Asistentes y Equipo Administrativo: El verdadero motor del INECOL
Juan Carlos Serio Silva
Red de Biología y Conservación de Vertebrados, Instituto de Ecología A.C.
Cuando en una conversación se intercambian puntos de vista sobre quiénes son los integrantes que conforman un centro de investigación científica como el Instituto de Ecología A.C. (INECOL), sin duda lo primero que llega a la mente serán los investigadores adscritos a sus departamentos o Redes. Quizás, también aparezcan en el subconsciente de alguien más enterado de la estructura organizacional, la enorme y diversa comunidad de técnicos académicos, e inclusive se piense hasta en los estudiantes de posgrado ligados a cada investigador. Sin embargo, la realidad es que atrás de cada uno de estos elementos más visible, existe un increíble “cerebro”, actuando siempre sin los reflectores que merecen, pero interconectados y listos para apoyar, facilitando la obtención de los objetivos académicos que cualquiera de nosotros hubiera planeado: sin duda alguna, nada seríamos sin el equipo administrativo y particularmente el equipo de asistentes de cada área.
Estoy convencido que la participación en las actividades académicas de todos ellas y ellos, son realmente el “engranaje” que hace funcionar a la institución. Son el equivalente a una “red neuronal” interconectada, que nos motiva o inclusive reprende -siempre de buena forma- cuando requerimos su apoyo para numerosas actividades de gestión y administración de nuestros proyectos, cursos, etc. Es bajo su cobijo, y su asesoría, donde la mayoría de los académicos llegamos a “lloriquear” sobre nuestras necesidades para efectuar nuestro trabajo, y donde siempre quedamos expuestos al demostrar que “vivimos en un mundo aparte” quedando en evidencia de lo ignorantes que somos en numerosos procedimientos que obligadamente se deben ejecutar si es que deseamos llevar a buen puerto nuestras actividades. Todo esto, lo realizan cada uno de los integrantes de este equipo. Apoyan con calma y en ocasiones hasta con ternura, cuando llegamos a pedir algo en medio de nuestras “neurosis” del juego perverso de intentar hacer ciencia, muy al estilo de “big brother” donde las reglas hacendarias cambian de un momento a otro, y solo con su guía podremos saber los pasos a seguir bajo estas condiciones de “divertidas” e impredecibles modificaciones en los trámites a realizar.
Ellas y ellos, curiosamente -por toda esta presión laboral que viven- nunca escatiman una palabra amable, sonrisa permanente y posibles soluciones para que las cosas se resuelvan. Cuando coincidimos en los pasillos de nuestro centro laboral, para un servidor es un regocijo absoluto saludar, soltar una broma o escuchar a cada uno de estos seres entrañables qué para mí, son el corazón que hace latir y da vida a esta institución. Por supuesto, las actividades laborales son intensas, especialmente para todo este equipo de personas comprometidas por el INECOL, y donde me consta que olvidándose del yugo-tirano del reloj checador, me los he encontrado laborando en fechas como 24 o 31 de diciembre en sus oficinas. Mientras otros ya festejan, ellas y ellos están ahí, dando su máximo esfuerzo para salir del encargo impuesto por sus superiores y lidiar con el “monstruo” denominado “cierre anual”.
Cada persona involucrada en estas actividades, y donde dejan alma, vida y corazón, tiene un componente humano que pocas veces es considerado. Sus propias dinámicas -más allá de esas oficinas donde pasan el mayor número de horas- están sujetas también al vaivén que impone el rol que deban jugar dentro de sus núcleos familiares, en medida de lo posible cada integrante busca sin descuidar su trabajo, hacer presencia también como esposas y esposos, madres y padres, hijas e hijos para ayudar a resolver todos esos otros aspectos de la vida cotidiana y que no están compensados tan generosamente como se debiera en la limitada nómina que cubre sus servicios profesionales. Ojalá en esta concepción del “Humanismo”, que ahora se pretende aplicar a cualquier aspecto de la ciencia, para este apartado de los equipos administrativos se les tengan más consideraciones, en reconocimiento a este grupo genial de mujeres y hombres valiosos que nos sostienen en cada paso que damos.
