• Son tres los efectos sustantivos que impactan las condiciones de salud: retiro del mercado laboral, viudez y cambios en la morbilidad 
Dulce María Cinta Loaiza, investigadora del Instituto de Salud Pública de la UV, participó en el 3er Congreso Internacional “Mujeres y niñas desde una doble perspectiva: género y derechos humanos”

Dulce María Cinta Loaiza, investigadora del Instituto de Salud Pública de la UV, participó en el 3er Congreso Internacional “Mujeres y niñas desde una doble perspectiva: género y derechos humanos”

 

José Luis Couttolenc Soto 

Xalapa, Ver.- Dulce María Cinta Loaiza, investigadora adscrita al Instituto de Salud Pública (ISP) de la Universidad Veracruzana (UV), sostuvo que la población en México ha envejecido, proceso que se registra mayormente en el sexo femenino con tres elementos sustantivos que impactan las condiciones de salud de las personas: retiro del mercado laboral, viudez y cambios en la morbilidad. 

La investigadora universitaria fue una de las participantes en el 3er Congreso Internacional “Mujeres y niñas desde una doble perspectiva: género y derechos humanos”, donde el viernes 28 de agosto presentó su trabajo “Salud y envejecimiento femenino: una relación desventajosa”, en la Facultad de Estudios Superiores Aragón de la Universidad Nacional Autónoma de México. 

Recordó que el número cinco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) es lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y niñas”, pero la igualdad de género no sólo es un derecho humano fundamental, sino uno de los fundamentos esenciales para construir un mundo pacífico, próspero y sostenible. 

Al referirse al envejecimiento de la población mexicana, Cinta Loaiza consideró que éste significa un dilema femenino, puesto que de acuerdo al Consejo Nacional de Población (Conapo), el índice de envejecimiento (IE) se incrementará notablemente. En 2014 el IE en el país era de 35 personas adultas mayores (PAM) por cada 100 menores de 15 años, cifra que se estima aumente a 63 en 2030; la población masculina el IE se incrementará en casi 24 puntos porcentuales, pasando del 31.54 por ciento a 55.32 por ciento, en tanto en las mujeres la variación es mayor, por cada 100 menores de 15 años se espera que en 2030 haya 70 PAM, en comparación con las registradas en 2014. 

En estimaciones de la misma Conapo, en 2017 la esperanza de vida para los hombres fue de 73 años y de 78.1 para las mujeres; “para complementar la idea del desequilibrio, la tasa de dependencia de la población de 65 años y más para ese año fue de 9.9 por ciento para los hombres, y de 10.9 para las mujeres. 

Al explicar la forma en que hombres y mujeres enfrentan la transición, la investigadora indicó que depende de factores sociodemográfico-estructurales como sexo, lugar de residencia, nivel educativo y de ingresos, entre otros, pero depende también de efectos diferidos de experiencias anteriores cómo la forma de acceder a beneficios, y la manera en que han enfrentado riesgos en el pasado, lo que hace visualizar que el nivel de salud de las personas que envejecen se encuentra íntimamente relacionado con el entorno dónde se han desarrollado, evidencias que demuestran que estos entornos, en su mayoría, son desfavorables para las mujeres. 

“Desde una mirada de la salud, el fenómeno del envejecimiento por sexo casi siempre se hace a través del análisis de la mortalidad, morbilidad y los indicadores de dependencia”, expuso y refirió que dado el cambio epidemiológico del país, las enfermedades no transmisibles (crónico-degenerativas) son las que mayormente confronta el grupo de personas mayores de 60 años, aunque debe entenderse que adquirir este tipo de enfermedades es resultado tanto del envejecimiento fisiológico del organismo, así como del contexto social, económico, cultural y político en el que se desenvuelven durante su niñez y vida productiva. 

Por su parte, el Instituto Nacional de Estadísticas y Geografía (Inegi) en 2015 reportó que la tasa de mortalidad de mayores de 60 años fue, en ese periodo, de 38.9 para los hombres teniendo como principales causas enfermedades hipertensivas, del hígado, crónicas de vías respiratorias, cerebrovasculares y diabetes mellitus 2; mientras que para las mujeres fueron enfermedades crónicas de las vías respiratorias, hipertensivas, cerebrovasculares, isquémicas del corazón y diabetes mellitus 2. 

Para concluir, la investigadora universitaria opinó que la atención a la salud de la población mayor de 60 años con enfoque de género “confronta problemas sustantivos: atención centrada en la enfermedad, ausencia de programas preventivos, problemas de cobertura y de acciones afirmativas no claras en los programas de atención a la salud, así como poca visión a la problemática de género, y un gasto elevado por enfermedades no transmisibles”, quedando como “hechos por analizar”. 

Dijo también que el Plan Sectorial de Salud 2024 presenta lagunas para una atención a la salud con el eje transversal de género, “aunque dice que está permeado por ella”, y denota también la ausencia de una política afirmativa clara para la atención diferenciada por la condición de género. 

En el panel participaron, además de la representante de la UV, Martha Romero Mendoza, del Instituto Nacional de Psiquiatría; Héctor Gómez Dantes, del Instituto Nacional de Salud Pública, e Ingrid Peláez Ballestas, del Hospital General de México, quienes hablaron de “Inequidad en la atención de las mujeres usuarias de opiáceos en México”; Lucero Aída Juárez Herrera y Cairo, de la Universidad del Valle, Sonora, abordó el tema “Cuidados durante el confinamiento por SARS CoV-2. Una cuestión de género y derechos”.