Xalapa, Ver.- Hugo Delgado Granados, investigador del Departamento de Vulcanología del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), indicó que se deben estudiar los glaciares y su desaparición en los volcanes más importantes de México, por su incidencia en la vida de la población que se ubica en sus inmediaciones.

Al dictar la conferencia “La criósfera mexicana ante el cambio climático y la actividad volcánica”, en el auditorio de la Facultad de Contaduría y Administración (FCA) de la Universidad Veracruzana (UV), Delgado Granados hizo un análisis de los fenómenos glaciares y periglaciares propios de la criósfera en los volcanes Citlaltépetl (Pico de Orizaba), Popocatépetl e Iztaccíhuatl, que son las montañas de mayor altura en México.

Dijo que su extinción obedece a la relación del clima y la actividad volcánica, ya que en 1958 el volumen de esos hielos era de 11.6 kilómetros cuadrados; de ellos, 9.5 correspondían al Citlaltépetl y sus ocho glaciares, con espesor promedio de 20 metros y máximo de 40. El resto, 2.1, era del Popocatépetl e Iztaccíhuatl juntos.

Esto ha cambiado de manera radical y desde 1975 en el Pico de Orizaba se da un incesante retroceso de su mayor masa de hielo, conocida como Lengua de Jamapa, la cual está en proceso de franca desaparición.

 

Por qué se extinguen los glaciares

La presencia y el comportamiento de un glaciar son normales cuando tienen un régimen de precipitación sólida, que permanece a lo largo de un ciclo hidrológico anual. Si esa precipitación es superior a cero grados, en nada les beneficia, pero en el caso del Popocatépetl su actividad volcánica ha causado un retroceso importante sobre la masa glacial.

Comentó que la extinción también obedece a las condiciones climáticas cambiantes y a efectos de fenómenos como El Niño y el incremento de albedo, la capacidad de una superficie para reflejar la radiación que incide sobre ella.

Para comprender cómo el glaciar responde a las variables meteorológicas es necesario hacer un balance energético, que consiste en el inventario de flujos de energía mediante mediciones meteorológicas.

 

El Popocatépetl registraba, en 1958, un área glaciada de 0.89 kilómetros cuadrados, con disminución del 56% hasta 1996, pero en sólo cuatro años disminuyó con tasa de retroceso tan acelerada, que en el 2000 sus glaciares fueron declarados extintos. El Iztaccíhuatl contaba con volumen de 1.21 y sus glaciares (Ayoloco y Suroriental) mostraban espesor de hasta 70 metros, ahora en rápido descenso.

La instalación de balizas aportó datos importantes en cuanto a las reacciones y ablación de las montañas nevadas, lo que arrojó números sobre cómo acumulan masa en una tasa menor a su ablación. Así, los estudios indican que la totalidad de las masas de hielo volcánicas habrán desaparecido antes del año 2030.

Con información de Universo