Las flores: señales y engaños para atraer visitantes florales

Llilian Martínez-Pérez , Armando Aguirre-Jaimes & José G. García-Franco2

Red de Interacciones Multitróficas y Red de Ecología Funcional, Instituto de Ecología A.C. 

 

Resumen

Las flores atraen a los polinizadores con varias señales. Los colores y contrastes florales, aunque a veces deshonestos, aseguran la reproducción de las plantas.

 

Palabras clave: colores, mimetismo, polinización

 

Figura 1. Abeja visitando una inflorescencia de Lantana camara (Verbenaceae) en el Valle de Tehuacán-Cuicatlán, México. Las flores que ya han sido polinizadas cambian del color amarillo al naranja. Fotografía: Armando Aguirre-Jaimes.

A lo largo de su historia en la tierra, las plantas han desarrollado diversas características o atributos en sus flores que les permiten atraer animales para lograr su reproducción sexual al polinizarlas. De esta manera, los colores, olores, las formas y recompensas en las flores se combinan de maneras particulares y funcionan como señales de atracción. Dichas señales responden a estrategias evolutivas especializadas con ciertos grupos de visitantes florales, aunque a veces se valen de medios “deshonestos”, para lograr la polinización.

 

Colores y contrastes como señales

Los colores se encuentran entre las señales primarias y más llamativas para los polinizadores. De manera general, los colores en las flores son producidos por sustancias llamadas pigmentos. Así, los pigmentos antociánicos son los responsables de los colores en el rango rosado-rojo-violeta-azul, y los pigmentos carotenoides o flavonoides de los colores amarillo-rojo-púrpura. El color blanco puede deberse a pigmentos, o a la ausencia de estos. Cuando están ausentes, la flor realmente no tiene color, pero se ve blanca por procesos físicos que ocurren entre las superficies de sus células y los espacios de aire dentro de sus tejidos. Así que la respuesta inicial de los animales ante las flores puede estar dada por el color que presenten, ya que cada color suele atraer a un grupo determinado de polinizadores. El marrón atrae avispas y moscas; el amarillo, azul, violeta y rojo a abejas, mariposas y aves; el gris a murciélagos, moscas y polillas; y el blanco a murciélagos, escarabajos, abejas, polillas y mariposas.

Por otro lado, también pueden ser importantes los contrastes entre las flores y la vegetación que las rodea, o entre los colores dentro de las flores. Los insectos nocturnos tienden a reaccionar fuertemente ante el contraste entre las flores de colores claros (blanco o crema) y el fondo del medio que la rodea, mientras que los diurnos reaccionan al contraste de los colores en las flores. Un tipo significativo de contraste dentro de la flor son las guías de néctar. Estas son manchas o líneas de pigmentos que absorben luz ultravioleta (UV), distribuidas en ciertos lugares de la flor y que sólo son percibidas por algunos insectos, indicando la ubicación de una de las recompensas más preciadas: el néctar. De esta forma, atraen y guían a los visitantes florales, principalmente abejas, hacia los nectarios, beneficiando así tanto a las plantas como a sus polinizadores.

Algunas plantas pueden modular el comportamiento de visita de los polinizadores, presentando cambios de colores. Generalmente esos cambios coinciden con variaciones en la producción de recompensas o el estado reproductivo de la flor. De esa forma durante la fase más coloreada los visitantes identifican el período de mayor producción de recompensa (principalmente néctar y polen), lo que permite también mayor movimiento de los insectos entre las flores y a su vez acarreo de polen. Mientras que cuando han recibido suficientes granos de polen para su fertilización, las flores tornan a colores tenues y poco llamativos alejando a sus visitantes.

 

Figura 2. Abeja visitando una flor de Ruellia lactea (Acanthaceae) en el Valle de Tehuacán-Cuicatlán, México. Algunas abejas utilizan las flores como abrigo, además de obtener de ellas alimento a través del néctar y polen. Fotografía: Armando Aguirre-Jaimes.

Señales deshonestas: polinización por engaño

A pesar de estas señales honestas, las flores no siempre juegan limpiamente. Como las plantas son organismos sésiles (que viven fijas al sustrato), han tenido que ampliar sus estrategias de atracción para asegurar su reproducción y supervivencia, y entre ellas surgió la polinización por engaño. Este tipo de polinización consiste en una serie de mecanismos y señales “deshonestas”, esto es, que atraen a los polinizadores ofreciéndoles una recompensa que realmente no existe.

En la polinización por engaño es posible diferenciar dos tipos, el sexual o por alimento. En ambos casos las orquídeas son las máximas representantes. En los mecanismos de polinización por engaño sexual las flores mimetizan mediante su morfología, colores y a veces aromas, a la hembra de una especie de insecto y de esta forma atraen al macho, el cual visita a la flor tratando de copular con ella, y así se impregna de polen que deposita al visitar otra flor. Este tipo de polinización es altamente específico, debido a que cada planta atrae a uno o a muy pocas especies de insectos masculinos. En la polinización por engaño “alimenticio” se presentan falsas guías de néctar en flores que no producen este líquido, y el mimetismo del néctar en superficies de los pétalos pulidas que simulan su presencia. No obstante, el ejemplo más conocido de polinización por engaño, es la imitación de patrones florales completos de flores que ofrecen una verdadera recompensa, es decir, existen flores “honestas” y “deshonestas” de la misma especie, incluso en la misma planta, de tal suerte que los polinizadores no pueden diferenciar entre ambos morfos florales. De esta manera, entre 8000 y 10,000 especies de orquídeas que no producen recompensas imitan un modelo de flor que sí lo hace, y se aprovechan de la incapacidad de los insectos para diferenciar entre estas flores similares.

Existen otras señales y métodos de engaño basados en diversos patrones de conducta de los insectos, de los que las flores se valen para lograr su polinización. Así, se pueden encontrar flores que imitan sitios apropiados para que insectos como moscas y escarabajos depositen sus huevecillos, como la carroña, el estiércol o cuerpos fructíferos de hongos. Otras flores adquieren formas tubulares o cierran durante la noche, con lo que ofrecen resguardo a los insectos para protegerse del viento, la lluvia y las temperaturas más frías del exterior. Finalmente, algunas flores aprovechan la territorialidad de ciertos insectos, e imitan a sus congéneres o especies antagonistas, con lo que logran un comportamiento defensivo de confrontación y que efectúen la polinización de esa manera.

Como hemos visto las flores son estructuras altamente diversas y complejas, que han desarrollado numerosos mecanismos de atracción de los visitantes para lograr su reproducción.

Figura 3. Flores de Oenothera drumomondii (Onagraceae) tomada con luz natural (A), y con luz ultravioleta (B). Con la luz UV se aprecian las guías de néctar en el centro de la flor, las cuales utilizan las abejas para guiarse en donde se encuentra el alimento (néctar). Fotografía: José G. García-Franco.