Macpalxóchitl: el árbol de la manita
José G. García Franco
Red de Ecología Funcional, INECOL
Armando Aguirre Jaimes
Red de Interacciones Multitróficas, INECOL
Neptalí Ramírez Marcial
Departamento Conservación de la Biodiversidad, ECOSUR
Resumen
El Macpalxóchitl es un árbol de gran importancia cultural y ecológica, desde tiempos prehispánicos llamo la atención debido a la espectacular forma y color de sus flores.
En México una gran diversidad de plantas es conocida por su belleza o por sus usos. Por ejemplo, muchas especies de orquídeas por la belleza de sus flores, de árboles por sus maderas, y hierbas por sus propiedades medicinales y comestibles. Sin embargo, el Macpalxóchitl es uno de los que ha sorprendido a propios y extraños desde hace cientos de años.
El Macpalxóchitl, “árbol de la manita” o “mano de mico”, conocido con el nombre científico de Cheiranthodendron pentadactylon (Malvaceae), es un árbol de gran tamaño (hasta 30 m) originario del centro-sur de México (Estado de México, Guerrero, Michoacán y Oaxaca) y su distribución alcanza a algunos países de Centroamérica (Guatemala y Honduras). Habita en bosques de montaña tropicales (mesófilos de montaña) y templados (pino-encino) en altitudes de 1700 a los 2500 metros sobre el nivel del mar.
El nombre vernáculo náhuatl original “Macpalxochiquauhitl” (mano-flor-árbol) se contrajo a “Macpalxóchitl” (flor-mano). Mientras que el nombre científico, acuñado por José Dionisio Larreátegui, Chiranthodendron deriva del griego “cheir”- mano, ánthos – flor, y déndron – árbol, y pendactactylon de “pente” – cinco y “dáktilos – dedo. Su nombre proviene de la forma tan particular que tienen sus flores. Estas son solitarias, erguidas con un cáliz grande de color café-rojizo, pero carecen de corola (pétalos). En el centro se encuentran una columna de donde se desprenden cinco estambres largos en forma de dedos de color rojo intenso con el polen en la parte inferior, lo que da la apariencia de una mano. En la base del cáliz se produce abundante néctar que es la recompensa de los diferentes visitantes florales, entre ellos aves como las calandrias (Icterus sp.), mosqueros (Ptylogonys cinerus), reinitas o chipes (Setophaga picta, Dendroica sp.) y algunos colibríes (Basilinna leucotis, Colibri thalassinus). Sin embargo, por su tamaño y comportamiento las calandrias son los principales polinizadores durante el día, ya que al visitar las flores meten la cabeza para alcanzar el néctar, al tiempo que rozan los estambres llevando el polen a otras flores con lo que se efectúa la polinización. Por la tarde y noche, algunas especies de murciélagos (Lasiurus frantzi y Artibeus lituratus) y tlacuaches (Didelphis virginiana) llegan a libar el abundante néctar y durante su movimiento promueven la polinización de las flores.
Este árbol tiene una historia muy larga. Desde las primeras expediciones españolas de Martín Sessé se observó, siendo mencionado por primera vez en el Códice De La Cruz–Badiano en 1552. Posteriormente, fue señalado y descrito por diversos personajes, como Fray Agustín de Vetancurt (Siglo XVII), el jesuita Francisco Javier Clavijero (Siglo XVII), y los botánicos Joseph Dionisio Larreátegui (siglo XVIII) y Antonio José Cavanilles (Siglo XIX). Ese gran interés se debió a las ya mencionadas características particulares de sus flores, pero también por sus propiedades medicinales, que se reconocen en la medicina tradicional mexicana. Los aztecas usaban las flores para tratar úlceras y el dolor e inflamación de los ojos. Actualmente, la infusión de las flores (a veces mezclada con anís, magnolia, azar, tila o menta) se utiliza como antinflamatorio, antiséptico, para tratar afecciones del corazón, los nervios y la diarrea, entre otras. Por lo que el comercio tradicional de las flores es una importante fuente de ingresos en algunas regiones. En Los Altos de Chiapas, algunas comunidades indígenas utilizan las hojas de “La manita” para envolver tamales (pictes), y algunas personas también las usan para preparar abonos orgánicos para los cultivos.
De acuerdo con la legislación mexicana (NOM-59-ECOL-2010) el Macpalxóchitl es una especie amenazada. La tala de los bosques y el cambio de uso de suelo son los principales factores que han influido en la reducción de sus poblaciones. Se sabe que la germinación de las semillas no es alta, debido al daño por escarabajos brúquidos (gorgojos), por lo que la conservación de su hábitat es muy importante para las poblaciones naturales, ya que en buenas condiciones los árboles pueden ser muy longevos. En la ciudad de Toluca, Estado de México, existe un ejemplar considerado como centenario, ya que la familia propietaria del predio donde se encuentra asegura estar cuidándolo desde 1869.
Todas esas características tan particulares del Macpalxóchitl también lo han llevado a ser la figura distintiva de la Sociedad Botánica de México, ya que, desde su fundación en 1941, fue incluido como emblema de esta gran Sociedad Mexicana dedicada a la investigación y divulgación del conocimiento botánico de México.
Pie de figuras:
Slider: Flores del Macpalxóchitl(Fotografía: Neptalí Ramírez Marcial, Naturalista México)
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