Mención particular deseo hacer sobre el equipo de Asistentes que nos apoya en nuestras labores académicas en nuestros Departamentos- Redes Académicas. Cuando conversamos con cualquiera, sobre las actividades de apoyo que tienen encomendadas, es imposible no caer en el asombro total de cómo pueden organizarse en tantos y diversos temas.
Estos pueden ir -y seguro me quedo limitado- desde manejar la correspondencia, clasificar y distribuir la misma, incluyendo versiones electrónicas o físicas que contienen documentos importantes para los integrantes de la Red. Coordinar agendas de los académicos para el manejo óptimo de reuniones, reservar salas y enviar recordatorios. Apoyo en la edición de informes, propuestas y presentaciones, donde nadie como ellas para asesorar que podamos imprimir coherencia y precisión en lo que ahí se proponga. Verificar necesidades de viajes, salidas de campo, alojamiento, transporte y que además que incluya la documentación que avale esas comisiones. Gracias a ellas, promover la inicial solicitud de recursos, y posteriores comprobaciones de lo que se ejerció con fondos públicos o de recursos propios. Ayudar a la elaboración de presupuestos de proyectos, seguimiento de gastos y presentación de informes financieros.
Ellas siempre estarán presentes, resolviéndonos la vida en la logística de eventos, talleres o conferencias que se organicen por algún académico de nuestra Red, aunado a muchas otras actividades como contestar llamadas en nuestra ausencia, elaborar escaneos de documentos, impresiones, organización de carpetas individuales de cada integrante, ser el vínculo de comunicación interna entre los directivos y los integrantes de las redes, y a veces, hasta se ponen la misión de ser las “organizadoras de las celebraciones de cumpleaños” para los que ni nos acordamos que ya le dimos una nueva vuelta al sol. En fin, esto es una breve probadita de lo muchísimo que hacen por nosotros en lo profesional, pero hay un componente más que no se debe omitir.
Cada asistente con la que interactuamos se convierte en parte de nuestra familia. Por las horas de interacción de la vida cotidiana en el trabajo, muy probablemente ellas conocen mucho más de nosotros, que las personas con las que vivimos. Se convierten -además de todo lo que describí previamente- en nuestras amigas, confesoras, confidentes, asesor especializado en decisiones importantes y personas cercanas a las que se les guarda todo el cariño, respeto y devoción. Nada como seguir el ritual de ir a saludar a cierta hora, acercarse a tomar café que preparan en su oficina como centro de reunión y en esos momentos, ponernos al día de las novedades que nos vayan a imponer. Esas acciones y muchas más, las hacen omnipresentes como si fueran nuestros “ángeles de la guarda”.
Sirva este breve texto como un sincero homenaje con todo cariño, que incluye agradecimiento infinito a cada una de las Asistentes e integrantes del equipo administrativo del INECOL sin importar si va para las “fundadoras” que nos honran integradas a la institución desde hace más de 40 años, hasta las que recientemente se han incorporado. El INECOL aporta a este país conocimiento de vanguardia que es reconocido nacional e internacionalmente, pero no tengo duda que todas esas aportaciones tienen ese componente de apoyo por cada una y uno de ustedes para facilitarnos la vida, aguantando nuestros traumas y arrogancias (y vaya que hay varios y varias que se cuecen aparte) pero que con su guía logran hacernos mejores investigadores y personas cada día. ¡Mil gracias desde el fondo de mi corazón a todas y todos ustedes!
“La opinión es responsabilidad de los autores y no representa una postura institucional”
Créditos de las figuras: Algunos recuerdos de colaboración: Rocío Rodríguez Figueroa