Ecología Humana y Velocidad de Cambio
Rogelio Macías Ordoñez
Red de Biología Evolutiva, Instituto de Ecología A.C.
Palabras clave: Crecimiento poblacional, fecundidad, demografía
En apenas una pequeña fracción de nuestra existencia en la tierra, la población humana ha crecido como nunca antes. ¿Estamos preparados para lo que viene?
La velocidad es la distancia que recorremos (cambiamos de posición) en un tiempo determinado; al concepto de cambio por unidad de tiempo se le conoce también como tasa de cambio (km/h o nacimientos/minuto, por ejemplo). Por su parte, la aceleración es la velocidad a la que cambia la velocidad. Si viajamos a una velocidad constante, la aceleración es igual a 0 pues, sin importar la velocidad a que viajemos, esta no cambia. Pero si de pronto presionamos el acelerador a fondo, la velocidad empieza a aumentar. La velocidad, o tasa, a la que aumenta nuestra velocidad es la aceleración.
Nuestra población empezó a crecer lentamente a partir de nuestro origen hace unos 300 mil años. Hace 3 mil años, después de transcurrir el 99% del tiempo que llevamos en la tierra, habíamos alcanzado apenas unos 50 millones de habitantes en todo el planeta. Pero solo 2,700 años después, para principios del siglo XVIII, habíamos incrementado nuestra población 12 veces y éramos alrededor de 600 millones de habitantes. Para mediados de los años 80’s del siglo XX, cuando muchos de nosotros ya habíamos nacido o estábamos por nacer, éramos ahora 8 veces más personas en poco menos de 300 años, casi 5 mil millones de habitantes. Menos de treinta años después, a finales de 2022 alcanzamos los 8 mil millones de habitantes. Estos números muestran que nuestra velocidad de crecimiento no ha sido constante, sino que se ha acelerado vertiginosamente en un periodo sumamente corto. Los 50 millones de habitantes que alcanzamos después de nuestros primeros 300 mil años en la tierra, ahora los generamos cada 8 meses. Quienes nacimos en el siglo XX formamos las primeras generaciones de nuestra especie que vieron a la población mundial no solo duplicarse, sino triplicarse y casi cuadruplicarse, en el periodo de una sola vida. Esto no había sucedido antes en los 300 mil años que hemos existido.
Esta aceleración vertiginosa en el tamaño de las poblaciones de seres vivos, en ausencia de depredadores y con recursos ilimitados, se conoce como crecimiento exponencial. Entre 10 y 30 mil años antes del presente, algunas de nuestras poblaciones empezaron a abandonar un modo de vida nómada basado en la recolección y la cacería, y se transformaron en sociedades sedentarias, agrícolas y ganaderas, dependientes de núcleos urbanos alrededor de los cuales eliminamos a la mayoría de nuestros depredadores y competidores. Aprendimos a producir tal cantidad de alimento que la escasez ya no limitaba como antes nuestro crecimiento poblacional. A principios del siglo pasado tuvimos tales avances en salud pública que redujimos la mortalidad infantil de 50% a 4%, y aumentamos la esperanza de vida de menos de 40 años a más de 70 años actualmente. En otras palabras, la aceleración no se debió a que tuviéramos cada vez más hijos, sino a que los niños empezaron a morir mucho menos, y los adultos a vivir mucho más. Todo esto resultó en ese aceleramiento exponencial que, a pesar de lo vertiginoso, no podemos apreciar en el día a día.
En otras especies, el crecimiento exponencial puede desacelerarse por diferentes causas; un aumento en la cantidad de depredadores o patógenos, o la limitación de recursos. En nuestro caso, hay señales de que hemos alcanzado nuestra máxima velocidad de crecimiento y empezamos a desacelerar. Esta desaceleración se da a pesar de que seguimos aumentando la supervivencia infantil y la esperanza de vida, y de hecho sigue aumentando el tamaño de la población mundial, pero cada vez a menor velocidad. La desaceleración se debe a una disminución en la fecundidad promedio, es decir, cada vez tenemos menos hijos. En muchos países nacen ya menos bebés que los necesarios para reemplazar a la generación que los produjo. Esta tasa mínima de reemplazo es de 2.1 hijos por mujer en promedio y varios países en el mundo ya no la alcanzan.
Una consecuencia adicional con enormes implicaciones de la combinación de mayor esperanza de vida, menor mortalidad infantil y menor fecundidad, es que la proporción de niños y jóvenes en la población es cada vez menor, y los adultos mayores que antes eran minoría, serán una fracción cada vez mayor de la población. En el año 2017, por primera vez en toda la existencia de nuestra especie en la tierra, el número de personas mayores a 65 años superó al número de niños menores a 5 años, y la tendencia continúa. La estructura misma de nuestra sociedad está cambiando también a gran velocidad hacia formas que no experimentamos nunca antes.
Se estima que, de mantenerse las tendencias actuales, la velocidad a la que aumenta el tamaño de la población mundial disminuirá durante el resto de este siglo hasta que dejemos de crecer a finales del siglo XXI, cuando el número de muertes igualará o excederá el número de nacimientos. Habremos alcanzado entonces una población mundial de entre 10 y 11 mil millones de personas.
Lo que no podemos predecir es qué pasará después. ¿Mantendremos esa población estable o empezará a disminuir? Si disminuye, ¿será gradualmente o colapsará en muy poco tiempo? Nunca antes habíamos sido tantos, ni habíamos vivido tantos años, con una proporción tan baja de niños y jóvenes, ni ninguna especie había consumido tantos recursos del planeta como nosotros (gran parte de ellos no renovables), ni lo había modificado tanto, ni en tan poco tiempo. Ha ocurrido todo tan rápido que no tenemos memoria histórica ni adaptación biológica para estas circunstancias. Los desafíos que enfrentamos en el pasado son muy diferentes a los que enfrentarán los seres humanos el resto de este siglo.
Figura 1. Estados Unidos 1911. En ese año las mujeres tenían en promedio 5.4 hijos, de los cuales aproximadamente la mitad sobrevivía a la pubertad.
Créditos: Lewis Hine, dominio público, via Wikimedia Commons
Figura 2. Hungría 1968. En ese año nacieron 122 millones de personas en el mundo y murieron 48 millones, con lo cual la población mundial creció en 74 millones de habitantes.
Creditos: FORTEPAN / Semmelweis Egyetem Levéltára, CC BY-SA 3.0, via Wikimedia Commons
https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Newborn_Fortepan_74695.jpg
Figura 3. China 1978. En ese año la población humana era de 4,289 millones de habitantes, de los cuales casi una cuarta parte la formaban los habitantes de China, 955 millones.
Créditos: Michael E. Arth, CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons
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