, venados, primates y leones marinos. Tras la conquista española, se introdujo en el continente americano el ganado vacuno y bovino, lo cual significó un efecto positivo para los vampiros, al encontrar en ellos una nueva fuente de alimento accesible y abundante. Esto les permitió incrementar sus tamaños poblacionales y conquistar nuevas zonas geográficas.

En la actualidad, los vampiros provocan pérdidas importantes en la industria ganadera, y son considerados el vector de rabia más importante en Latinoamérica. Esta situación puede ser controlada si el ganado se vacuna antes de la exposición. En los últimos años, se ha observado una expansión en su distribución debido a varios factores: la presión ejercida sobre ellos al tratar de contenerlos, la pérdida de hábitats naturales y la expansión ganadera. Los programas de manejo y control de vampiros implementados en nuestro país tienen que ser evaluados con mayor detalle, y, antes de realizarlos, tener en cuenta las siguientes recomendaciones: 1) capacitar a los técnicos en la identificación correcta de los vampiros; 2) concientizar al personal de que entrar a una cueva puede alterar la tranquilidad de otras especies de murciélagos que comparten el refugio, lo cual se vuelve aún más peligroso si se hace en épocas reproductivas; 3) se debe hacer un análisis sobre tamaños poblacionales antes de aplicar algún tratamiento de control.

• Figura 4. Su hoja nasal rudimentaria, similar a una nariz de cochino es una característica muy útil y fácil de observar, para la identificación adecuada de Desmodus rotundus. Foto: Karla Paola Borges Jesús

Pies de figuras:

  • Figura 1. Se observa el momento en que tres murciélagos vampiro (Desmodus rotundus) se alimentan sobre una vaca, dentro de una UMA del estado de Veracruz. Foto: proyecto: proyecto “Evaluación de la Unidad de Manejo para la conservación de la vida silvestre (UMA) como política de conservación nacional”, PN-2016/4106.
  • Figura 2. Una cámara de foto trampeo capta a un vampiro (Desmodus rotundus) alimentándose de un venado cola blanca (Odocoileus virginianus) dentro de una UMA del estado de Veracruz. Foto: proyecto “Evaluación de la Unidad de Manejo para la conservación de la vida silvestre (UMA) como política de conservación nacional”, PN-2016/4106.
  • Figura 3. El rostro del vampiro común (Desmodus rotundus), donde se observan sus incisivos aplanados y su labio inferior en forma de V. Foto: Carlos Alberto Montalbán Huidobro
  • Figura 4. Su hoja nasal rudimentaria, similar a una nariz de cochino es una característica muy útil y fácil de observar, para la identificación adecuada de Desmodus rotundus. Foto: Karla Paola Borges Jesús