- Así lo destaca Ana Cristina Pérez Ramos en su tesis de posgrado, presentada de manera virtual el pasado viernes 29 de mayo
- Es egresada de la Maestría en Estudios de la Cultura y la Comunicación
- “El pan no sólo nos nutre, sino que nos significa como individuos”, expresó durante la defensa de su trabajo
“Aquí el artesano es una fuente de conocimiento, tanto el oficio como el alimento están impregnados de significados y el pan se sigue elaborando porque tiene sentido para la vida de quienes lo comen y estos valores se resguardan en la memoria colectiva de los coscomatepecanos”
Claudia Peralta Vázquez
Xalapa, Ver.- “La panadería en el municipio de Coscomatepec, Veracruz, es una práctica ritual, símbolo de identidad y pertenencia que no se limita sólo a motivaciones comerciales, sino que en cada pieza se materializan una serie de experiencias a nivel personal, familiar y de comunidad”, afirmó Ana Cristina Pérez Ramos, de la Maestría en Estudios de la Cultura y la Comunicación de la Universidad Veracruzana (UV), al defender su trabajo recepcional de forma virtual el viernes 29 de mayo.
La egresada del Centro de Estudios de la Cultura y la Comunicación (CECC) obtuvo el grado por la investigación “Panadería Ritual en Coscomatepec, Veracruz”, misma que presentó a través de la plataforma Zoom ante Carlos Alberto Casas Mendoza, director de tesis; de María Teresa Rodríguez López, presidenta del jurado; Manuel Uribe Cruz, secretario; y Claudia Morales Carvajal, vocal.
La decisión de realizar este trabajo obedece a la ausencia de investigaciones sobre panadería como una práctica cultural, además de haber una relación emocional con esta actividad, puesto que ella es originaria de esta ciudad ubicada en el centro del Estado de Veracruz, en la zona de las altas montañas, explicó.
Su familia siempre ha estado ligada a estas prácticas rituales en la que el pan es uno de los elementos culturales principales. Por ello, el principal objetivo es visualizar a la panadería como un hecho cultural del que se desprenden prácticas rituales y de comensalidad, mismas que encierran en sí una serie de significados que tienen sentido en los habitantes en relación con sus vidas, y crean un vínculo de identidad y pertenencia, compartió.
“Aquí el artesano es una fuente de conocimiento, tanto el oficio como el alimento están impregnados de significados y el pan se sigue elaborando porque tiene sentido para la vida de quienes lo comen y estos valores se resguardan en la memoria colectiva de los coscomatepecanos”.
En la demostración de su tesis, en la que también compartió imágenes de algunas panaderías que datan de principios del siglo pasado y que han sido habilitadas en las mismas viviendas de los artesanos, la joven señaló que, tanto al interior como al exterior, Coscomatepec es reconocido como pueblo de panaderos.
Este producto llega hasta municipios vecinos como Córdoba, Orizaba y Huatusco, así como a comunidades aledañas.
Comentó que el desarrollo de esta investigación contempló entrevistas con los mismos panaderos, y aunado con la experiencia personal y familiar pudo establecer algunas pautas que construyen una memoria colectiva a partir de estas prácticas rituales que la mayoría de los habitantes conocen.
Dio a conocer la existencia y elaboración de algunas piezas que son de suma importancia en la vida de los lugareños, sobre todo porque tienen relación con ceremonias que marcan la transición de una condición social a otra de un individuo.
Entre estas celebraciones se encuentran: los bautizos, primeras comuniones, cumpleaños y funerales.
Por ejemplo, los pastelitos o bizcochos se consumen en bautizos, primeras comuniones y funerales. En los bautizos, después de la celebración eclesiástica, se hace una reunión para compartir con amigos y compadres estas piezas acompañadas de chocolate o café.
En las primeras comuniones la ofrenda la hacen los padrinos, quienes después de la celebración ofrecen un desayuno en su casa.
Asimismo, en los funerales los suelen compartir con las personas que van a rezar a los novenarios de los difuntos y en el aniversario luctuoso.
Otra pieza es la resobada, especial para los festejos de cumpleaños. Hoy en día tiene un menor consumo debido a la competencia con los pasteles, pero aún sigue en el imaginario de las habitantes y de los panaderos.
Resaltó que mediante estos rituales de ciclos de vida las personas ubican su paso por este mundo, les permite recrear y rememorar su historia, al tiempo que refuerzan los vínculos familiares y en otros casos se extienden, como en el compadrazgo.
“Eso quiere decir que el pan no sólo nos nutre, sino que nos significa como individuos”.
En el capítulo III de su trabajo la egresada de posgrado incluyó lo que es el ritual de los bobitos y la bendición de pan en Jueves Santo.
El primero se realiza en la capilla de San Rafael, el 24 de octubre, y surge como apropiación del pasaje bíblico del Arcángel Rafael. El pan se bendice al final de la celebración eucarística y se come para remediar enfermedades.
La bendición de pan en Jueves Santo se lleva a cabo en el marco de la Semana Santa, tiene lugar en las distintas capillas y parroquias de Coscomatepec. Se apropia al pasaje bíblico de la última cena y la bendición se da durante la misa donde se comparte.
A diferencia de los ciclos de vida, aquí se generan vínculos más extensos y comunitarios, pues puede visualizarse a la enfermedad y a la muerte como dos estados por los que pasa el cuerpo y que se relacionan con la panadería local.
Otro de los rituales característicos es el de Todos Santos, el cual se desarrolla como un recurso para rememorar a los seres queridos ausentes. La elaboración de esta tradicional pieza se hace entre el 28 de octubre y 2 de noviembre.