ÁRBOLES FUERA DEL BOSQUE RECURSOS FORESTALES EN EL FUTURO
Griselda Benítez Badillo y Miguel Equihua Zamora
Red de Ambiente y Sustentabilidad, Instituto de Ecología A.C.
El 9 de julio fue la conmemoración del “Día del Árbol” en México, que ocurre cada segundo jueves de julio desde 1959.
La deforestación y la degradación de los bosques siguen ocurriendo a un ritmo alarmante, contribuyendo a la pérdida de biodiversidad. Se estima que de 1990 a la fecha han desaparecido 80 millones de hectáreas de bosques nativos en el mundo (FAO y PNUMA 2020). Recientemente, el Global Forest Watch dio a conocer las tasas de deforestación a nivel mundial de los 10 países con existencias importantes. Lamentablemente la pérdida se incrementó en 2018 un 2.8% con respecto a 2019. Entre los 5 países incluidos para Latinoamérica, México ocupa el quinto lugar. En 2019, perdió 321kha de bosque natural, lo que equivale a 83.3Mt de CO₂ de emisiones. Este panorama es desalentador pues sugiere que la humanidad tiene un afán voraz por los recursos de los bosques. Por otro lado, hay miles de millones de árboles que no se encuentran incluidos dentro de los bosques ni siquiera en paisajes arbolados.
En el transcurso de los años 80s y 90s, los árboles aislados o cuando mucho en pequeños grupos y superficies, atrajeron la atención de los silvicultores. Su frecuencia y vinculación a los espacios en donde vive la gente dio como resultado verlos como un recurso potencial. Se reconoció que pueden ser clave en esfuerzos para procurar opciones de desarrollo sostenible con un enfoque multisectorial en espacios de intenso uso humano. Estos árboles fueron llamados “árboles fuera del bosque” comprenden árboles que se encuentran en las áreas rurales, las áreas construidas, y en muchos otros lugares que por definición no son bosques. Los árboles fuera del bosque, la mayoría de las veces no son contabilizados en los inventarios. Pero en un mundo que desafortunadamente pierde bosques naturales, son cada vez más objeto reflexión y debate por el papel que desempeñan en la conservación de biodiversidad, la gestión sustentable de los espacios de uso humano y la ordenación ecológica de espacios rurales, así como los urbanos y las periferias. Este debate encuentra incentivo al considerar que este “tipo” de árboles podrían ser los que dominen los paisajes en el futuro. Se reconoce que estos árboles ofrecen beneficios al medio ambiente, al bienestar social e incluso a la economía de las personas. Por ejemplo, el 30% de las tierras de cultivo y el 60% de las tierras construidas en zonas áridas y semiáridas tienen algunas porciones de cubierta arbórea fuera del bosque. África y Asia tienen la mayor proporción de este tipo de árboles en tierras de cultivo, donde mantienen a las comunidades locales.
Definición
La definición de los “árboles fuera del bosque” surgió en 1995. De acuerdo con la FAO, son los árboles presentes en tierras que no tienen la denominación formal de bosques (o tierras forestales). La expresión no solo comprende árboles también incluye arbustos. La FAO (2002) aceptó que pueden ser también árboles en tierras que se consideran bosques, pero sólo cuando la superficie que ocupan es inferior a 0.5 hectárea y otros parámetros.
Descripción
Los árboles fuera del bosque pueden ser especies espontáneas o cultivadas, pueden ser exóticas, domesticadas y seleccionadas por las poblaciones locales, tienen funciones de producción (huertos, árboles de campo y otros sistemas agroforestales), funciones de protección (paisajística y ecológica) o fines ornamentales (árboles cercanos a las ciudades, parques o viviendas). Además, pueden ser resultado de una dinámica natural como son los remanentes de bosques primarios y secundarios que pueden llegar al extremo ser reducidos a árboles aislados, en la Fig. 1 se muestra la importancia de un solo árbol. Puede estar dispersos sin continuidad, (árboles situados en tierras agrícolas y pastizales), lineal con continuidad (bordes de parcelas, carreteras, canales, a lo largo de cursos de agua, alrededor de lagos, en ciudades), o bien en conjuntos de dimensiones reducidas que presentan un continuo espacial (árboles agrupados en remanentes de bosques, parques urbanos). Son un recurso disperso con funciones múltiples, proporcionan numerosos productos y servicios ambientales. Enfrentan muchas amenazas, posiblemente mayores que los del propio bosque.
Se ha señalado que las clasificaciones de los árboles fuera del bosque deben considerar tanto la cubierta como el uso de la tierra, debido a la noción de que la ocupación y utilización del suelo se encuentran entrelazadas. Ciertas clases de árboles fuera del bosque están asociadas a su localización, lo que condiciona generalmente su uso: finca, pastizal, carretera, ciudades, pero también por aspectos como el ornamental, cultural y simbólico parámetros que demuestran su importancia social. Otras clasificaciones utilizan como criterios la distribución de los árboles y su organización espacial.
Este recurso difuso y de múltiples propósitos, escasamente definido por los estudiosos de los bosques, generalmente ausentes de las estadísticas oficiales y las políticas de desarrollo, requiere que sean conocidos para empezar y mejor valorados para seguir. Son elementos del entorno que van en aumento y pudieran ser recursos con un papel importante para hacer frente a los desafíos de la sostenibilidad, la reducción de la pobreza y la seguridad alimentaria.
Consideraciones finales
Los árboles forman un componente destacado del paisaje no forestal que debe tenerse en cuenta en la planificación de los recursos naturales, tanto desde el punto de vista ecológico, económico y social. La FAO se ha comprometido a mejorar la evaluación de los árboles fuera del bosque en las evaluaciones mundiales futuras, y a brindar ayuda a los países miembros en el desarrollo de capacidades para tasarlos y utilizar este conocimiento para desarrollar y ejecutar políticas y programas de desarrollo sostenible eficaces.
En México prácticamente no hay inventarios ni estudios al respecto. Aunque destaca el de Guevara et al. (1999), realizado con un enfoque dominantemente ecológico; son producto de una tendencia asociada con una explotación cada vez más intensiva de los recursos, aunque están presentes en los sistemas agrícola, ganadero y urbano, y son generalmente “mantenidos”. Son objeto también de un intenso uso y su evaluación debe ser una tarea acogida en el proceso de reconocimiento de este recurso para propiciar su conservación y adecuado aprovechamiento. La conservación de la diversidad biológica implica también apreciar mejor el papel de estos árboles. En efecto, representan oportunidades ecosistémicas particulares muchas veces únicas. Estos árboles albergan especies de plantas y animales, poco presentes o ausentes en ecosistemas circundantes. Hay que propiciar que se reúnan más y mejores datos sobre ellos. Estos datos serán también útiles para la planificación, para establecer estrategias, para promoverlos y para aprovecharlos considerando los muchos beneficios tradicionales que brindan a las personas.
FAO. 2002. GUÍA FAO CONSERVACIÓN 35. Los árboles fuera del bosque: Hacia una mejor consideración. Viale delle Terme di Caracalla, 00100 Roma, Italia ISBN 92-5-304656-2 http://www.fao.org/3/y2328s/y2328s03.htm
FAO y PNUMA 2020. El estado de los bosques del mundo 2020. Los bosques, la biodiversidad y las personas. Roma. https://doi.org/10.4060/ca8642es ISSN 2521-7569 [EN LÍNEA]