BRINDIS POR EL 45° ANIVERSARIO DEL JARDÍN BOTÁNICO FRANCISCO JAVIER CLAVIJERO
Por: Orlik Gómez García
Jardín Botánico Francisco Javier Clavijero, Instituto de Ecología A.C.
A modo de resumen
Este texto pone de manifiesto la belleza del Jardín Botánico Francisco Javier Clavijero y lleva implícito un homenaje y un reconocimiento público para cada una de las personas que gestaron la idea de establecer un jardín botánico en Xalapa, la llevaron a buen puerto y lo han apoyado con decisión en diferentes momentos, visionarios personajes que se han ganado ya un lugar en el recuerdo y la historia de nuestra modesta, pero a la vez encantadora ciudad. Es una modesta contribución para celebrar los 45 años de la notoria trayectoria de nuestro maravilloso y muy querido jardín botánico.
Palabras clave
Jardín Botánico Clavijero, Xalapa.
Un jardín secreto
Cada vez que visitamos el Jardín Botánico Francisco Javier Clavijero, en realidad visitamos un jardín secreto, escondido entre sus rincones todavía poco explorados. Cada planta que en este bello lugar ha crecido esconde una biografía única, una habilidad singular para vivir y, desde luego, una contribución concreta y única a nuestro bienestar y al de nuestro planeta. Así pues, cada planta encubre un relato y una intención impensada que provocan muchos sentimientos en quienes los apreciamos. Desde hace 45 años, estos relatos secretos dan lugar al jardín oculto, y a la vez cambiante, a los ojos cotidianos. El contacto con ellos nos gusta, nos sensibiliza y nos vuelve más conscientes y permeables al poder de un “plantástico” mundo vivo, bello y que necesitamos, pero que también necesita de nosotros.
En Xalapa, con su acentuado aire cultural, el espíritu de lo bello palpita no solo en las calles, plazas y rincones, sino también en sus espacios verdes. De ellos, el Jardín Botánico Francisco Javier Clavijero (para los xalapeños, “el jardín botánico” a secas) es un quizás sea uno de los que más ha contribuido a realzar el encanto de la ciudad. Popular atracción para viajeros y residentes, multitudinario a veces durante los festivales, aun con el esplendor de sus comienzos, conserva, no obstante, la esencia del jardín original que un día, hace más de 45 años, fue llevada del pensamiento a la realidad, diseñándolo con un esmero y una pasión que continúan hoy en día. Más allá de su enorme valor científico, académico y educativo, Xalapa resguarda un jardín que emociona, que inspira al cuerpo y al ánimo, que asombra de múltiples maneras.
Entre el archipiélago de espacios verdes de la ciudad de Xalapa, algunos incluso poseedores de gran valor histórico, el Jardín Botánico Clavijero tiene una identidad propia y su fuerte personalidad. Sí el visitante observa con atención, notará que su fisonomía no es uniforme, sino formada por una variedad de sitios, conectados y embellecidos mediante una amplia gama de elementos vivos y algunos construidos, en la que el bosque de niebla, con sus olmos, liquidámbares, hayas y, sobre todo, encinos, todos ellos altos, añosos y colmados de epífitas, además de un cúmulo de diversidad vegetal y animal, es el rasgo principal.
El jardín botánico es, por supuesto, un bosque urbano. Resguarda en su colección un acervo de más de mil especies diferentes de plantas, sin incluir en esta cifra a las herbáceas, arbustos, árboles, palmas, helechos, enredaderas y epífitas que, a lo largo de los años, han brotado de manera silvestre y crean ensambles donde la vida prospera por todo su territorio, basta con escuchar la miríada de cantos de aves, sonidos de insectos y hongos que brotan y encuentran refugio aquí. En cada sección, a manera de itinerario botánico, hay carteles que permiten a los visitantes interpretar el entorno, provocando su interés en explorar este reino vegetal. A diferencia de parques y arboledas en otras regiones del mundo, donde una gran proporción de los árboles son caducifolios, en nuestro bosque de niebla coexisten, junto con ellos, otros árboles que mantienen su follaje durante todo el año, dando lugar a un bosque siempre verde. En cambio, en otros espacios del jardín botánico, como el arboretum, durante los pocos meses que dura la desnudez invernal, las ramas de las grandes hayas, deshabitadas de hojas contagian el aire de melancolía y enfatizan la percepción nostálgica del lugar. Por el contrario, cuando llega la primavera, los espacios abiertos del jardín se cubren de buena sombra, gracias al rebrote de las hojas, y junto con la incipiente floración tornan esa nostalgia en contagiosa alegría.
Homenaje
Han transcurrido 45 años desde aquella lluviosa tarde del 17 de febrero de 1977, cuando se inauguró el Jardín Botánico Francisco Javier Clavijero. En este lapso la labor cotidiana y el tiempo, jardineros visibles e invisibles, han propiciado cambios en su fisonomía, no siempre embellecedores. Muchos árboles se han perdido, sin haber sido repuestos, en un afán de ganar más espacio para nuevas colecciones y exhibiciones con un fuerte componente didáctico. A pesar de ello, para no desequilibrar la composición de las especies y mantener su esplendor inicial, el jardín necesita continuar con una gestión y un manejo dinámicos, apuntalados en suficientes medios y conocimientos, y con enfoque de futuro.
¡Brindemos! Porque el Jardín Botánico Francisco Javier Clavijero, nuestro jardín, mantenga para siempre, su esencia cautivadora más allá de la visión ordinaria, que continúe desplegando su jardín secreto y nos regale rincones para pasear respirando aires sanadores, descubrir cientos de bellezas delicadas y efímeras, descansar al arrullo del viento, perderse entre botánicos aromas y tropezar con estimulantes relatos ocultos. ¡Salud!
“Durante una semana el sol brilló en el jardín secreto, como lo llamaba Mary. Le gustaba el nombre, pero lo que la hacía más feliz era que, al cerrar la puerta, le parecía estar en un lugar encantado. Afuera quedaba el resto del mundo y nadie sabía dónde se encontraba. Le recordaba los jardines secretos descritos en los libros de cuentos, aun cuando ella no pretendía dormir en él por cien años. Al contrario, cada día se sentía más alerta, le gustaba más estar fuera de la casa, amaba el viento, corría más rápido y podía saltar hasta cien. Probablemente otro tanto les sucedía a los bulbos del jardín. Les llegaban el sol y la lluvia y así cobraban nueva vida.”
Frances Hodgson Burnett, El Jardín Secreto
Pies de figuras
Foto 1. Entrada a un jardín secreto – Orlik Gómez García
Foto 2. Unión de elementos vivos y construidos – Orlik Gómez García
Foto 3. Los carteles provocan el interés por explorar – Orlik Gómez García
Foto 4. Nostalgia de invierno – Orlik Gómez García
Slider – Orlik Gómez García