Hay quince centímetros entre la vida y la muerte del manglar

Jorge López Portillo, Ana Laura Lara Domínguez y Fernanda Alexandre.

Red de Ecología Funcional, Instituto de Ecología, A.C.

 

Resumen

Al morir los manglares, el suelo retenido se erosiona. Cuando iniciamos la restauración restableciendo el flujo de agua, las plántulas sólo crecieron en islotes y bordos de 15 cm de altura. ¿Por qué?

 

Palabras clave: Erosión, inundación, humedales, restauración, reforestación pasiva

 

Los manglares son los últimos bosques cuando vamos de las altas montañas hasta el mar.   Se distinguen de los otros bosques porque sus raíces tocan agua de mar, frecuentemente mezclada con agua dulce que proviene de ríos y agua subterránea. A diferencia de los bosques de zonas altas, los manglares (y algunos bosques inundables) toleran inundaciones prolongadas. Además, en contraste con los bosques inundables de agua dulce, los manglares toleran altas salinidades. Cuando están inundados se reduce la cantidad de oxígeno en el suelo y los mangles pueden enfrentarlo con tubos respiradores o esnórqueles, que pueden tomar aire de la atmósfera, por arriba del suelo y el nivel del agua. El aire que toman se transmite a las raíces y los tallos

Sin embargo, estos esnórqueles tienen límites y fallan si la inundación es muy prolongada y el nivel de inundación es muy alto. Sin oxígeno, los nutrientes no pueden ser tomados por las raíces finas, que además se intoxican por la concentración de los sulfuros generados por actividad de las bacterias. Bajo este ambiente tóxico, las raíces finas mueren, y las hojas dejan de recibir agua y nutrientes, generándose una mortalidad masiva de los árboles del manglar (Foto 1).

Foto 1. Comparación entre un manglar conservado y uno deteriorado. Al morir los árboles de mangle, las raíces finas se exponen y dejan de capturar los sedimentos. La carpeta de raíces aéreas se pierde y se forman espejos de agua, que se saliniza en un ambiente expuesto a la luz solar y a altas temperaturas. Fotos: Jorge López Portillo

El deterioro no acaba ahí. Al morir, las raíces finas dejan de retener sedimentos y el suelo se erosiona, perdiéndose el carbono capturado por largos periodos de tiempo (Foto 2). La erosión se sigue con la pérdida de un tapete de raíces y luego de los troncos muertos, causando también la compactación del suelo. Ahí es cuando el suelo pierde 15 centímetros de altura.

Foto 2. Un proceso activo de pérdida de sedimentos y exposición de raíces por la muerte del manglar. Foto: Jorge López Portillo

¿Cómo supimos eso? Porque vimos cómo ocurría mientras nos concentramos en restaurar un manglar que se encuentra en la laguna de Tampamachoco, en Tuxpan Veracruz, que es parte del sitio Ramsar 1602 Manglares y Humedales de Tuxpan. El manglar se murió porque se realizaron obras que interrumpieron el flujo del agua y ésta se estancó. La salinidad, la concentración de sulfuros y la temperatura del suelo aumentaron, especialmente durante la época de secas y en la canícula de agosto, rebasando con mucho la capacidad de sobrevivencia de cualquier especie vegetal.

Nuestra primera preocupación fue investigar por qué estaba ocurriendo una mortalidad masiva de árboles de mangle. Ya otros colegas habían intentado restaurar con manglar mediante la siembra de plantas crecidas en el invernadero, pero más tardaban en plantarlas que éstas en morirse una semana después. Para entender por qué, trazamos un transecto del manglar a la laguna y encontramos que el suelo del manglar muerto estaba tan hundido que se formaban espejos de agua. En la época de secas, esos espejos se evaporaban, el suelo se secaba y la salinidad aumentaba tanto que lo que había era una salmuera que alcanzó cuatro veces la salinidad del agua de mar.

Después de varios intentos medianamente exitosos, con la colaboración de las comunidades de Barra Galindo y de San Antonio, abrimos canales para conectar al manglar con la laguna. El material excavado de los canales lo echamos a un lado y lo emparejamos para que alcanzara hasta 30 cm de altura con respecto a suelo del manglar muerto. También construimos islotes de 5 m de diámetro y 30 cm de altura afianzados con troncos de los árboles muertos. Recuperamos la altura del suelo que se perdió por erosión y compactación, usando como referencia a los manglares sanos.

Los nuevos canales permitieron que la marea entrara nuevamente al manglar. Con el paso de los meses, el suelo elevado se pobló de plántulas de mangle y ahora, después de tres años de nuestro trabajo de restauración, las plantas de los bordos y los islotes tienen hasta dos metros de altura.  Sin embargo, pocas plántulas se establecieron o sobrevivieron en los suelos que no elevamos. Recientemente medimos la diferencia entre el suelo de manglar muerto y el suelo de los bordos y los islotes. La diferencia es muy pequeña: quince centímetros (Foto 3).

Foto 3. Vegetación de hasta dos metros de altura en uno de los islotes realizados durante el proceso de restauración comparado con un árbol de 50 cm de altura, pero de la misma edad. La diferencia de altura del suelo entre islotes y suelo bajo es de 15 centímetros. Izquierda, barreno con raíces de manglar conservado y suelo erosionado.

 

¿Qué sucede en esos quince centímetros que sea la diferencia entre la vida y la muerte? Resulta que el nivel del agua sube y baja, inundando intermitentemente los suelos elevados: cuando el nivel del agua baja, el oxígeno de la atmósfera ocupa los poros de suelos expuestos y las raíces pueden entonces tomar fósforo y nitratos en su forma oxidada, lo que estimula su crecimiento. Por el contrario, los suelos bajos del manglar muerto están siempre inundados y los nutrientes no pueden ser aprovechados porque están reducidos a nitritos y sulfuros. En breve, las plantas originales murieron de inanición e intoxicadas cuando se interrumpió el flujo hidrológico.

Para restaurar los manglares tuvimos que invertir mucho trabajo y dinero, y aún nos falta mucho para tener una cobertura similar a la de un manglar en buen estado de conservación: quince centímetros de altura parecen pocos, pero implicaría mover 1500 toneladas de suelo para emparejar una hectárea, facilitando una colonización masiva. Definitivamente, es mejor opción prevenir y conservar a los manglares por la gran cantidad de servicios ambientales que nos proporcionan.