- La escultura olmeca es el primer arte monumental en Mesoamérica
- El tema fue abordado en la octava sesión del Webinario Internacional de Arqueología
- La conferencia completa puede verse en la página de Facebook WIA.UV. La próxima sesión será el 23 de julio y tratará del colapso durante el periodo clásico en la costa del Golfo
“También se pueden hacer reiteraciones en lugar de modificaciones y ésos son los fenómenos de larga duración, aquellos que están en la cosmovisión, que encontramos en rituales, en escultura, urbanismo o en las ofrendas rituales pequeñitas que los pueblos originarios siguen haciendo hoy en día y que recuerdan los contextos que encontramos en excavaciones arqueológicas”: Sara Ladrón de Guevara
Karina de la Paz Reyes Díaz
Xalapa, Ver.- Las estatuas de Jefferson Davis, Cristóbal Colón o John McDonogh, usadas antaño como monumentos confederados en Estados Unidos para hacer el paisaje y crear memoria social, y recientemente derribadas por quienes protestan contra el racismo, es un ejemplo de lo que ha sucedido a lo largo de la historia en todo el mundo y la cultura Olmeca no es la excepción, señalaron Christopher Pool, de la Universidad de Kentucky (UK), y Sara Ladrón de Guevara, rectora de la Universidad Veracruzana (UV).
En la octava sesión del Webinario Internacional de Arqueología (WIA), organizado por la Universidad Veracruzana (UV) a través del cuerpo académico (CA) Arqueología del Paisaje y Cosmovisión, el investigador de la UK presentó la ponencia “Los monumentos y la memoria en el paisaje de Tres Zapotes, Veracruz”.
En términos generales, explicó que la escultura olmeca es el primer arte monumental en Mesoamérica, utilizada para crear memorias sociales. Más concretamente, precisó que el crecimiento y descenso de Tres Zapotes está fechado entre el 1250 a.C. y 1000 d.C. “Es el único centro olmeca que sobrevivió al colapso de La Venta” y entonces, se convirtió en un centro epi olmeca.
Mientras en el formativo temprano fue una aldea que abarcaba alrededor de 17 hectáreas, con entre 85 y 170 personas; después de la caída de La Venta siguió creciendo y tuvo su auge en el formativo tardío, cubriendo 500 hectáreas con estimaciones de una población de seis mil 700 personas. Enseguida, empezó su caída.
Las cabezas colosales de Tres Zapotes, los monumentos A y Q, “son claramente retratos de gobernantes en el sitio”, y asimismo el investigador habló de estelas y de una columna.
“Pero la historia de los monumentos olmecas en Tres Zapotes no termina ahí. Fueron utilizados siglos después, en algunas ocasiones para hacer espacios, darles significativos y crear una memoria social compartida por todos.”
Líderes epi olmecas usaron las esculturas olmecas
Luego del colapso de La Venta, planteó, se piensa que en Tres Zapotes hubo continuidad, desarrollo demográfico y cultural, así como una reorganización del gobierno; es decir, pasó de ser monopolización exclusiva en el periodo olmeca, a cooperación entre fracciones en el epi olmeca.
Es más, su argumento es que los líderes de las fracciones epi olmecas usaron las esculturas olmecas –que son más antiguas– para legitimar su posición en la sociedad; es decir, involucraron la memoria de gobernantes antiguos e instituciones, exhibiendo sus retratos y su altar dentro de complejos cívicos ceremoniales.
“Al yuxtaponer monumentos antiguos con nuevas formas arquitectónicas, manipularon la memoria colectiva de los orígenes olmecas compartidos por la sociedad, para establecer una carta para su autoridad política actual”, lo cual destaca el proceso dinámico de elaborar memorias sociales para las necesidades actuales.
“Es tan importante olvidar un pasado como recordarlo”, sentenció a manera de introducción al tema del borrado de la memoria en Tres Zapotes, y para ello expuso tres estelas: la A, rota y con la cara removida por golpes; la F, fragmentada, con cara removida y mutilada.
Ambas “representan a gobernantes olmecas más próximos en el tiempo, asociados más directamente con los fracasos de la época olmeca tardía y que necesitaban un cambio de gobierno en Tres Zapotes; el enfoque en remover la cara parece dirigido a borrar la persona de la memoria colectiva”.
La estela C tiene “una biografía complicada e interesante”, cuya cara anversa el investigador de la UK coloca en el formativo tardío temprano (400 a 200 a.C); la inscripción en el otro lado es del formativo tardío tardío (32 a.C.); mientras la parte inferior fue reubicada y cuando se hizo el hallazgo estaba colocada sin ningún respeto hacia la inscripción, es decir, sin considerar su orientación original.
Entre sus conclusiones, Pool expuso que si no todas las sociedades, la mayoría reconocen la monumentalidad en el paisaje natural; que la gente comúnmente marca el paisaje en forma duradera, donde éste lo permite, y que hacer lugares (placemaking) implica la creación de memorias sociales.
Mientras los olmecas elaboraron una tecnología novedosa con su escultura monumental, también amplificaron y modificaron los significados de lugares a través de yuxtaposiciones de monumentos, estructuras construidas y características naturales.
Además, las generaciones sucesivas, reinterpretaron y modificaron estos significados con nuevos marcos, yuxtaposiciones, desfiguraciones y eliminaciones.
“Tales técnicas de transformación de la memoria social a través de la manipulación de monumentos son comunes en las sociedades complejas, incluida la nuestra”, remarcó.
