PRESENTE, PASADO Y FUTURO DEL ENCINAR TROPICAL

Por: Carlos I. Flores Romero

Red de Ambiente y Sustentabilidad, Instituto de Ecología A.C.

 

Foto 1. Afectaciones al encinar tropical en el municipio de Actopan, frente a la Central Nucleoeléctrica Laguna Verde – Crédito: Carlos I. Flores Romero

Resumen.

El encinar tropical es un tipo de vegetación que se encuentra distribuido por toda la región de Mesoamérica, desde México hasta Costa Rica, algunos autores mencionan que constituye un remanente pleistocénico de origen boreal que aparentemente sustituyó a la vegetación tropical durante la última glaciación durante el pleistoceno, sin embargo, existen factores bióticos, físicos y sociales que han provocado que en la actualidad estos encinares se encuentren muy perturbados.

 

Palabras clave: Encinar, Quercus oleoides, distribución.

 

El encinar tropical es una comunidad vegetal característico de las zonas cálidas que se distribuye a bajas altitudes, en las áreas más cercanas al mar se encuentra formada solo por una especie (Quercus oleoides) pero conforme subimos altitudinalmente lo podemos encontrar acompañado hasta por dos o tres especies de su mismo género Q. sapotifolia, Q. peduncularis y Q. elliptica, hasta alcanzar su máximo rango altitudinal que corresponde a los 900 m, donde cambian sus requerimientos ambientales y climáticos y ya no es posible encontrarlo. En su interior, también podemos encontrar escasos acompañantes arbóreos, arbustivos y herbáceos de otras especies. Es una comunidad poco densa y con un solo estrato arbóreo que normalmente alcanza alturas que van de los 12 a 15 m, pero que en ciertas circunstancias con condiciones ideales para su desarrollo, como suelos muy profundos y de buen drenaje puede alcanzar hasta 25 o 30 m de altura. Su área de distribución en México va desde el sur de Tamaulipas hasta Chiapas, que constituye una franja más o menos paralela a la costa del Golfo de México.

 

Foto 2. Sustitución de encinar tropical para dedicarlo a actividades agrícolas –Crédito: Carlos I. Flores Romero

 

La presencia de estos encinares en las zonas tropicales se cree que sea el resultado del efecto de la última glaciación sobre la vegetación de la vertiente del Golfo (Sarukhán, 1968), cuando comenzó a bajar la temperatura en las áreas templadas ciertos grupos de plantas de las regiones montañosas invadieron las zonas de baja altitud y se mezclaron con taxa tropicales. Cuando el clima se hizo más cálido, muchos de estos grupos regresaron hacia sus lugares de origen o desaparecieron por la competencia con grupos tropicales mejor adaptados que se extendieron desde las áreas restringidas en que se encontraban (zonas protegidas cálidas), pero algunos de estos elementos templados encontraron nichos en donde las especies tropicales más típicas no podían competir adecuadamente, como los lugares secos de suelos mal drenados y desde entonces las plantas de origen templado han sobrevivido hasta la fecha (Gómez-Pompa, 1978).

Hoy en día estas comunidades vegetales se encuentran muy fragmentadas formando pequeños manchones aislados y con un alto riesgo de desaparecer debido a la presión antrópica, provocada por el cambio de uso de suelo (agrícola y ganadero) y por la presencia de incendios, haciendo que sus poblaciones actualmente se encuentren en diferentes estados de perturbación.

Afortunadamente se han llevado varios esfuerzos para tratar de resolver esta situación a través de diferentes estrategias, en primer lugar podemos encontrar los esquemas de conservación y protección, uno de ellos fue el decreto por parte de CONABIO de dos Regiones Terrestres Prioritarias (RTP), la primera corresponde a la RTP-92 “Encinares Tropicales de Loma Las Pitas y Sierra Maratines” localizada en los municipios de Aldama y Soto La Marina, en el estado de Tamaulipas, con una superficie de 466 km2, y la segunda corresponde a la RTP-104 “Encinares Tropicales de la Planicie Costera Veracruzana” localizada en quince municipios del Centro del estado de Veracruz, con una superficie de 905 km2.

 

Foto 3. Aspecto general de un relicto de encinar tropical localizado en la localidad de Otates, Ver. – Crédito: Carlos I. Flores Romero

 

Las dos regiones tienen un valor medio-alto para la conservación, ya que en ellas se han encontradas varias especies enlistadas dentro de la NOM-059-SEMARNAT-2010, la primera representa el hábitat de varias especies de mamíferos como los jaguares, mientras que en la segunda es posible encontrar diferentes especies de plantas del género Zamia y Dioon. Se ha definido como prioritaria en función a la existencia de comunidades vegetales que se consideran relictos pleistocénicos, además de que en ambas regiones también se presenta vegetación de selva baja caducifolia, selva mediana y pastizales que funcionan como corredores biológicos.

Otra estrategia es la de restauración, la cual ya se ha probado en varios estudios. Esta se puede hacer a través de la colecta de semillas o bellotas (entre los meses de noviembre a enero) que es cuando se tornan de un color café oscuro y su traslado en bolsas de yute para que, a través de una prueba de viabilidad, elegir solo a aquellas que resulten viables (esto nos asegura un 90% de probabilidad de germinación) y se colocan en las camas de germinación o bolsas de plástico negras. Al paso de un mes y con un adecuado riego se podrán observar las primeras plántulas y al paso de otros dos meses, ya se pueden trasplantar al sitio que se va a restaurar. Es importante mencionar que la temperatura ideal es de 25 a 30°C.

 

Como ejemplo de uno de los programas de restauración en el estado de Veracruz con Quercus oleoides se puede mencionar el que está llevando a cabo la Unidad de Servicios Profesionales Altamente Especializados (USPAE) del Instituto de Ecología A.C. (INECOL), quienes desde el año 2014 se encuentran trabajando en la restauración de 104 hectáreas en el municipio de Jáltipan, donde a casi ocho años de iniciado el programa, la vegetación nativa (un encinar tropical) está empezando a retomar las condiciones originales, a pesar de que antes de la instauración del programa era un terreno totalmente desnudo al ser una mina a cielo abierto donde las condiciones del suelo eran muy lamentables.

 

Referencias

GÓMEZ-POMPA, A. 1965. La Vegetación de México. Bol. Soc. Bot. Méx. No. 29: 76-120.

SARUKHÁN, J. 1968b. Análisis Sinecológico de las Selvas de Terminalia amazonia en la Planicie Costera del Golfo de México. Comisión de Estudios Sobre la Ecología de Discoreas. Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, S.A.G. México. 300 p.