“Hago alusión a la memoria de las cosas pequeñitas”: Sara Ladrón de Guevara
En su intervención en calidad de comentarista, Sara Ladrón de Guevara, rectora de la UV y cuyo quehacer disciplinar es la arqueología, expuso una serie de monumentos que fueron reutilizados o modificados: la cabeza colosal olmeca número 7, el Mascarón de Medias Aguas y el Señor de las Limas, del acervo del Museo de Antropología de Xalapa (MAX).
En la cabeza colosal, en uno de sus lados –a la altura de la oreja derecha– se observan los hombros de un personaje que saldría de un trono, lo que evidencia que fue un momento que utilizaron para dos funciones –dos símbolos distintos en una misma época, en San Lorenzo–: primero un trono y después como un retrato.
En el Mascarón es posible reconocer los trazos de un personaje saliendo en la parte inferior, similar al de un trono. “De tal forma que tenemos en un sitio del clásico, como Medias Aguas, un monumento utilizado de tiempos anteriores –del preclásico–, pero modificando totalmente su significado”. En esa pieza, remarcó, es posible ver esa memoria modificada a partir de un mismo monumento, pero en una temporalidad distinta.
“Quiero hacer notar que muchas piezas olmecas, inclusive varias piezas de otras culturas en Mesoamérica, fueron reutilizadas y modificadas.”
En ese sentido, habló del Señor de las Limas, pieza “hecha por un magnífico escultor” a la que después pusieron un esgrafiado sobre su cuerpo –hombros y rodillas–. “Si se fijan, el trazo de las incisiones que tiene el Señor de las Limas es bastante torpe, no es la fineza de la escultura. Es alguien más que va y le pone estos esgrafiados”.
A decir de Sara Ladrón de Guevara, el monumento fue retrabajado, con la pretensión de agregarle una significación que no tuvo en su manufactura original.
Explicaciones de esa índole –objetos reutilizados– dio para otros monumentos: la Estela de la Mojarra, El Bloque de Cascajal, una máscara teotihuacana y la Estatuilla de Los Tuxtlas.
“Muchas piezas arqueológicas son retrabajadas así: hay alguien que pone sus marcas; algunas de temporalidades diferentes, como este pectoral claramente olmeca, que por el lado de atrás tiene inscripciones mayas, es una reutilización, una utilización de algo que tuvo un significado al cual se le asumen nuevos, se le agregan, modifican o se legitiman los originales.”
También expuso piezas prehispánicas que han sido modificadas cuando ya son parte de colecciones europeas; casos como el de la faraona egipcia Hatshepsut, de la que posteriormente borraron imágenes, “no querían que quedara una mujer gobernante en la historia de los faraones”.
Asimismo, habló de los iconoclastas, que rompen y destruyen –talibanes destruyendo patrimonios de la humanidad, en aras de una visión religiosa fundamentalista–; de las recientes retiradas de monumentos a los que también aludió Pool, “modifican el paisaje, quieren modificar la memoria y quieren cambiar los valores de nuestro tiempo”.
La Rectora de la UV presentó una imagen de una ceremonia en la que participó, desarrollada en la Universidad Veracruzana Intercultural (UVI) sede Grandes Montañas. En ese momento, observar la colocación de una ofrenda le recordó las encontradas enterradas de periodos precolombinos.
“Entonces, quiero hacer alusión a la memoria de las cosas pequeñitas, no de los grandes monumentos, sino las que quedan en formas cotidianas y rituales, y que al no ocupar demasiado espacio no modifican paisajes urbanos, se quedan en la memoria y se siguen reproduciendo.”
Para ella, la reutilización, modificación, reinterpretación, apropiación, legitimación o destrucción “son fenómenos que los seres humanos realizamos porque creamos, destruimos y modificamos”. Incluso, añadió, “cada una de estas acciones corresponde a una valoración del objeto y una significación de su importancia”.
En cuanto a modificaciones, puede ocurrir que se mantenga el mismo valor simbólico y se legitime en el mismo periodo –como es el caso de un trono a una cabeza colosal–; se modifique el significado del discurso en un periodo distinto –de trono a mascarón descarnado–; o bien, añadir elementos para integrarlos en el discurso –ahí están las incisiones que agregan elementos iconográficos en el Señor de las Limas–; o inscripciones que añaden una narrativa que se suma al discurso –como La Estela de la Mojarra, El Bloque de Cascajal o la Estatuilla de Los Tuxtlas.
También, dijo, con inscripciones que ocultan un discurso en una pieza, sin destruirla ni modificarla en el discurso original –un ejemplo de ello fue la máscara teotihuacana.
“Se puede modificar el uso: un dios puede devenir en joyería en una cultura distinta y una reinterpretación; o cambiar la narrativa de la historia: los iconoclastas, en otro periodo o en el mismo, destruyendo los monumentos.
”También se pueden hacer reiteraciones en lugar de modificaciones y ésos son los fenómenos de larga duración, aquellos que están en la cosmovisión, que encontramos en rituales, en escultura, urbanismo o en las ofrendas rituales pequeñitas que los pueblos originarios siguen haciendo hoy en día y que recuerdan los contextos que encontramos en excavaciones arqueológicas.”
En calidad de comentaristas también participaron Ponciano Ortiz Ceballos, del Instituto de Antropología de la UV, e Hirokazu Kotegawa, de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras. La moderadora fue Lourdes Budar, organizadora del evento y directora de la UVI.
Esta edición del WIA, desarrollada el 16 de julio, al igual que las anteriores, puede consultarse a detalle en el Facebook: WIA.UV. La próxima sesión se desarrollará el 23 de julio y tratará del colapso durante el periodo clásico en la costa del Golfo.